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Cultura

5 de Diciembre de 2011

Ana Tijoux: “Gorda, celulitis, cualquier hueá, pero tengo buena piel”

De chica dibujaba cosas. Guerras entre Estados Unidos y Nicaragüa. De menos chica se confundía: no tenía una vocación clara. En Makiza sufría con la fama, sobre todo con las fotos. De grande ha aprendido a no sufrir. De ese aprendizaje -y de otras cosas: los Wachiturros, Kung Fu Panda, de lo que le dijo el Consejo de la Cultura, etcétera- habla Anita Tijoux, que acaba de lanzar su último disco "La Bala".

Por

De chica -diez años- escribe, no más. No hay música.

-Cuentos. Escribía cuentos.

-¿De qué se trataban?
-Es que justo era una época en la que dibujaba, pero dibujaba muy mal, y hacía cómics. Tuve una obsesión -no sé por qué, en realidad igual sé dónde viene- entre los seis, siete, ocho, nueve, un poco antes incluso. Todos mis dibujos eran una hoja que se dividía en dos y eran de guerra. Un lado era Nicaragua y el otro Gringolandia.

-Jaja. Es súper claro de dónde viene-
-Sí y era súper chistoso -mis viejos los tienen guardados- porque eran monos básicos, banderas, pistolas y conversaciones: “Te voy a matar”, “No, no me vas a matar”, pero dibujaba muy mal. Muy muy muy mal. Y después no sé como pasé de eso a escribir cuentos.

-¿También tipo Nicaragüa versus gringos?
-Nooo. Súper fantasiosos. De un conejo, cosas así, cuentos de niños.

Tiene diez años, todavía no hace música pero las ganas de escribir vienen de ahí: Construcción, Chico Buarque.

-Fue la primera canción a la cual le puse atención a una letra.

-¿No escuchaste música mala de chica?
-Sii po. O sea es que no creo que haya música mala eso sí. Yo creo que hay música margarina light, música mantequilla, música mermelada. No creo que haya música mala porque, no sé, hay gente que le cargan los Wachiturros y otros que los aman. No existe mala o buena: te gusta o no. Te toca o no te toca.

¿Te gustan los Wachiturros?
-Ehh. No. O sea no especialmente. Como que encuentro que es un fenómeno los wachiturros. Y encuentro que es interesante ver el fenómeno de los cabros flaites con una estética totalmente nueva que es como Chernobyl de la cultura.

-¿Y qué música margarina te gusta?
-Harta. Si tú me preguntai, para ir a bailar con amigas con tres tragos, voy a bailar Beyoncé o Rihanna. Creo que no hay que ser tan grave tampoco. Por más que haya música que te toque, te guste, te emocione.

KUNG-FU PANDA

-Esto no tiene nada-nada que ver pero leí por ahí que querías aprender chino, en el otro disco hablabas del año de la serpiente. ¿Hay algo con China?
-Curiosidad. Pero curiosidad porque mi hijo quería ir a China.

-¿Sí?
-Sí. Tenía una obsesión. Por Kung-fu Panda.

-Jaja. Yo había pensado algo místico.

Anita se ríe:

-No. Vio Kung-fu Panda y quería ir a China, y me hablaba tanto, pero me dijeron que para hablar chino sólo correctamente eran mínimo cinco años y ¿en qué tiempo lo hago? En esa época iba a meterme a una escuela de chino pero me iba de gira y era imposible.

-¿Y a tu hijo se le pasaron las ganas de ir a China?
-No-, vuelve a reírse.

-Muéstrale una película que pase en Perú, en Argentina…
-Claro. “Te voy a mostrar el Chacal de Nahueltoro, hijo: vamos a ir al campo”. Igual, volviendo a lo de aprender chino, me siento alguien muy curiosa pero el tiempo no me acompaña. Siento que el reloj tendría que tener 72 horas para hacer todo lo que quiero. Me encantaría estudiar, no sé si en la universidad, pero me encantaría estudiar química. Y siempre fui la peor alumna en química

PLANETARIO

-¿Por qué ahora?
-Intuición. Curiosidad de la vida. Querer saber. Por el placer de saber. Lo terrible de la educación es que tenís un marco muy encasillado.

