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Cultura

26 de Diciembre de 2011

La generación más rebelde del liceo Barros Borgoño

Esta es la historia común de Pablo Paredes, Camilo Becerra, Nicolás Fernandois y los hermanos Ibarra, destacados artistas que en los 90 -en el colegio del Sr. Zañartu, Canitrot y Enrique Maluenda y en el ocaso de la Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago (FESES)- construyó una épica político-artística que luego marcaría sus obras.

Rodrigo Alvarado
Rodrigo Alvarado
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(De izquierda a derecha: Gopal Ibarra, Camilo Becerra, Nicolás Fernandois, Pablo Paredes, Sebastián Escalona, Visnu Ibarra. La foto se tomó en el “nuevo” Barros Borgoño; el otro lo están remodelando pues fue el colegio más afectado por el terremoto)

Es medianoche de un día lunes de fines de noviembre y en un antiguo departamento del Parque Bustamante se ha reunido un grupo de jóvenes artistas. Alrededor de una mesa pequeña ocupada por latas de cerveza y un agua mineral, conversan el poeta y dramaturgo Pablo Paredes (30), el cineasta Camilo Becerra (30), el dramaturgo Gopal Ibarra (30) y los directores de teatro Nicolás Fernandois (30) y Visnu Ibarra (28).

Los últimos años han sido fructíferos para ellos. A sus reconocimientos como poeta, Paredes sumó un Altazor por la obra Las Analfabetas hace unos meses, Becerra estrenó su primera película Perro Muerto (Mejor Película en el WIP de Sanfic), los hermanos Ibarra se han hecho un nombre con obras como Dios es un lujo y Colo Colo 91, y Fernandois, solicitado actor teatral, ha cosechado loas como director emergente.

Sin duda tienen en común la reflexión crítica sobre el país y el reconocimiento del medio escénico. Pero también un origen extraño: fueron compañeros en el Liceo Barros Borgoño, el mismo establecimiento que Eduardo Ravani y Fernando Alarcón homenajearon produciendo allí la teleserie De cara al mañana (1982) y cantando su himno los sketches de La Oficina, y que a los ojos de las generaciones de los noventa provocaba una mezcla de orgullo y vergüenza ajena.

“Es un colegio más bien charcha en comparación a otros emblemáticos. Si del Instituto Nacional y del Lastarria salían los presidentes y los senadores, del Borgoño salían los diputados, los alcaldes y las estrellas pencas de la tele”, dice Pablo Paredes, quien -anuario en mano- se lanza a explicar cómo es que en un liceo de rígida cultura boy scout y donde les hacían leer menos de cinco libros al año, egresa una generación de artistas.

LOS RAROS AL PODER

Se conocieron en primero medio el año 96. Según ellos al Liceo todos llegaban como una suerte de proyectos familiares del sector sur de Santiago, con ansias de capear la pobreza de la escuelita numerada y con la urgencia de quedar en la universidad. Eran tiempos de melenas, ropa negra y bototos, de música punk y discursos de izquierda, y en el caso de la mayoría de ellos, de militancia en la Jota.

Esa afinidad estética y política se estrechó en el taller de teatro Oikos, que en griego significa “casa” pero que ellos prefieren conceptualizarlo en “familia”. Allí también estaban el dramaturgo Javier Riveros y el actor Sebastián Escalona, director de la obra multimedia American Jesus (2010) y director de arte en una serie televisiva sobre la realidad minera que viene en 2012.

El grupo alcanzó a crear un par de obras antes que el taller fuera clausurado por el rector. “Según él habían vestuarios muy raros y homosexualidad: mucha ropa negra, mucha pata de lycra”, cuenta Becerra. “Era como ser el bicho raro entre la manada de machos”, agrega Paredes.

Sin embargo la “familia” no se separó. En tercero medio los raros se hicieron del Centro de Alumnos con Paredes como presidente y un nombre propio: Asamblea de Izquierda del Barros Borgoño. “Pegábamos carteles contra Pinochet, poníamos el último discurso de Allende en la radio, cosas muy obvias hoy, pero que causaron una polémica extrema y una caza de brujas, porque la política estaba prohibida en el colegio”, recuerda Visnu, entonces coordinador de los cursos más chicos.

