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Opinión

23 de Marzo de 2012

“A muchos muertos se honra y a muchos cretinos se sepulta rediscutiendo lo de las Malvinas”

Radicado hace más de 20 años en Chile, Galende acaba de terminar un libro sobre el pensamiento emancipador de Jacques Rancière aplicado al movimiento social chileno. Hablamos con él de todo eso y, también, del campo cultural chileno, incluida una repasada por los Imaginarios Culturales -de los que participó- y por las gracias y vicios del mundo intelectual: “No exageremos: la crítica y los libros no son tan importantes”, dice.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
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Foto: Alejandro Olivares

El día en que el filósofo argentino Federico Galende (1965) llegó a vivir a Chile era el velorio de Jaime Guzmán. Vio pasar el féretro por la calle sin entender nada. La gente decía que había muerto un senador, que lo habían asesinado. Pero el siguió caminando sin entender nada. “Fue como esos films en que uno ve un pequeño detalle a partir del cual se construye una historia que es infinita”, dice. Ese momento marcó su llegada.

Galende, nacido en Rosario, dejó su país buscando aventuras. “Siempre me gustaron esas escenas tan propias del cine de Jarmusch, de esos tipos underground que dan un portazo y se encuentran con lo que andan siguiendo. Como esa película de Tom Waits donde sale sentado en la cuneta, con todas sus porquerías tiradas en el suelo y la llave de su hogar familiar cerrada para siempre. Esa fue mi sensación cuando llegué aquí”.

Desde entonces han pasado más de dos décadas. Hizo su familia acá, se estableció, es profesor de la Chile y miembro del colectivo Extremoccidente. Se acostumbró a usar el artículo antes del nombre propio, a que un completo fuera una salchicha y no una medialuna, a que se usara la palabra tuto para referirse al sueño, a que a la hora en que se duchaba en Buenos Aires antes de cenar aquí se apagaran las luces y fuera una ciudad entera casi la que se dormía. Ahora ya es un chileno más. Se insertó como un curioso, y en eso está todavía, en el mundo del arte. Ha escrito libros al respecto, como la trilogía Filtraciones, donde se ha dado el tiempo para escuchar las aventuras y desventuras de 50 artistas e intelectuales que han formado y siguen armando nuestra escena cultural.

Esta curiosidad por hacer Filtraciones partió cuando Nelly Richard le habló de una cosa que se llamaba Escena de Avanzada: “Una figura extraña conformada por dos palabras que no me gustaban nada, porque a mí no me gustaban (y creo que siguen sin despertarme sentimentalismo alguno) ni la palabra “escena” ni la palabra ‘avanzada’”.

¿Por qué no?
-Poco a poco fui entendiendo que el arte en Chile conformaba un espacio que conducía a hacer una lectura de la política, de lo que ocurrió desde el golpe en adelante al menos, más atractiva que la que podíamos hallar por entonces en el campo de la narrativa o de la sociología transitológica tipo Flacso.

CHUCHADESUMADRE
Justo Pastor Mellado se anduvo enojando con Filtraciones, donde él aparece. Yo nunca entendí bien el por qué de su enojo.

-Dijo que soy un burro argentino doctor en Chile. Eso es pensar muy mal de Chile. Me parece muy mal que alguien que forma parte del gobierno de Chile, después de haberse vendido un día antes por medio de una carta, esté pensando que un burro argentino equivale a un doctor chileno. Sea como sea, no deben gobernar este país personas que piensen así. Y eso de que soy un burro lo admito 100%. A pesar de eso, no tengo ninguna mala onda con él y me encantó la conversación que tuvimos para el libro.

¿Tuviste otro problema con los entrevistados?
-No. Los libros están conformados de tal manera que lo que en ellos se edita es una especie de no edición. Keith Richards decía que hay que grabar con pelos en la cámara. Y de alguna manera las libros de Filtraciones están hechos así, cojean, tienen ruidos y son un poco sucios, pero me gusta esa cosa más suciona.

No es que uno los ande buscando, pero no hay mucho garabato en el libro. ¿Los sacaste o los entrevistados te pidieron que los sacaras? Por ejemplo, Gonzalo Díaz en la entrevista con The Clinic dijo chuchadas de las que se arrepintió luego, pero en tu libro no dice ninguna.
-Los quité todos de la grabación y ahora los tengo todos desparramados por el piso. Pero, bueno, son obras de Gonzalo Díaz y por algo las cuido.

¿Pero por qué no hay garabatos?
-No sé. Es probable que, como a mí me enseñaron cuando chico a no decir muchos garabatos, se me hizo un vicio de editor el quitar los garabatos de la grabación y los removí.

¿Por qué no los usas?
-No sé. Me encantan como suenan sobre todo los de Gonzalo Díaz, cuando dice conchesumaaadreee. El conchesumadre me encanta, pero bien pronunciado. Si lo aprendiera a pronunciar bien dejaría la filosofía para dedicarme a pronunciarlos todo el día. Es todo un arte pronunciar un garabato, pero todavía no he aprendido a hacerlo bien en Chile.

