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Opinión

27 de Diciembre de 2011

“Este caso no es distinto a los que ocurrieron en Dictadura”

Hace casi tres años, el hijo de Mario Catrileo, Matías, murió de un balazo en la espalda que le disparó un carabinero. Ocurrió en un fundo del sur, durante una ocupación de comuneros mapuches. La semana pasada, la justicia dictaminó que el policía había actuado con exceso de celo, que eso no era un asesinato. Esta es una conversación con un padre que cuenta -sin una pizca de odio- cómo y por qué murió su hijo, un joven que era punk pero que hizo el servicio militar; que nació en Santiago pero que se fue a morir al sur, donde descubrió qué significa ser mapuche.

Pablo Vergara
Pablo Vergara
Por

Foto: Patricio Miranda

La semana pasada, la Corte Suprema declaró que lo que motivó al cabo segundo Walter Ramírez que le disparó a su hijo, fue un “mal entendido cumplimiento del deber con celo exagerado”.
-Claro. No sé. Podría haber actuado a lo mejor con celo pero en un potrero, donde no hay caminos, cercas, casas, tenía un espacio tan amplio para disparar, que hacerlo al cuerpo es con toda la intención del mundo.

Un homicidio calificado.
-Claro, con intención. No fue con intención de disuadir. Esto era un potrero y él disparó cuando la persona estaba a cincuenta metros, no había ninguna necesidad que se sintiera amenazado, tampoco: disparó por la espalda. Entonces, el celo… Es un descriterio.

¿Esperaba otra cosa del Poder Judicial?
-No, la verdad no esperaba otra cosa de la Corte Suprema que no fuera que ratificara lo que dijo la Corte Marcial, porque lo que la Suprema ha estado haciendo últimamente en los casos mapuches es prácticamente decidir lo mismo que deciden los jueces.

¿No choca esto con la otra cara de los jueces, las condenas en las causas de Derechos Humanos?

-Es que esa es la parte contradictoria, la que no encaja. Claramente hay una violación a los DD.HH., tan clara y aberrante como era en la época de la dictadura. Es insólito, por ejemplo, que el subsecretario de la época, Patricio Rosende, declarara al tiempo después -cuando el Fiscal Militar tenía muy claro que el asesinato de Matías lo había hecho el cabo por la espalda-, que lo que se estaba ratificando no era nada nuevo, que lo tenían claro en el gobierno de la ex presidenta Bachelet: que Carabineros había actuado a mansalva disparando por la espalda sin ningún agravante. No se entiende que el gobierno, que ya tenía claro que había sido un exceso de parte de Carabineros, mantuviera o no exigiera al alto mando la baja de este funcionario, ni tampoco cuestionara a los mandos. Es muy distinto del caso del joven Manuel Gutiérrez, estudiante, donde desde el general hacia abajo se fueron para la casa.

El fallo habla de una trayectoria de la bala ascendente.
-Claro, él se apoya en la puerta del jeep y dispara a la persona. Por la espalda. Cincuenta metros. No había ninguna justificación, por tanto el celo no existe. Es una mentira. Lo que no se entiende tampoco en los gobiernos de la Concertación es que este caso tampoco es distinto a los que ocurrieron en Dictadura, donde Carabineros se excusaba de cualquier forma: que esto fue enfrentamiento, que respondían fuego. Quedó comprobado por el fiscal militar que nunca hubo disparos: los únicos que dispararon fueron carabineros. Todo esto Carabineros lo vistió de manera que pareciera enfrentamiento, lo mismo que pasaba en Dictadura.

¿Siente que hay una sensibilidad con organizaciones de Derechos Humanos respecto a lo que está pasando en el sur?
-Hay claramente una forma de actuar distinta con la gente del sur. Obviamente la intención es que no protesten, que no reclamen, que no defiendan sus derechos. En el gobierno de Bachelet fue vergonzoso no haber hecho algo más por poner orden dentro de Carabineros, lo que hizo Piñera en el caso del asesinato del joven Gutiérrez. En las muertes de Matías, la de Jaime Mendoza Collío… Sobre todo en ese caso, donde hubo un montaje: muestran el casco, el chaleco del carabinero lleno de balas y todo eso fue mentira, y no hay un solo carabinero que haya sido llamado a baja.

EL HIJO
¿Cómo era Matías?

-Matías era bien alegre, a pesar que era muy crítico de la pobreza, de la distribución de la riqueza. Le gustaba disfrutar de la vida; la buena mesa, divertirse, la naturaleza, compartir.