El paso siguiente fue levantar la histórica FESES (Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago). Simultáneamente otras asambleas de izquierda ganaron las elecciones en el Instituto Nacional (liderada por Jaime Gajardo, hijo del actual presidente del Colegio de Profesores), el Liceo 1 y el Liceo 7. “Así pudimos recuperar la tradición de los movimientos estudiantiles de antaño. La FESES estaba estancada como una productora de eventos”, recuerda Gopal.

La aventura política estudiantil se acabó el año 99, con la última directiva de la FESES, reemplazada al año siguiente por la actual ACES (Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios), menos devota de la izquierda militante, mucho más transversal que su antecesora y que en 2006 puso en jaque al Gobierno con su Revolución Pingüina.

“Sobredefendimos la FESES por su peso histórico. Fue un error porque era bueno ampliar el movimiento a los colegios de la periferia. Pero fue importante reivindicar el derecho de decir lo que pensábamos, discutir libremente, volver a los foros”, reflexiona hoy Paredes, “en nuestro caso era la libertad de expresión lo que estaba censurado, por eso necesariamente nuestras inclinaciones políticas estaban destinadas a ser artísticas”.

MELENA BACK STREET BOYS

El resto de la historia es más o menos predecible. Javier Riveros entró a estudiar Teatro en la Universidad de Chile. Paredes Publicidad en la USACH y Becerra a Cine en la Universidad Arcis, donde se reencontró con los hermanos Ibarra, Fernandois y Escalona, todos estudiantes de teatro.

Hoy ninguno milita en partido alguno. Sí han participado en las marchas ciudadanas, en procesos de lectura, de acción política y Paredes ha narrado el movimiento estudiantil para el diario argentino Página 12. También siguen colaborando entre ellos.

“Es complicado venir de un colegio municipal, pero juntos somos capaces de enfrentarnos con el mundo artístico, que es bien elitista. Si en algún momento nos unió sacar del gueto el tema político, ahora nos une hacerlo en las artes escénicas. No de manera amarillista, sino con la verdad de quienes vivimos esas pobrezas”, sostiene Gopal.

Paredes discrepa: “Tampoco es la secta del Barros Borgoño. No tengo problemas con el origen de otros artistas, el odio se lo guardo a los más malos de este país. Lo que rescato es lo bonito de que tus vínculos no sean producto del lobby artístico, sino de una amistad forjada cuando usabas la melena de Back Street Boys. La épica que tuvimos de adolescencia fue más linda que la chucha”.

“LLENOS DE RUINAS”

Aunque la institucionalidad política le cerró la puerta a los estudiantes, hay optimismo en la noctámbula mesa sobre el futuro del Movimiento Estudiantil. “Existe un correlato contundente que tiene que ver con participar en el germen de la discusión del modelo neoliberal. Este movimiento hizo del 80% una idea de país que antes perteneció, en el mejor de los casos, al 10 %”, advierte Paredes, “y que sin embargo ha estado presente artísticamente hace años”.

Por supuesto no son los únicos que han reparado en eso, pero este grupo de artistas ha dicho presente a la hora de reflexionar acerca de la vuelta a la democracia en Chile (Colo Colo 91, Jorge González murió), la marginalidad (Dios es un lujo, El final de la fiesta, Las analfabetas), la desigualdad (Perro muerto, Desdicha obrera), la soledad (La condena), las diferencias sociales (ABC1)…

Sus nuevos proyectos siguen la línea crítica. Becerra participará permanentemente en el Festival de Cine Social (FECISO) con José Luis Sepúlveda y Carola Adriazola. Los hermanos Ibarra vuelven en 2012 con un proyecto sobre la pelea que viene, la salud pública. Fernandois prepara un proyecto centrado en la figura de las asesoras del hogar. Y Paredes se benefició con un fondo obtenido en el Work in Progress del Festival de Cine de Viña, para la versión cinematográfica de Las analfabetas.

“Nuestros trabajos están llenos de ruinas”, dice Paredes, “hemos estado hablando de un país que se hace pedazos, pero este movimiento lo ha descontextualizado y me hace creer que hay una generación que puede construir Chile de nuevo”.

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