Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Mundo

4 de Marzo de 2012

Recorrido por el barrio más brígido de Bogotá

Por Jonatan Bermúdez Pascuas para EL TIEMPO de Bogotá En El Amparo, que encabeza el ranking de los barrios más peligrosos de Bogotá, los letreros de prohibido botar basura y orinar en la calle han sido reemplazados por uno muy particular: ‘No fumar vicio aquí’. El anuncio no es gratuito. En este sector de la […]

Por

Por Jonatan Bermúdez Pascuas para EL TIEMPO de Bogotá

En El Amparo, que encabeza el ranking de los barrios más peligrosos de Bogotá, los letreros de prohibido botar basura y orinar en la calle han sido reemplazados por uno muy particular: ‘No fumar vicio aquí’.

El anuncio no es gratuito. En este sector de la localidad de Kennedy, que conforman 18 barrios, sus habitantes son testigos frecuentes de hurtos, asesinatos, microtráfico y consumo de droga. Según cifras de la Policía Metropolitana, el año pasado se presentaron 30 homicidios y en lo que va corrido del año van 5.

Estas características hacen de la zona, especialmente de las dos manzanas aledañas a la puerta seis de Corabastos, un territorio comparable en miedo e indigencia al desaparecido ‘Cartucho’, en el centro. “Acá, casi todos los días hay atracos y no hay un fin de semana que no haya muertos o heridos”, cuenta Tito Carvajal, un vecino.

EL TIEMPO recorrió El Amparo, donde habitan unas 35.000 personas de estratos 1 y 2, y comprobó el estado de inseguridad que la comunidad denuncia.

En la madrugada, el caos que genera Corabastos hace del lugar un hervidero humano. Cada esquina es un basurero donde habitantes de la calle escudriñan los residuos dejados allí por los recicladores, que abundan.

En la tarde, el ambiente empeora. Hay decenas de expendedores vendiendo en las esquinas las llamadas ‘bichas’, papeletas con bazuco y marihuana, cuyas dosis personales cuestan entre 2.000 y 5.000 pesos.

Los jíbaros (expendedores de droga) están estratégicamente ubicados: cuando las autoridades están cerca, ellos se comunican entre sí y la mayoría de las veces logran esconderse a tiempo. “Juegan al gato y el ratón. Cuando los agentes se van, ellos vuelven a salir de las chatarrerías”, expresó José Saza, líder comunitario.

Víctimas del mismo barrio

“La droga es la principal causa de la muerte aquí”, cuenta Olga María Cárdenas, de 62 años, una mujer que el pasado 28 de enero perdió a John Henry, su hijo. “Lo sacaron de un bar a la medianoche y lo mataron de un disparo en la cabeza”, recordó.

La señora dijo que su hijo tenía 30 años y que trabajaba surtiendo de mercado las tiendas del barrio. Según cuentan los vecinos, “(John Henry) se vestía muy bien y no se metía con nadie”. Sin embargo, un día no quiso dejar que ‘viciosos’ consumieran bazuco frente a su casa y esa situación, al parecer, le costó la vida.

La misma suerte corrió Carlos Núñez, un vigilante de 45 años que una mañana se batió a tiros con tres jíbaros que expendían droga frente a su casa. “Él les dijo que vendieran esa vaina en otra parte, entonces se les enfrentó con el arma de dotación”, expresó Consuelo Labrador, su esposa. “Murió de un impacto en el pecho”, precisó.

Según el coronel Ánderson García, encargado del CAI Caldas, los principales problemas que aquejan al sector son la cantidad de bodegas de reciclaje que existen y los habitantes de la calle. “Detrás de las ‘chatarrerías’ hay una red de microtráfico y comercio de armas contra la que estamos luchando”, explicó. Las cifras oficiales del 2011 reportan, además de homicidios, 73 denuncias por lesiones personales, 78 hurtos, 10 robos de carros y 17 de residencias.

Incluso, se ha llegado al extremo de prohibir el ingreso de taxis en la noche, a riesgo de ser apedreados.

Un pasado violento

La violencia en El Amparo tiene antecedentes en los años 70 y 80. Según la Corporación Arco Iris, la situación que vive El Amparo comenzó cuando la banda conocida como ‘Los Tierreros’ inició la venta ilegal de predios.

“En ese momento la gente se mataba por los lotes, porque muchos decían ser dueños de uno solo”, narra Nelly Casas, quien llegó al lugar cuando aún era un humedal.

Otro de los grandes negocios del sector es el alquiler y venta de armas de fuego. Según el tipo (revólver, pistola o ‘changón’), “se consigue entre entre 50 y 100 mil pesos”, aseguró un líder comunal, que prefirió no divulgar su nombre.

El alcalde Gustavo Petro le dio la razón a la comunidad cuando, el pasado primero de febrero, decidió lanzar en El Amparo su política de desarme, argumentando que se trataba de una “zona de tránsito para los negocios, no solo de Corabastos, sino de armas, municiones y estupefacientes”.

Aunque la gente admite que este año la situación ha mejorado, pues la Policía instaló un CAI móvil y 30 uniformados hacen recorridos, esperan el día en que las papeletas no existan, bajen los asesinatos y se deje de estigmatizar al barrio.

Víctimas, amenazadas. Los intimidan para que no denuncien los casos

Los familiares de las personas que han sido asesinadas en el sector de El Amparo denuncian que, luego de perder a sus seres queridos, han sido amenazados por grupos de jóvenes para que no interpongan la respectiva denuncia ante las autoridades.

“Luego de que mataron a mi esposo, me tocó cerrar unas cabinas telefónicas e irme por las amenazas”, dijo Consuelo Labrador.

Temas relevantes

#Bogotá#drogas#violencia

Notas relacionadas