¿Siempre le interesó su herencia mapuche?
-Fue a medida que iba tomando conciencia. Debe haber sido entrada la adolescencia. Se empieza a interesar por el apellido, de dónde venía, quiénes eran mis abuelos. A los 17, Matías hace un curso de mapudungun.

¿Le llamó la atención?
-No. La verdad, es que nunca sentí la discriminación del apellido mapuche, porque no tengo los rasgos. No me discriminaban porque la gente discrimina por lo físico. Es más como una curiosidad cuando digo mi apellido. Catrileo. El tema mapuche era más bien de historia. Ciertamente que la historia la miramos de otra manera, sabemos que hubo siempre mucha discriminación, abusos, violencia, despojo de tierra, mucho crimen, también. Pero no teníamos contacto mayor con la gente de las comunidades.

¿Matías ya era punk?
-Sí, ya tenía las ideas punk y se vestía de punk a veces. Las mechas para arriba y chaqueta, hacía su propia ropa, se compraba bototos en el Biobío, esas cosas. Pero era más bien, era punk a veces, no de todos los días.

EL MILITAR

Matías Catrileo estudió en La Florida y luego pasó al Lastarria. El salto fue de un colegio que no tenía mucha disciplina a algo más formal, dice su padre. “Queríamos prepararlo para lo que se le venía”, explica riendo. Terminó en el Lastarria. El segundo semestre de su cuarto medio decidió que no quería terminar. Su padre lo apoyó. Con reservas:

-Yo encontraba que no podía ser. O sea, después del segundo semestre no hay nada más que hacer, sólo esperar la PSU. No terminó y al año siguiente de tanto insistirle decidió terminar y se inscribió también para el Servicio Militar. Y encontrar el colegio para cuarto medio es misión imposible. Así que después de recorrer muchos colegios finalmente encontré uno donde no le exigían mucho. Pero estuvo poco tiempo: las clases empezaban en marzo y en abril lo llamaron para el servicio, dijo que sí, y se fue a Arica.

¿Esas rebeliones que tenía eran violentas?
-No. Para nada.

Usted describe un cabro razonable.
-Él era bastante razonable y conversábamos. Yo tenía el convencimiento que estas crisis… No toda la juventud es igual, todos pasamos por la adolescencia, no me voy a olvidar de la adolescencia y por tanto era cuestión de esperar, si no era ahora, iba a ser el otro año, y efectivamente así sucedió.

¿Y cuando decide hacer el Servicio Militar, qué siente? ¿Que se le va el hijo?
-Claro. El servicio militar es complejo, porque hay cero razonamiento, es obediencia absoluta y son instrucciones que repetir hasta el cansancio. No me calzaba que quisiera hacer el servicio militar. La única forma de entenderlo es que quería viajar, conocer, saber de otros lugares, aprender y no estar encerrado en una sala de clases.

Una aventura.
-Exactamente. Y lo que le encantaba era cuando hacían ejercicios militares. En el desierto. Él lo veía como algo novedoso, distinto, viajar. Vivir autónomamente. Le fue bien, quería sobresalir. Llegó a tener un rango dentro del servicio, era el que manejaba una bazooka, tiene un nombre, algo, no sé. Se sentía orgulloso de ser el capo de esta arma. Aparece en una foto con la bazooka en el desierto. Le encantaban los ejercicios militares y cuando no los había, se aburría mucho porque no tenía nada que hacer.

¿Cuando lo vio estaba cambiado?
-Sí. Con el servicio pegó un tremendo estirón y quedó flaco.

¿Pero no estaba cambiado de sus ideas?
-No, nunca compró el tema de la patria ni la bandera. Era una entretención, una aventura. En Arica lo pasó bastante bien. Yo pensaba que iba a volver en diciembre, antes de navidad y se quedó por allá. Y después ideó hacer un curso especial. Creo que los milicos pensaban que se iba a quedar. Entonces, empecé a mandar fax -en ese tiempo había fax todavía- para decirle al capitán que estaba a cargo que lo tenía inscrito para la PSU, así que terminado el curso lo mandaron de vuelta. Vuelve, se empieza a preparar y da la PSU. Yo pensaba que iba a estudiar Arquitectura o algo con arte, y al final me sorprendió queriendo estudiar Agronomía.

¿Por qué?
-Porque le interesaba la naturaleza, el cultivo de la tierra, y buscar la alternativa de cultivar sin dañar el ecosistema, sin usar pesticidas, químicos.

¿Y la opción de hacerlo en Temuco?
-Es porque revisa las mallas curriculares y encuentra que la UFRO tiene una práctica profesional el primer año. Yo quería que estudiara acá, en Santiago. Pero me convenció que Temuco era lo mejor. Mi hermana vivía en Temuco, así que por ese lado tenía donde llegar.