-Tienes que decidir eso de científico/humanista a los 16…
-Y es imposible. Yo a los 18 no sabía lo que quería hacer pero ahora, con 34, pienso: “Puta, qué bacán sería estudiar química, sería la raja. No sé si te ha pasado que vai ¿cómo se llama cuando veis las estrellas?

-¿Observatorio?
-Cuando vai al observatorio y escuchai al astrónomo y pensai: “Puta, ¡no haber puesto atención en clases!”. Tengo una gran amiga que cada vez que la escucho digo: “Ohhhh, la mina bacán porque se dedica a arte sonoro y a las antenas, y cosas con hackers, y digo: “Imagínate supiera esto. Sería la raja implementarlo a la música”. Al final tiene que ver mucho con la manera que uno fue educado en el colegio: “Si tú escribís ¿cómo te va a interesar, no sé, la física cuántica?”

 

MAKIZA

Tal vez Ana Tijoux no piensa esto -el encasillamiento de la vocación- a los 16 cuando llega a Chile, pero está perdida. Pocos años después viene Makiza y sigue igual: perdida.

-Es que mi llegada a la música es como un poco accidental, siento. No es como yo cuando chica sabía que. O esa gente que desde los cuatro toca violín y es como prodigio. No era algo que tenía tan claro. Sentía que tenía talento por aquí, por allá, pero nunca fui una alumna muy brillante, tampoco. Sí fui una niña muy curiosa y muy sensible.

-¿En qué se notaba?
-No sé. Lo veo ahora en que cuando tenía diez años me hice fan de Ryuichi Sakamoto cuando vi El último Emperador, que no era obvio a los diez.: era fan de Ryuichi, Chico Buarque y Michael Jackson

-No po. A mi a los diez me gustaba Hanson.
-Por eso te digo. Creo que mi único talento era ser sensible. Pero hasta el punto del sufrimiento. Y no lo entendí, no lo logré asimilar hasta que llegó este minuto de fama repentina con Makiza.

-¿Por qué sufrías?
-Porque no me gustan las fotos.

-Sales bonita en las fotos.
-Es que no es un tema de salir bonita o no salir bonita: es que no me gustan. No me gusta que me saquen fotos

-¿Crees eso de que te sacan el alma?
-No, no. Nada de cultura indígena. Es que no me siento cómoda, pero es parte de mi pega.

-Pero no te gustan la foto comercial o también la foto de carrete.
-Todas. Me gusta sacar fotos, pero no me gusta que me saquen. Lo encuentro violento. En esa época, cuando Makiza tuvo ese abrupto interés mediático y público, como que no entendía que la foto era parte de la pega: la gente necesita un pedazo. Pero no lo entendía, me costaba: ¿por qué quiere una foto?

 

BUENA PIEL

-¿Pides que te fotochopeen?
-No, no, no. Yo creo que el fotochopeo tiene que ver con borrarte la identidad. Y admito, sin afán de nada, que tengo muy buena piel.

-Jajaja.
-¡Es verdad!

-Es que es como titular de la revista Ya.
-¡Publícalo! Mi primera espinilla la tuve a los 25. Cada vez que me maquillan me dicen: ¿Tenís base? y yo: “No, ésta es mi piel”. Gorda, celulitis, cualquier hueá, pero tengo buena piel. Es cueva o no cueva,como esa gente que tiene dientes perfectos, blancos y tú decís: ¿qué onda? -bueno- entonces no necesito tanto fotochopear mi piel. Nunca había hablado de mi piel en una entrevista.

 

-Jajaja. ¿Y cómo te tomas ahora el tema de las fotos?
-Lo entiendo, lo asimilo más, lo tomo más light ahora. Sigue no gustándome pero digo: “Bueno, es parte de la pega”. Y aparte que es súper difícil explicarle a todo el mundo que no entiendo lo del autógrafo y no entiendo lo de la foto, cachai. Es como terrible cuando te transformai en un ícono, como la deshumanización de tu persona. Y loco, tengo derecho a ser malas pulgas, a ser una hueona de mierda, alguien desagradable, porque soy humano.

-¿Y cómo superaste todo eso?
-Yéndome a la chucha. Si me fui a Francia. Necesitaba resolver eso, resolver si estaba dispuesta a pagar el precio, aunque fuera una fama pequeña.

MANUEL GUTIÉRREZ

-¿En qué trabajabas?
-Cualquier cosa. Mesera, baby sitter. Cualquier cosa.