¿Y por qué faltan nombres importantes como Matilde Pérez o Juan Pablo Langlois en Filtraciones?
-Y Natalia Babarovic y cien más. En el caso de Langlois, él no estaba en Chile.

Guatón Leppe tampoco está…
-No quiso. Me respondió como una especie de agente de gobierno, ja. Lo que finalmente hice fue buscar algo que hiciera memoria o representara; por ejemplo, del CADA está Diamela Eltit. En Filtraciones no quise hacer un libro de singularidades, sino un libro de memorias pacientemente tejidas. Una especie de documento no cerrado sobre un período de la vida dramática y animosa del país. Entonces carezco de justificación para quienes no están.

¿A quién más te habría gustado entrevistar?
-Es una pregunta incómoda. A Enrique Lihn fue al que más extrañé de todos, porque si hubiera estado vivo, habría hecho unos tres Filtraciones conversando con él.

El otro día me decías que hay artistas que siguen haciendo obras para ser analizadas durante los próximos años.
-Hay un problema en Chile que es cuidar al infinito lo que uno va a hacer o lo que va a decir. Hay un cuidado permanente de no descuidar nada.

Es como si con su arte fueran a cambiar el mundo.
-Exactamente. No es tan importante. No exageremos. Y la crítica y los libros no son tan importantes.

¿Has pensado en sacar un Filtraciones IV pero en onda radial?
-Sería muy lindo. Pero es difícil hacerlo porque me dedico a muchas cosas.

RANCIERE Y LA EMANCIPACIÓN
Galende acaba de terminar un texto, que aún no tiene editorial, y que es una aproximación al pensamiento del filósofo francés Jacques Rancière, aplicándolo a todo lo que pasa en Chile con los movimientos sociales que marcaron el despertar de una ciudadanía que muchos creían impávida, dormida. Rancière, según él, sirve para explicar lo que pasa hoy, pues propone una idea de emancipación a partir del propio pueblo y no de la clase ilustrada, que desde siempre se ha jactado de ser la única capaz de ayudarlos en esa causa emancipadora, cosa que no es así. “La filosofía que instruye a los sin parte, enseñándoles cómo tienen que hacer su revolución, es mucho más su enemiga que su cómplice. Está bueno empezar a darse cuenta que las personas pueden filosofar sin tener estudios de filosofía, porque la filosofía no es exclusiva de filósofos. Y que pueden así emanciparse. Si analizamos todo lo que está pasando, ¿con qué nos encontramos? Con una capacidad de la gente para hacer prevalecer su supuesto de igualdad, pasándose por alto a estos críticos sabelotodo que construyen una especie de modelo obsesivo, donde el comunismo es solamente una cosa para guiar a las masas, porque cualquier otra cosa es engaño, es distorsión, es estetización.

Como una especie de fascismo oculto.
-Exactamente. Parece que hay una complicidad entre una derecha policial que resguarda que todo esté siempre en su lugar y una izquierda crítica obsesiva que considera que sin la ayuda de las grandes direcciones partidarias los pobres y los pueblos están siendo engañados siempre por un tercero que puede ser la ideología de Althusser, la imagen espectáculo en Debord, la imagen televisiva con la que se desaprende en Godard o la estetización de la vida política en Benjamin.

Rancière defiende la idea del maestro ignorante, el que enseña lo que él mismo ignora.
-La fórmula del maestro ignorante para él es la del tipo que no sabe y que puede enseñar lo que no sabe, así como puede aprender de lo que no espera. En el fondo, uno aprende de algo inesperado y sólo enseña algo que no sabe que está enseñando, porque de partida uno no sabe lo que está diciendo. Lo segundo es que el buen maestro no es aquel que entrega lecciones dosificadas al estudiante para garantizar que siempre el estudiante vaya dos pasos detrás él, sino aquel que sabe encerrar al otro en un círculo del que ese otro saldrá poniendo en actividad las capacidades con las que cuenta. Ese es un modo de enseñanza mucho más interesante, porque no quiero que repitas mi idea ni mi discurso. Cuando eso se consigue se constata que las inteligencias son equivalentes.

¿Cuál es el valor que le atribuyes al pensamiento de Rancière?
-Se puede decir que es un pensador de moda y que no hay escribir ni hablar sobre quienes están de moda, pero los pensadores de moda tienen la virtud de aportar un tema que genera conversaciones, críticas y debates que arman colectivos. Por eso soy un defensor de los filósofos de moda. Lo que importa no es tanto qué se piensa, sino que un modo de pensar se convierta en tema de discusión que sirva a la política y la emancipación. Rancière aporta un tercer camino. Y la crítica, en ese sentido, tiene tres caminos distintos: la crítica como dispositivo de juicio, a lo Kant; la crítica juzgadora, yo sé y te juzgo y…

¿A nivel chileno, quién podría representar esa crítica juzgadora? ¿Una Nelly Richard, un Guillermo Machuca?
-Acuérdate que Nelly Richard en su época, en los 80, fue bien underground.

