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Nacional

2 de Octubre de 2011

Juanito Glamour

Por

Verano de 2002. Juanito Yarur irrumpe en las páginas sociales festejando sus 18 años.

–Salí del cascarón, florecí y adopté una actitud diferente ante la vida. Sentí que había evolucionado y que era el momento de hacer una gran fiesta– le dice a sus amigos y a un par de periodistas.
500 personas acuden para verlo florecer el Tantra. El local es lo más top de Santiago y Juanito lo llena de una estética circense. Bailarines del Cabaret Mistique y travestis multicolores se contorsionan con la música electrónica del DJ Casserole, lo más de la moda en Estados Unidos.

Juanito se cambia cinco veces de ropa saltando de la seda al terciopelo y de nuevo a la seda. Cada una de sus apariciones es aplaudida y celebrada por los invitados.

–Posar es lo que mejor sabe hacer– dice a The Clinic el fotógrafo Jordi Castell, quien conoce a Juanito desde los 12 años. Esa noche Juanito transforma su fiesta en un escenario donde practica su juego favorito: hacer que lo miren.

Un hombre mayor apoyado en un par de muletas observa todo el espectáculo desde un rincón del Tantra. No es parte del decorado freak aunque perfectamente podría serlo. Llegó allí casi en andas, porque a sus 81 años apenas camina. Es Amador Yarur, padre del floreciente homenajeado. Esa noche le regaló a Juanito un Porche plateado para reemplazar al Mercedes Benz convertible que -en un descuido- Juanito chocó.

–Yo pagué todo esto– declara Amador, con el pecho hinchado, a un reportero que quiere saber su opinión sobre el espectáculo.

Para alguien que no conoce a esta familia, es difícil entender cuánto de cierto hay en esa frase. Los Yarur han pagado mucho para que uno de los suyos pueda tener en su fiesta a la crema del jet set criollo.
Los Yarur llegaron a América a comienzos de siglo, provenientes de Belén. El patriarca se llamaba Juan, igual que el que cierra su casta envuelto en seda. La familia primero se instaló en Arequipa, Perú. Luego vinieron a Chile donde el visionario Juan levantó la industria textil que se transformó en el eje de la fortuna familiar.

Pero aunque los negocios fueron en alza, la elite chilena se resistió a abrirle la puerta. Se comenta que una solicitud de Juan para pertenecer al Club de la Unión le fue devuelta plagada de insultos. Algo similar le pasó en Cachagua, donde la familia deseaba adquirir una propiedad. La compra fue impedida por los lustrosos propietarios de la costa, quienes no querían como vecinos a unos inmigrantes.

Fueron años difíciles para los Yarur, especialmente para Amador. Y María Inés Amunátegui fue testigo de eso. Durante dos décadas ella trabajó de relacionadora pública de la familia.

–Llegué justo después del episodio de Cachagua. Ellos no lo comentaban, pero yo lo sabía a través de gente muy importante– dijo Amunátegui a The Clinic. Por ello, su misión fue –en buena medida– insertar a la familia en sociedad. Y para hacerlo, nadie mejor que ella, la hija del senador del Partido Nacional Gregorio Amunátegui.

–Yo tenía que distribuir los asientos en los almuerzos, porque ellos no sabían cómo hacerlo. Les faltaba relacionarse, saber quiénes tenían que estar aquí y quiénes tenían que estar más allá, porque la gente importante se molesta si tiene al lado a alguien de menor categoría – explicó María Inés.
Según recuerda la mujer, Amador era el que más esfuerzos hacía por ser aceptado.

–Amador se movía mucho para que lo convidaran. Estaba siempre listo para esas cosas, para que lo incluyeran- dice la mujer.
Los esfuerzos rindieron sus frutos.

La fotógrafa María Gracia Subercaseaux, una de las invitadas top a la fiesta de Juanito, no se ahorra alabanzas respecto de la familia.

-Es súper fina en la manera de ser, de relacionarse con la gente- dice.

Amador no deja de sonreír durante todo el cumpleaño. No conoce a ninguno de los presentes, pero es evidente que son las personas que hay que conocer. Y todos parecen encantados con su hijo.