Ustedes son familiares de los Mariman.
-Mi hermana es casada con Pedro Mariman. Ellos se han interiorizado del tema mapuche.

Es la intelectualidad mapuche.

-Claro. José, Pablo, Pedro. Y, bueno, nosotros con ellos siempre estábamos en contacto con la realidad mapuche pero, al menos yo, desde el punto de vista intelectual. Nunca he ido a un nguillatun, ni un Llellipun, ni palin, ni nada.

EL MAPUCHE
¿Y la llegada de Matías a Temuco?

-Cuando estaba en Santiago el 2003, Matías se enfrentó a la violencia con la que son tratadas las comunidades con el asesinato de Álex Lemun. Matías admiraba mucho a Lemun y en Temuco empezó a interiorizarse mucho de su vida; para él era un referente. Siempre andaba con una camiseta con el rostro de Álex. En Temuco empieza a ver la realidad, sobre todo en la universidad. Conoce los hogares mapuches, donde vive gente que viene de las comunidades, distintos al que viene de Santiago; ahí está viva la relación de estos jóvenes con sus comunidades.

¿Y cómo y cuándo se da cuenta que su hijo es un militante?
-Fue al final, el año 2007. Matías muere en enero del 2008 y yo vengo a saberlo a fines del 2007. Él me lo cuenta.

¿Le dice que está participando de la Coordinadora Arauco-Malleco?
-Me dijo que iba mucho a las comunidades, visitaba a los presos. En ese tiempo los presos acusados por la ley antiterrorista estaban empezando la huelga de hambre. Él visitaba mucho a la gente presa en Concepción, en Angol. Conocí al abogado Alberto Espinoza hace poco, y él me contó que Matías había estado con él cuando fue a visitar a los presos el 2007. Estuvieron un día juntos. Matías lo acompañaba, lo guiaba.

¿No se imaginaba que estaba en líos con la policía?
-Sí, me contaba. Él llega el 2005 y ese mismo año participa de un paro y una toma en la universidad. Lo sumarían pero al final no pasó nada. Pero igual siguió participando de las huelgas o de las marchas que se hacían. Hubo un incidente también en la UFRO, una barricada en que cae un carabinero en moto y pierde su arma. Este hecho tiene importancia tiempo después, porque el abogado del carabinero en uno de sus alegatos en la Corte Marcial intentando sobreseerlo, argumenta que Matías pudo haberse disparado él mismo con esta arma que perdió el carabinero y que nunca más apareció.

Usted se entera en diciembre del 2007 que es militante CAM.
-Claro, me cuenta que pertenece a este grupo. Y la verdad es que no hay mucha noticia, no sabía qué eran. No había mucha información.

Claro. Sólo las cosas que le atribuía el gobierno.
-Pero si uno mira, no hay ningún hecho atribuible a la CAM, o a cualquier otra comunidad mapuche, que esté involucrada en hechos de sangre. Pueden haber barricadas, cortes de árboles, camiones quemados, pero nunca ha habido un muerto, un hecho de sangre, ni siquiera un herido grave. Entonces, no me preocupaba mucho por ese tema. Realmente, en la época de la dictadura había barricadas.

Claro, distinto que le dijera “soy del Frente o del MIR”, en esa época.
-Claro. Ahí lo empiezas a asociar que hay preparación militar, que hay armas. Estos son movimientos sociales que tienen una reivindicación bastante justa, porque la gente no reclama por… En la Reforma Agraria, por ejemplo, la gente que trabajaba un fundo quería tomarse el fundo. Pero en este caso, esta gente tiene documentos que avalan que efectivamente estas tierras les pertenecieron.

Y no hace quinientos años. Hace cien años.
-De hecho, mi abuelo nació en 1879 y todo esto pasó en 1850. El despojo, la usurpación de las tierras es algo que está en la memoria colectiva muy reciente. De los abuelos. No viene de la prehistoria.

LA MUERTE
Y usted, ¿cómo se entera?

-Estaba trabajando en Santiago y me llamó mi cuñado, como a las nueve, y me cuenta que hubo un accidente y que Matías al parecer está herido, no me acuerdo si me dice que habría recibido un balazo, o estaría grave. Me dijo que no estaba claro si era él. Yo sé, después, que a esa hora estaba absolutamente claro todo. En ese tiempo no escuchaba la Biobío, si la hubiese escuchado me habría enterado cuando venía al trabajo.