Iba al Jaque Mate.
-Y vivía en un mundo ni más ni menos cunetero que el que Machuca imagina para sí. Nelly era más punk, Machuca es más post punk. Nelly tenía que ver con los Sex Pistols. En cambio, Machuca tiene que ver una cosa más suave, como un Lou Reed, mucho más matizado.

¿Y Justo Pastor Mellado?
-En este momento es un funcionario de gobierno. Tienes que contemplar eso.

¿Y musicalmente hablando, como quién es Justo Pastor Mellado?
-Como Freddy Mercury. Esto después va armar un lío. Uno puede imaginarse a Nelly tocando con los Sex Pistols, se puede imaginar a Machuca como un Lou Reed y Justo Pastor también puede ser como un Luis Miguel.

¿Ya no como Freddy Mercury?
-No, para no cagarnos a Freddy. Mal que mal tenía un vozarrón a lo Aretha Franklin fabuloso.

IMAGINARIOS CULTURALES
Una cosa que se le criticó a los Imaginarios Culturales para la Izquierda fue que no supieron leer lo que pasaba en las calles.

-El debate que se generó me parece necesario. Me parece que Imaginarios constituyó en su momento una referencia algo crispada a un modelo de gobernabilidad que aceleraba o radicalizaba la pelota de un olvido que quedó picando, con perdón de la expresión. En ese sentido se puede entender su retorno a la cuestión del dolor, de los muertos, del trauma.

¿Qué te pareció la crítica de Gumucio en el Clinic?
-Él se hizo cargo de otro “imaginario” que estaba ya en el aire y lo empujó en la dirección contraria, hacia un calle más ligera o resbaladiza. Creo que esa discusión, como siempre, se puede resumir en un contrapunto entre una escena más girada hacia las ruinas o la catástrofe que quedó por detrás de nosotros y otra en la que se nos dice “ya va siendo hora de convertir ese ritual funerario en algo más activo, en un fluido a partir del cual hay que tomarse las partes…”. Cada imaginario tiene su tiempo, es parte de una discusión lo que se tensiona entre la memoria de un pueblo y lo que un pueblo debe olvidar para tener una nueva historia. No es tan simple, no hay por qué optar por una cuestión o la otra; es el hecho de que esas posiciones se encuentren y se discutan lo que importa.

Pero no seas políticamente correcto.
-No me pidas que esté de acuerdo con ninguna de las dos parte; a veces lo estoy con una, a veces con la otra, según. El tipo que instala una carpa para quedarse a vivir para siempre al lado de la tumba de su hijo no me conmueve ni más ni menos que el que deja atrás toda una vida y se toma un barco hacia cualquier parte; es el hecho de que esas imágenes se confronten lo que creo que importa.

Una cosa que se critica a muchos filósofos es que sean gratuitamente complicados, que escriban en difícil.
-No creo en la existencia de lenguajes más sofisticados que otros. Los lenguajes constituyen modos por los cuales nos las arreglamos para hacer algo con una experiencia que siempre está en un estado de malestar dentro del lenguaje. Si no creyéramos en la complejidad del lenguaje, no podríamos aceptar la poesía. Y la poesía es un modo de hacer que distorsiona y lastima todo el monopolio uniformado del lenguaje manejado por los grandes medios. Es interesante eso.

Claudio García, del grupo Los Miserables, decía que le molestaba que el lenguaje de las canciones de Silvio fueran tan rebuscado, que hasta hoy no las entendía.
-Nunca me gustó Silvio, pero lo que más me gusta son aquellos pasajes que no entiendo inmediatamente, porque aquellos donde la revolución es una niña hermosa que él va a tomar de la mano y van a cruzar el mar, lo entiendo pero me parece una cagada. Por ejemplo, aún no entiendo el tema de Spinetta “El capitán Beto”. Desde niño que me vengo preguntando quién es. Lo único claro que tengo es que es un ser que viaja por el espacio y alguna vez trabajó de colectivero. Pero nada más.

¿Qué estás leyendo?
-La biografía de Duchamp de Calvin Tompkins y acabo de terminar la biografía de Tom Waits. Perseguí en las dos biografías los rituales de la amistad que aceleran procesos de producción mucho más autosuficientes que los que existen cuando uno se encierra en su gabinete.

LAS MALVINAS
Se ha puesto de moda el tema de las Malvinas con la visita de Roger Waters y de Morrissey, que se han puesto de lado de los argentinos.

-Es un tema crucial en términos de memoria patrimonial de la nación. La Guerra de las Malvinas dejó daños inconmensurables en el seno de la metafísica argentina y hoy vuelve a ser interesante no por la pequeñez de querer rescatar un territorio, sino que son muchas cosas las que se están discutiendo ahí. Son muchos muertos a los que se honra y muchos cretinos e hipócritas a los que se sepulta volviendo a discutir esto.

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