Lo que Amador no sabe es que Juanito tampoco conoce a nadie. Para buena parte de la concurrencia, ésta era la primera vez que oyen hablar de él. De hecho, la organización de la fiesta fue encargada a Steven Gómez, uno de los promotores de fiestas más conocidos del mundo, quien cursó las 500 invitaciones pauteándose con las más importantes páginas sociales.

Lo que tampoco sabe Amador es que buena parte de los invitados se ríe a espaldas de Juantio. Se hartan con el suculento banquete ofrecido, pero encuentran grotesco y excesivo lo que presencian.

-La familia Yarur es bastante grotesca. Todas sus imágenes son grotescas: unos viejos quemados, llenos de joyas, de plata y con este hijo que es cualquier huevada- dispara Bárbara San Martín, fotografa de sociedad de la revista Cosas.

Y Bárbara es amiga de Juanito.

EL ARTISTA

Así como Amador tuvo a la Amunátegui para entrar en el difícil mundo de la elite, Juanito tiene a Marta para que lo oriente en sus decisiones diarias. Ella es su nana–secretaria: la mujer que le lleva su agenda y la que sabe en qué parte de su closet están su cinturón punk, su polera sin mangas de los Sex Pistols y sus pantalones “básicos”. Marta es quien lo mantiene al tanto sobre los eventos de moda y la que llama a sus amigos para fijar la hora y el lugar en donde se reunirán.

Entre sus preferencias están la disco Bunker, donde se ofrece el mejor espectáculo travesti de la capital; el Mucca, un restaurante de Avenida Italia y donde se citan celebridades como Pablo Illanes, Francisca Merino y Pilar Jarpa; y el restaurante El Toro de Bellavista donde es habitual ver Catalina Guerra, Coca Guasini, Raúl Zurita y Cuti Aste.

Gime, garzón de El Toro, conoce bien a Juanito.

–El viene habitualmente para acá, con su ropa excesiva, sus joyas y botas. La primera vez que lo atendí se tomó una Coca Light que vale $650 y me dejó dos lucas de propina.

Otro lugar que frecuenta es Café Teatro donde una vez al mes se organizan las “Babylon Nights”, fiestas electrónicas y de público preferentemente masculino. Juanito está permanentemente en la lista de invitados, aunque no siempre asiste. Un actor de TVN recuerda que una noche, antes de abandonar la pista de baile del Café Teatro, Juan se sacó una pulsera de oro y se la regaló como quien regala un pañuelo.

Así es Juanito. Camina por las veredas del barrio el Golf como arriba de una pasarela, haciendo tintinear tres pulseras (de rubíes, esmeraldas y diamantes) que le trajo su padre desde La India. Cualquier día parte a NY a un desfile de moda y vuelve cargado de prendas que se van a usar la próxima temporada.

–Yo creo que pocas personas están tan informados a nivel moda como él. El es un fashion victim, que sabe perfectamente qué pasa con las colecciones nuevas. – explica el fotógrafo Jordi Castell. Y agrega: “Dentro de su género me parece que él está súper bien”.

Pero ¿cuál es el género de Juanito? Todos sus conocidos hablan de él como un artista emergente. Pero no es músico, ni pintor, ni fotógrafo, ni diseñador, ni modisto. Hasta ahora, su única especialidad artística es festejar su cumpleaños.

Partió al cumplir los 17, con una fiesta que fue cubierta por la revista ED. Para los 18 se ganó la portada de la revista Cosas. A los 19 no tuvo tanto impacto mediático, pero igual llenó El Mucca y a sus invitados les ofreció un elaborado espectáculo vanguardista.

–Para la fiesta en El Mucca estábamos producidos con algo medio masoquista. Muchos látigos, palos, cuero y maquillaje excesivo. Fue el evento del verano –cuenta Ronny, garzón habitual del restorán El Toro.
En sus cumpleaños, Juanito expresa lo que ha aprendido del mundo. E indica hacia dónde se va a mover. El fotógrafo Jordi Castell dice que Juanito es muy bueno en eso.

