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Opinión

21 de Febrero de 2012

Alcalde de Colbún: “Los weones de Juana Fe son unos hediondos culiaos y muertos de hambre”

Juana Fe terminó su presentación en el festival “Recital Colbún y su Gente” entre algunas pifias y música envasada que tapaba a sus instrumentos. “Era más incómodo que la cresta”, dice Tomás Muhr, percusionista de la banda. La explicación a esto tuvo lugar momentos antes, cuando todavía no se subían al escenario, en el backstage. […]

Archivo The Clinic
Archivo The Clinic
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Juana Fe terminó su presentación en el festival “Recital Colbún y su Gente” entre algunas pifias y música envasada que tapaba a sus instrumentos. “Era más incómodo que la cresta”, dice Tomás Muhr, percusionista de la banda. La explicación a esto tuvo lugar momentos antes, cuando todavía no se subían al escenario, en el backstage. Un altercado entre el alcalde y la banda, supuestamente iniciado porque se metieron a la fuerza a comer ceviche con las manos en una mesa privada del alcalde. La banda lo desmiente, pero el edil sigue firme en su versión.

A ver alcalde, ¿qué fue lo que pasó?
– A ellos los contrató un productor, yo no tuve nada que ver. Como alcalde, y por el respeto a los invitados que uno trae, teníamos un cóctel como a 150 metros, en el mismo estadio. Con ceviche, carnecita picada… weaítas ricas. Para no decir “pan con mortadela”, porque yo soy más acampado, y me gusta la weá más criollita. Si tu invitai a las autoridades regionales no los vas a tener cuatro horas sin ni un vinito. Y yo no me meto con el contrato ni la otra weá, a lo más les dejamos agüita o jugo a los artistas. Entonces nosotros incluimos en la producción del artista gastos extraordinarios que son para catering. El cuento está en que estabamos compartiendo con los concejales y otro grupo, en una mesa chica. Y en eso pasan dos minas de los Juana Fe. Y te lo prometo compadre, y se tiran de cabeza al ceviche. Te lo juro, hubiera tenido una cámara, las grabo. Ni siquiera dijeron “permiso”, “¿podemos?”, nada. Y una de las minas saca ceviche con la cuchara y se lo echa en la mano. Y empezó a comer como si estuvieras en un canal, tomando agua a la antigua.

-Yaaaa, ¿con la mano?
– Nosotros quedamos pálidos. “Y estas weonas”, dije yo. Después llegaron otros y otros. Ya era hora que tocaran, y la gente empezó a chiflar. Ya llevabamos 10 o 15 minutos en que no pasaba nada. Entonces le dije a la producción que anuncien a los Juana Fe. Y en eso la mina vuelve y parece que les dijo a los demás “Cabros, ahí atrás está el catering”. Y llega la tropa de weones, loco y se tiran clavaos donde estábamos nosotros. Ni siquiera el productor nos pidió permiso ni nada. Y si fuese así, puta la raja, yo nunca me he negado con la comida y menos con un grupo como ellos. Los tipos llegan y nos atropellan y empiezan a pedirle cuestiones a las personas que estaban ahí, toda la weá. Entonces yo digo “estos weones qué se creen, sin respeto de mierda”, así, palabras textuales. Les digo “compadres, tienen que ir a tocar”.
“No, es que no hemos comido”, respondieron. “Es que no es culpa mia que no hayan comido, tiene que ir a tocar, el público los está esperando”. Yo me quemé porque no me estaban pescando. “Ya po weones vayan a tocar si para eso les estamos pagando, no les estoy pidiendo ningún favor, vayan a tocar”, les digo. Les chasqueo los dedos y los llevo al escenario, yo solo.

¿Los llevó de un ala al escenario?
– Sí. El cuento es que cantan la primera canción y se largan compadre con la weá de la educación, que a ellos les había llegado que el alcalde de Colbún había desalojado a los estudiantes, y que ellos habían sufrido las mismas roterías y picanterías del alcalde. Yo no dije nada. Me hice el weón. La gente los empezó a pifiar. “Bajanse conchesumadres”, “qué vienen comunistas culiaos”, “te están pagando y están mordiendo la mano que les da de comer” y así les gritaba la gente, te lo juro. Por lo tanto no cantaron más de 5 canciones y los cortamos. Les dije “bájenlos”, me importa una raja, el público no los quería escuchar porque estaban ofendiendo al alcalde. Que era un roto, un picante, un huaso. Y acá la palabra huaso duele po’ compadre, se cree que es parte de la ignorancia y no po’, el huaso es el huaso chileno, que baila la cueca. Entonces la gente se ofendió mucho. Después los tipos bajaron y ahí queda la cagá.

Dicen que hubo empujones y todo
– Yo voy y les digo “puta compadre, cómo se le ocurre, les estamos pagando, son poco profesionales”. Es una falta de respeto a la autoridad.

Ellos denuncian que al comenzar la cagá, ustede tenía un cuchillo en el cinto. ¿Es verdad?
– Oye, pero cómo. Estoy con invitados, me subo al escenario, hablo al público… ¿en que momento saco un cuchillo?