Uf.
-Mi cuñado dijo yo te llamo y yo rogaba que ojalá no fuera Matías. Pero en mi oficina ya sabían. Mis compañeros, mi jefe, llegaron a contarme. Ellos se portaron súper bien porque organizaron el viaje, el avión, el arriendo de la camioneta, ellos sabían más que yo porque yo no quería saber más. Era suficiente saber que estaba muerto, no me interesaba más.

¿Ese día conoció a los compañeros de Matías?
-No. Ese día llegamos a la morgue. Estaba el cura y el obispo Sixto Patzinger. Ahí conocimos a la doctora que hizo la autopsia, la doctora Barrientos. Y a la doctora Barrientos le dijeron lo que tenía que decir: que la bala entró por adelante y salió por atrás, porque esto es un enfrentamiento: “estamos frente a frente y yo te disparo porque si no tú me vas a matar”. Ella habla con nosotros y nos dice que ella, sin ser experta, cree que la bala hizo esa trayectoria.

Es Investigaciones la que dice lo contrario.

-Investigaciones lo tenía claro desde el principio, porque ellos llegaron al lugar y tomaron fotos. Ellos saben perfectamente cuál es el orificio de entrada y cuál es el de salida. Esta es una bala tremenda, que le atravesó el cuerpo e incluso un dedo. Pero la doctora en su informe determina que la bala entró por adelante y salió por atrás. Obviamente que después del tiempo la doctora Barrientos desapareció, ya había hecho su pega. Ella siempre sirvió en la defensa del carabinero.

¿Y cuándo conoce a los compañeros de Matías?
-Al día siguiente, en la noche. Quisieron conversar con nosotros y estaba yo. Se juntaron y estuvieron contando la vida de Matías, lo que cada uno había compartido con él. Y ahí conocí a algunos que habían estado con Matías en el momento que murió.

Durante el funeral, la prensa hizo mucho hincapié en estos jóvenes encapuchados que casi que estaban buscando venganza.
-No, su objetivo no es la venganza ni matar a nadie. Ellos quieren reclamar sus tierras, pedir que los dejen hacer su vida, poder hablar su lengua, educar a sus hijos…

¿Era un weichafe Matías?
-La traducción de weichafe es guerrero. Y yo no los veo guerreando. Es como decir que Camila Vallejo es weichafe.

Si tuviera que resumir, ¿por qué murió Matías?

-En realidad, creo que muere porque estaba luchando por algo que era justo de luchar. Fue muy generoso también en el tiempo, en dar, en disponer de él para ayudar a la gente. Podría haber estado en cualquier parte disfrutando la vida

Estudiando en la Católica.
-Estudiando en la Católica. Yo lo invitaba a vacaciones. Lo invité un verano a Brasil y no quiso, se quedó acá y acompañó a sus amigos de los hogares mapuches. Los chicos en verano, para poder financiar sus estudios, vienen al norte a trabajar de temporeros, en la fruta. Él se vino, estuvo acá en Colina en la recolección de la uva. Y no quiso viajar con nosotros.

Usted siempre habla muy orgulloso de su hijo.
-Sí. Él creyó en algo. Y cuando uno cree en algo y lo vive a concho, está bien. No siempre uno encuentra algo en qué creer. Y creer diciendo “vale la pena creer en esto y me la juego”. La mayoría no hace eso. Es una época individualista. Uno dice: ya, me conformo con tener casa, auto, viajar. Eso es todo. Y después me muero, porque todos vamos a tener que morir.

Así como Matías admiraba a Lemún, hoy él es un referente.
-Sí. Me ha tocado estar con jóvenes que se acercan y dicen que admiran a Matías, que encuentran que ha sido muy consecuente. Igual, el video que él grabó… Hay cosas tan especiales. En ese video, al final dice “y yo les digo desde acá a ustedes”. No sé, es como sabiendo que esto les va a servir, voy a ser el referente para ustedes, digo un discurso y se los digo de acá a ustedes, para que lo tengan claro.

En todo este proceso, hay cosas que fue descubriendo de Matías. Cuál es la que más le gusta.
-Si no hubiese pasado eso, Matías a lo mejor hoy habría estado preso, en la huelga de hambre. Todos nos vamos a tener que morir, es cierto; y algunos habrán hecho algo y otros no habrán hecho nada. Cuando alguien luchó y creyó en algo en la corta vida que tuvo, si sirve el ejemplo de entrega, de sacrificio, bien. Está bien luchar por mantener mi idioma, mis costumbres; por mi tierra, porque de ella obtengo los productos y me asegura la próxima generación y si no contamino, no sólo me va a beneficiar a mí, sino que a todos los que vengan después. Eso hoy tiene cada vez más validez.

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