Castell lo conoce desde los 12 años cuando Juanito lo llamó para que le sacara fotos. Luego lo tuvo de alumno en la carrera de diseño de imagen y estilo en la UNIACC. Recuerda que fue entonces cuando se dio cuenta de que Juanito era una promesa en el mundo de la moda. En una de las clases, Castell le pidió a sus alumnos que llevaran elementos para una sesión fotográfica. Era una cosa simple: retratarse unos a otros y analizar problemas de luz y de encuadre. Pero a Juanito no le gustan las cosas simples.

–Él llegó con cinco maletas, con látigos, con polleras de cuero y huevadas e hizo que tres alumnas se vistieran y posaran arriba de los ventiladores del aire acondicionado. Fue como todo bien así. O sea, cuando yo vi eso dije ´Juan cacha, sabe para donde va la micro´– explica el fotógrafo.

EL PAN

Aunque no lo parezca a Juanito no le agrada vivir aún de la fortuna de su padre y le gustaría amasar la suya propia. Y lo cierto es que Juan ha intentado montar varios proyectos empresariales que le permitan vivir de lo que sabe. Por ejemplo, es dueño de Decomundo.cl, un portal de diseño. Y en alguna oportunidad intentó formar una especie de consultoría de imagen combinando los talentos de peluqueros, maquilladores y diseñadores de ropa.

-Íbamos a hacerle la imagen a Marlen Olivari, pero al final no pasó nada- dice el estilista Nelzon Tangol, uno de los invitados a participar en esa empresa.

Por ahora lo único que sí le ha resultado es transformarse en la punta de lanza de uno grupo que reclama su lugar en las páginas de papel couché. Dentro de la fauna santiaguina hay una docena de esos grupos y todos se consideran la crema de la sociedad.

Juanito ha hecho todo para pertenecer al apretado mundo donde figuran Jordi Castell, María Gracia Subercaseaux, Ximena Tannenbaum (dueña de una tienda de decoración en Alonso de Córdova), Mario Azocar (ex dueño del Tantra) y Gino Falcone (dueño del Mucca).

Con su fiesta en el Tantra se abrió un espacio entre ellos. Mario Azocar, por ejemplo, aun describe extasiado lo que presenció esa noche.

-Todos quedamos impactados porque no cachábamos que el pendejo venía con tres cambios de ropa, con lentejuelas, con brillos, totalmente London, New York o whatever, pero no Chile. La prensa llegó a cubrir una fiesta común y corriente y se encontraron con este fiestón y eso causó revuelo. Juanito rompió los esquemas de lo que es Chile- dice Azocar.

Así lo captaron, también, los medios que entienden del tema. En un artículo de revista Cosas se sostuvo que así como Nueva York tenía a las Hilton y Londres, a lady Victoria Harvey, ahora Santiago tenía “a su propio y excéntrico heredero.”

Juanito ha entendido que para mantenerse vigente una de las cosas importantes es lograr que su closet esté en línea con las vitrinas de las principales tiendas del mundo. Por eso su closet es del tamaño de una cancha de mini golf. La ropa está ordenada por colores. Hay pantalones apretados y gastados–pero–nuevos; blazers fuccias, camisas doradas y plateadas; petos negros y satinados; 50 pares de zapatos, sandalias Gucci e Yves Saint Laurent. En un rincón, junto al juego de maletas Luis Vuitton, sus
zapatos de taco alto lo observan con suspicacia.

Apasionado por el diseño y la moda (al igual que su primo Jorge quien hace un tiempo compró los sostenes que Jean Paul Gaultier le hizo a Madonna para la gira Blonde Ambition), el delfín del los Yarur se ha esmerado sobretodo en producirse así mismo, en transformarse en una obra de diseño, saltando del glamour al kitch, según la ocasión.

-Juanito está tratando de transmitir en sí mismo lo que se lleva afuera, en el vestuario principalmente- dice el peluquero Nelzon Tangol.

Para él Juanito es un artista de su propia imagen.
–Si no estoy haciendo algo importante antes de cumplir 18, me sentiría un inútil –dijo Juanito hace dos años.

La gente puede pensar que el heredero no ha hecho nada que pueda entrar en esa categoría. Pero Juanito, claramente, no tiene esa impresión.

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