-No sé, eso es lo que dicen ellos.
– Al contrario, ¿sabí qué compadre? Me gustaría tener grabaciones. Cuando hablé con ellos, les dije que era una falta de respeto hacia la gente, uno los trae con ganas para que toquen y hacen puras cagás. Los tipos se daban vueltas en el pasto, andaban cochinos, andaban hediondos. !Hediondos! Un olor raro, no sé si andaban miaos, cagaos o hediondos a vino. Pero era desagradable pasar al lado de ellos, porque uno llega bañadito y cacha al tiro cuando un weón anda hediondo. Pero ese no era mi problema, mi problema era que ellos cantaran. Les dije que se fueran a la chucha, como ellos ya estaban pagados, se dieron el lujo de hacer la weá que quisieron. Y de ahí quedó la embarrada. Ellos empezaron a grabar con una cámara, dicen que nosotros se la quitamos.

Ellos denuncian eso…
– En ningún momento se la quitamos. Bueno, yo no. Ahí en la trifulca a lo mejor alguien sí lo hizo.

Dicen que un funcionario municipal les quitó la cámara
– Puede haber sido, puede haber sido. Es que se juntó tanta gente… llegaron con las trompetas a puro darnos a nosotros. Si andaban en otra, andaban en Becker. Para que reaccionen así personas que se supone más educadas que nosotros, que somos una comuna de campo… si el alcalde acá tiene cuarto medio no más po weón, no es ningún abogado ni médico. Pero somos súper ubicados. Ellos nos miaron el gallinero, y yo hablé con los Carabineros para que los sacaran cagando. Pero nosotros jamás les pusimos cuchilla, ellos fueron los rotos, ordinarios, sin respeto.

-¿Fue tanto el odio de la gente?
– Si el pueblo los quería linchar. Como dije, si hubiera andado a caballo, yo personalmente amarro a los weones y los echo del pueblo. Por faltar el respeto. Si hubieran hecho un recital gratis, puta, que hagan las weás que quieran. Pero acá venían pagados. Cobraron.

-¿El año pasado también tocaron, no?
– Sí po, y no tuvimos ningún problema. Yo los traje. No me gustan, no me gusta esa música, pero a la gente sí. Por eso los traje de nuevo. Pero este año quedó la cagada.

-El manager dice que el año pasado, les pagaron en efectivo, en un auto, en una movida media trucha, sin factura…
– Es que como haya sido. Nosotros contratamos un manager. Nosotros subimos a Chilecompras esas cosas. Entonces pagamos a quién los trae. Y él verá cómo les paga. Les pagará en chirlitos, no sé po weón. Nosotros hacemos el contrato con la productora. Yo no ando con cien lucas para pagar. No po, si la weá no es así, el servicio público hoy día no es chacota.

-Ellos denuncian también que usted mandó palos blancos para que los pifiaran
– Mira, habían 10 mil personas. Ellos nunca supieron qué fue lo que pasó a 150 metros de ahí, en el catering. Y Juana Fe, en palabras textuales del vocalista, dijo que a 10 metros para allá había un cóctel de camarones y exquisiteces, mientras el pueblo estaba parado, y allá estaban las autoridades banqueteandose. A ver, dime, hay 10 mil viejos en el estadio, ¿con cuántos podría conversar yo y decirles que los pifeen? ¿Uno, dos? Más encima, yo me quedé con los charros de Lumaco conversado. Y ellos quedaron como “qué onda estos weones”. Como estaban más volados que la conchasumadre, no me iba a prestar a quedarme cerca del escenario para que me obligaran a subir. Los weones podían hacer cualquier weá y el único que iba a quedar mal era yo.

¿Nunca pensó en subirse a desmentirlos?
– No, los dejé que fueran felices. Porque las 10 mil personas que había los empezaron a chiflar. ¿Por qué? Porque la gente de Colbún quiere al Pedro Pablo, aquí la gente me quiere. Por algo me eligieron, si yo soy alcalde independiente, me gané la weá solo. Yo soy huaso, ando a caballo, hago mil weás, la gente me quiere mucho. La gente les gritaba bajense weones, bajense volaos culiaos. Sí po compadre, palabras textuales.

Ellos dicen que usted los esperó con matones
-No, no, no, nada. Yo no soy de ese estilo po’ compadre, ellos se pasaron cualquier rollo. ¿Sabes quiénes eran los matones? Los funcionarios municipales que tenía en la entrada, que eran mujeres. Son asistentes sociales, personas que estaban para recibir a las autoridades que yo invito y para atender a los artistas. Unas 15 mujeres y 5 hombres. Ni siquiera tenía guardias de seguridad, si la gente de mi pueblo es tranquilita. Ni Carabineros.

¿Y cuándo llegaron los pacos entonces?
– Carabineros llegó cuando los tipos fueron a buscar los instrumentos. Estaban ofuscados porque yo los bajé. Los weones de Juana Fe son unos hediondos culiaos y muertos de hambre.

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