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Cultura

6 de Enero de 2012

“Ahora tengo que demostrar que sí tengo talento, que va más allá de una cara”

La pieza de Sergio Nordetti se divide en dos. El lado de su hermano y el lado de él. El lado de su hermano tiene un banderín, una bandera, un par de cojines, unos dibujos y un rosario: todos de Audax Italiano. El lado de Nordetti no tiene nada. Casi nada: el cuadro donde sale […]

Camila Gutiérrez
Camila Gutiérrez
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La pieza de Sergio Nordetti se divide en dos. El lado de su hermano y el lado de él. El lado de su hermano tiene un banderín, una bandera, un par de cojines, unos dibujos y un rosario: todos de Audax Italiano. El lado de Nordetti no tiene nada.

Casi nada: el cuadro donde sale dibujada una niña y un mini mini grafiti. Nordetti apunta al cuadro:

-Ése me lo hizo mi mamá pensando que yo iba a ser mujer. Y yo soy bien hombre para mis cosas.

Del mini mini grafiti se entiende el nombre Sergio y el conector y la tercera palabra no se lee.

-Es el nombre de mi polola.

-No se nota.

-Ésa es la idea.

Nordetti dice que la conoció en la Radio Corazón, que fue un flechazo fulminante, que es celosa, que no quería que su chico se hiciera las operaciones -cambio de dientes, prótesis en el ojo, arreglo de nariz, enderezamiento de pera- que se hizo en el programa Quiero un cambio. Nordetti mueve los brazos, mueve los brazos, mueve los brazos y dice que no puede decir más de ella, ni de cuándo perdió la virginidad, ni de nada que se parezca a hablar de sexo.


-Es lo que más me cuesta hablar. No es por ser pesado ni nada, trato de cuidar lo que uno va construyendo porque ése es el costo de ser un poco más conocido que otros.

-¿Cómo te gustan las mujeres?

-Me da lo mismo pero, lo que sí, tienen que tener las pechugas grandes. Pero no me importa si son gorditas o si son flaquitas.

-¿Pechugas más que poto?

-Mi polola tiene las dos cosas grandes. Pero no sé, no sé, no sé.

-No te pongas nervioso.

-Es que no me gusta hablar estas cosas. Además que lo más importante es conocer a la persona.

-Como que te sale el ángel bueno y el ángel malo.

-Es que de estas cosas me cuesta hablar entonces pienso: “Oh ¿qué estoy diciendo?” Y vuelvo para atrás.

Hay quienes cantan bien, hay quienes actúan bien, hay quienes farandulean bien y, a todos ellos, se los entrevista por cantar, por actuar, por farandulear. La virtud de Nordetti -que usa marca Polo por Kike Morandé, que admira a Willy Sabor, que tiene sobre la cama unos audífonos enormes y que ha sufrido mucho- es la fealdad: su arma a favor/su arma en contra

-Desde chico me refugiaba en la música, entonces cuando me hablaban y me molestaban, no pescaba. Escuchaba la música con volumen muy alto y no pescaba. Al final se aburrían.


-¿Qué es lo peor para un feo? ¿La infancia o la adolescencia?
-La infancia porque me molestaban, yo les pegaba a todos, me echaban del colegio, me iba a otro colegio. Parecía nómade: estuve en ocho colegios.

-¿En la pura básica?
-Sí, porque me molestaban, yo les pegaba, me enojaba, quebraba vidrios, era un Tazmania. Un terremotito cualquiera.

-¿Cómo te empezó a interesar la tele?
-Cuando yo era chico vivía en Providencia y el Roberto Nicolini hacía un Pipiripao sin cámaras, sin nada, en el mall Panorámico. Una vez me invitó a participar y yo salí animando la cuestión con él. Tenía como cuatro años. Me senté ahí y me dijo: ¿qué niños quieren salir adelante? y salí yo, que era el más extrovertido de cinco niños. Ahí tengo el mail de Roberto Nicolini y de repente le escribo. La otra vez le mandé una foto y me dijo que era IGUAL -la cara nunca me ha cambiado- el mismo niño que cuando era chico. Estuve mucho tiempo trabajando en el mall Panorámico.

-¿Te daba envidia los niños que trabajan en la tele?
-Me pasó con el hijo de Jorge Hevia, que trabaja en las teleseries como Tic Tac, Rompecorazón, Estúpido Cupido, que yo pensaba que también podía hacer lo mismo, como que peleaba con la tele cuando lo veía a él. Le decía: “Vos no servís, vos no servís”. Cosas de cabro chico. Yo lo conozco al Coke Hevia, lo conocí en Pasiones, con Felipe Camiroaga, y no es mala persona.

-¿Pensabas mucho en él de chico?
-No es que pensara. Es que me daba rabia porque decía: “como es el hijo de Jorge Hevia”, pero nunca pensé que lo hacía mal -porque lo hacía bien- pero yo quería estar en la tele sea como fuera. Al principio yo era una persona que me paraba afuera del canal a las ocho de la mañana y me iba a las ocho de la noche. Una vez estuve esperando toda la tarde que saliera una van para estar con la gente…

-¿Para que te descubrieran?
-Como para buscar oportunidades, buscar productores.

-¿Qué te decía tu mamá de que estuvieras todo el día?
-Mi mamá me tenía paciencia. Y hasta el día de hoy me tenía paciencia con eso.

-¿No fe?
-Fe también, pero lo que pasa es que muchas veces en la casa faltan cosas y mi mamá trabaja, y somos hartos. Pero ella sabe que yo lo podía lograr.

Mientras duerme, Nordetti tiene un sueño que se repite: está en un escenario, animando. El escenario es difícil de identificar, pero se parece al de la Teletón

Mientras está despierto, Nordetti -que partió con Constantini, el otro feo más feo, Panoramix, siguió con Leo Caprile y terminó con Kike Morandé- sueña estar en Yingo.

-¿Ser el nuevo Karol Dance?
-Partir de a poco. No quitarle el puesto al Karol, sino que estar con él animando si es que se puede. No me interesa tener una polola como él.

-¿Eso lo dices para que tu polola no te rete después?
-No no. Es que no me interesan las mujeres así, como de la tele. Todo lo que es de la tele para mí es porque me gusta, porque es una pega que me gusta, pero no es para pololear. Estoy tan acostumbrado a trabajar con ellas -llevo once años en la cuestión- que ya me da lo mismo.

-¿Qué piensas de los bonitos?
-Nunca he sentido celos. La gente bonita está bien: casi todos mis amigos son pintosos. Soy el único que no lo es.

-¿Y no es por qué no yo?
-Ellos son bonitos, tienen cancha con las mujeres, pero tú los sentai frente a una cámara y no pasa nada.

-En el programa en que te operaste decían que habías construido un personaje para el resto.
-Yo siempre trabajé con esa cara y esa cara me ayudó a llegar donde estoy: a mi me gusta hacer tallas y los otros participantes me decían: “Tú te escondís detrás de una talla, tú te escondí detrás de hacer reír, pero si uno habla contigo es diferente porque igual te pesa”. Ahora muchos dicen que con la operación cambié mucho, ya no ando todo el día leseando.

-¿Y no pierdes tu gracia televisiva?
-Ahora tengo que demostrar que sí tengo talento, que va más allá de una cara, de una esencia facial de la cual uno se puede reír.

-¿Te da susto lo que viene?
-Estoy tranquilo pero creo que me voy a ir asustando.

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