-¿Y qué te hizo resolverte a favor de la música?
-El tiempo. No fue una situación. Tuvo que ver con resolver trancas, cosas de uno, no me lo dio una situación en particular.

“La bala” es el tercer disco de Ana tocando sola. Antes vino “1977”, antes-antes vino Kaos.

-No sé si esta es la típica interpretación periodística pero me da la sensación de que Kaos -claro- hablaba de todo un tiempo terrible tuyo, 1977 es bien de mirarse para adentro y ahora hablas de lo que está afuera: canciones de los estudiantes, etcétera…
-Sí, igual es una forma sintética de verlo. Cuando está tan metido es difícil tener una mirada objetiva sobre su trabajo..

-Es una forma wikipedia de verlo.
-Jaja. Pero estoy de acuerdo con eso, eso sí. Ahora: los procesos creativos son tan intuitivos -y deben ser intuitivos- que me cuesta un poco racionalizar y aterrizarlos. Todo tiene que ver con lo que uno vive, lo que uno ve lo que un conversa. Un disco no es totalmente uno. Un disco tiene que ver con quiénes son tus amigos, es un diálogo con el mundo. Finalmente uno es un canal. Yo sintetizo información no más. Siempre me he sentido muy ladrona en ese sentido. Me ha pasado con casi todas las canciones que hay una buena conversación y digo: “Puta, qué buena idea”.

-¿Sí?
-1977 es la conversación con un amigo pintor. Hablaba de la situación de él y el cuadro, él y la obra -solos-, el vómito en la tela y después esta cosa de la galería y todo el mundo tomando champaña, y racionalizando la obra, y sí ese punto blanco significa el contexto global de la sociedad cuando en verdad el punto blanco fue una hueá casi ingenua. Pero La Bala ha sido el único que he escrito en base a imágenes.

-La bala -la canción- ¿es sobre Manuel Gutiérrez?
-No, no. Pero yo creo que nada es coincidencia. Veís una noticia -rápido- esa información se queda en tu cerebro y la procesai de otra forma después.

-Me imagino que debe haber sido un tema lo de hacer un disco que hable de la realidad de afuera sin caer en el panfleto.
-Sí. Y no sé si termino siendo panfletaria, poeta de quinta categoría o solamente rimadora. Eso lo dirá la historia.

 

-¿A veces son necesarios los panfletos?
-Ojalá no existan. Pero es muy difícil la línea que uno cruza. Lo que pasa es que si tú hacis una canción de amor es como “ah hueón romántico vendido” y si hacís una canción sobre la realidad social es como “ah el loco que quiere lucrar con lo que está pasando”. O sea siempre hay un pero. Generalmente lo más chistoso es que la gente que más critica es la gente que no hace, que no crea. Porque tiene tiempo de criticar

-Hay un tema en tu disco que tiene que ver con el Consejo de la Cultura. Te negaron unos fondos…
-El tema no es la negada de fondos. el problema es la razón. Nos invitaron a muchos festivales y, como estamos tan lejos de todo, las giras cuestan mucha plata. Para afuera se ve la raja pero internamente es complicado.y nos endeudamos, y bien. Lo digo sin ningún afán de caer en lloriqueo concertacionista postdictadura.

Es así: 2010, la invitan a Lollapalooza, a San Francisco y es la única latina en Osheaga, Montreal. Postula pidiendo cinco mil dólares. El Consejo de la Cultura, que hace unos meses le había pedido poder poner su imagen en la página oficial, le dice que no.

-Dicen que no tengo proyección cultural ni artística y, lo admito, soy chucheta, me enojo y hago el tema. Primero twitee y feisbuquee la situación y el consejo me mandó una carta diciendo que no es la forma de hacer las cosas y, yo digo: “Me da lo mismo. Yo voy a hacer las cosas a mi manera. Ustedes tienen el descaro de hacerme esto y yo tengo la libertad de decir lo que yo pienso”. Díganme por último que no les gusta mi música, que no la encuentran de calidad. Tendría rabia -de seguro que sí- pero esto es distinto porque, además, después caché que es una respuesta tipo entonces más encima digo: qué poco cariño. Por último si te van a evaluar que te den razones. Si van a poner una frase picante que se vayan a la cresta, que se vayan a la chucha.

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