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Nacional

9 de Noviembre de 2011

“A las mujeres que hablaban de cosas carnales de sus maridos las encontraba unas picantes”

El personaje de Totó Romero -asistente social de profesión, periodista, en la práctica- se construye de frases que parecen mandamientos: 1. “Si el whisky necesitara hielo o agua, vendría en la botella”. 2. “Haz que tu pareja gaste mucha plata en tí, así nunca te dejará” 3. “Justamente el modelito, el ser muy buen mozo, […]

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El personaje de Totó Romero -asistente social de profesión, periodista, en la práctica- se construye de frases que parecen mandamientos:

1. “Si el whisky necesitara hielo o agua, vendría en la botella”.
2. “Haz que tu pareja gaste mucha plata en tí, así nunca te dejará”
3. “Justamente el modelito, el ser muy buen mozo, impide el desarrollo cerebral”.
4. “Me encantaría que la Bachelet se casara con el Cura Berríos”.
5. “Si yo tuviera una nieta que anduviera ponceando la pesco del pelo y la meto de interna donde unas monjas que son lo peor de estrictas”.
6. “Al general Pinochet yo siempre he pensado que la señora Lucía lo domina como quiere”.
7.” El otro que se tiñe el pelo es ése del “Humanamente Hablando”. Se tiñe de mi mismo color. Yo creo que usa el 445 que uso yo”.

Se construye de escenas:

Totó Romero conociendo a Rodrigo Eitel y diciéndole: “Yo pensaba que no existías, que eras un invento de la derecha”.

Totó Romero diciendo: “Yo quiero ser la Denisse” cuando Felipe Bianchi -cómo no- pataleaba con el insulto de que a ella y Ximena Torres Cautivo eran las gemelas Campos del periodismo.

Se construye de pequeños vicios:

-Había dos cosas que le gustaban mucho en la vida: fumar hasta que se enfermó y el pisco sour del Danubio Azul-, dice Patricia Guzmán, su jefa en su última pega en la Revista Caras.

Y de mañas:

-A la Totó no le gustaba hablar de sexo explícito. A las mujeres que hablaban de cosas carnales de sus maridos las encontraba unas picantes-, cuenta Ximena Torres Cautivo.

-Decía que las mujeres no podían tomar cerveza salvo que fuera verano y en terraza. Lo encontraba una chulería-, vuelve a decir Ximena.

Sin hablar de sexo, sin decir garabatos, fumando, fumando, fumando, con el mismo moño siempre, altísima y flaca, Totó Romero armaba el personaje de la gran vieja de mierda: señora querible, divertida, de ides arbitrarias, palabras tajantes, opinión para todo, hablando más allá de los codos.

Tal vez por eso pareció raro que se muriera sin avisar. Que se muriera un viernes y todos -menos la familia-se enteren el martes mientras ya la están cremando y se pregunten por qué ella no quiso que nadie supiera.

Como en todo, las respuestas son varias. Patricia Guzmán cuenta que la tía de Totó, María Romero, hizo lo mismo al morirse. Marcelo Mendoza -periodista-, que la entrevistó para su libro “Todos confesos…”, usa la palabra tímida para hablar de Totó Romero. Ximena Torres usa la palabra privada.

-Ella mostraba este personaje de la señora del moño, puntuda, filuda, punzante, divertida pero había cosas que cuidaba, que no mostraba, que eran harto más profundas que la imagen que pueda tener la gente. La Totó era súper privada, súper preocupada de no hablar de las cosas que ella consideraba que eran su mundo personal.

Porque Totó era el personaje de Graciela Romero. Un personaje que -dice Ximena- construía por esto:

-Uno no tenía que mostrarse débil. Construía cosas para protegerse de todo lo que la afectaba.

Ejemplo:

-Mucha gente suponía que la Totó era solterona. Para que no la molestaran -histérica- mandó a plastificar su certificado de matrimonio como un cuadro para que nadie más dijera que ella no había conocido a un hombre-, cuenta Ximena.

Andrés Roselló fue el hombre de Graciela Romero. Español, dieciséis años mayor, tenía un descapotable y una selección de vinos inmensa. Tuvieron un hijo, duraron un año casados, se separaron. Después vinieron otros hombres. Como Jacques Simon -francés, casado- con el que se juntaba en Niza una vez al año, todos los veranos.

Por eso es que llegó a odiar, como le pasó con mucha gente (las furias de Totó eran tan intensas como su fragilidad) a Pamela Jiles:

-Le tenía mucha simpatía al principio. Era sobrina de un muy amigo suyo, cómo se llamaba, ni me acuerdo, bueno: el dueño de Caffarena. La conocía, la encontraba súper chora pero le agarró mono a la Pamela cuando le puso en duda al amor con el que se juntaba todos los años. Lo encontró una felonía de la peor clase-, dice Ximena.

Una traición a su mundo privado, a un amor misterioso, a una vida misteriosa. Totó Romero murió sin decir su edad: “No soy vieja, soy muy antigua”, contestaba siempre porque, como todo el que se mueve entre la persona y el personaje, tenía que tener un misterio que, tal vez, podría resumirse en una sola de sus frases:

-El moño es mucho más que una manera cómoda y floja de peinarse.

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