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Cultura

2 de Diciembre de 2011

Nicanor Parra: “No doy entrevistas. Toda pregunta es una impertinencia”

El poeta Nicanor Parra, premio Cervantes 2011, afirma que no concede entrevistas porque "toda pregunta es una impertinencia, una agresión", en un una conversación que publica hoy la revista Caras, donde también confiesa que Pablo Neruda fue un "desafío" para él. "Ya no doy entrevistas. Considero que toda pregunta es una impertinencia, una agresión", explica el autodenominado "antipoeta" de 97 años, en una "entrevista inclasificable" -así la describe el periodista que la firma-, realizada hace algunas semanas atrás, antes de que fuera galardonado con el Cervantes.

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El poeta Nicanor Parra, premio Cervantes 2011, afirma que no concede entrevistas porque “toda pregunta es una impertinencia, una agresión”, en un una conversación que publica hoy la revista Caras, donde también confiesa que Pablo Neruda fue un “desafío” para él.

“Ya no doy entrevistas. Considero que toda pregunta es una impertinencia, una agresión”, explica el autodenominado “antipoeta” de 97 años, en una “entrevista inclasificable” -así la describe el periodista que la firma-, realizada hace algunas semanas atrás, antes de que fuera galardonado con el Cervantes.

Parra, que no duda en recitar poemas o en contestar en inglés cuando la pregunta no le parece pertinente, recorre a lo largo de la “entrevista” sus peripecias e inquietudes vitales, desde la posibilidad de recibir un Nobel o su posición frente al Gobierno de Salvador Allende (1970-1973) hasta su público desafío a la poesía de Neruda.

De la oportunidad de recibir el premio Nobel de Literatura, Parra desliza la ironía de uno de sus versos: “El Nobel de Lectura me lo debieran dar a mí/ que soy el lector ideal/ y leo todo lo que pillo/. Leo los nombres de las calles / y los letreros luminosos/ y las murallas de los baños/ y las nuevas listas de precios (…)”.

Con un lírica que enfrenta al hombre común con sus dilemas de la vida corriente y que utiliza “el lenguaje del pueblo” en su creación literaria, Parra se erigió como el creador de un género poético propio, la “antipoesía”.

Una antipoesía que plantó cara, como lo dijo el propio Parra en alguna ocasión, “a la poesía de pequeño Dios” (por Vicente Huidobro), “a la poesía de toro furioso” (por Pablo de Rokha) y “a la poesía de vaca sagrada” (por Neruda).

“Neruda fue siempre un problema para mí. Un desafío, un obstáculo que se ponía en el camino. Entonces había que pensar las cosas en términos de monstruos. De modo que, en ese sentido, la palabra Neruda está allí como un marco de referencia”, afirmó el creador de “Poemas y Antipoemas” y “Artefactos”.

“Más tarde la cosa ha cambiado. Neruda no es el único monstruo de la poesía; hay muchos monstruos. Por una parte hay que eludirlos a todos, y por otra, integrarlos, incorporarlos. Es una poesía antitodo”, agrega Parra en relación a su particular estilo poético.

Sobre su apoyo público al Gobierno de la Unidad Popular (UP) de Salvador Allende, el antipoeta explica que se declaró partidario de Allende y que votó por él. Sin embargo, aclara que fue “un allendista moderado”, partidario de la revolución pero con “críticas que formular”.

“En términos políticos yo declaré que era un socialista un poco escéptico, un poco frío. Un socialista de tipo democrático. O sea, el socialismo por las urnas y no por las armas”, subraya.

Aunque enfatiza que no es “derechista ni izquierdista”. “Yo simplemente rompo con todo”, apostilla, y lanza uno de sus “Artefactos”: “Ellos los perlas se arreglan los bigotes como Dios manda y a nosotros nos vienen con la musiquita de que seamos patriotas”.

Confiesa que lleva “una especie de diario” desde 1950, donde anota todo lo que le pasa por la cabeza. “Aquello donde hay gato encerrado”, dice, e ironiza con que esos textos se han convertido en un depósito de ocurrencias, “una especie de detritus literario”.

“Y sabemos que lo que hoy es un detritus, mañana pasa a ser flor, y viceversa”, bromea Parra, quien además confiesa que necesita reirse del prójimo, como receta para el mal humor.

“Si no me río de alguien ando de malas pulgas todo el día”, añade con la mordacidad que lo caracteriza.

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