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Opinión

8 de Mayo de 2012

El grafitero que retrata a los muertos de la pobla

Los tíos jinetes, una penthouse en la casa de la abuela, Cruzito de Vatos Locos y el desenfado ante todo: eso es lo que le sirve a Diego Coletti -28 años- para explicarse y para explicar por qué hace los murales de muertos que le encargan los narcos, los que tienen hijos que mueren por […]

Camila Gutiérrez
Camila Gutiérrez
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Los tíos jinetes, una penthouse en la casa de la abuela, Cruzito de Vatos Locos y el desenfado ante todo: eso es lo que le sirve a Diego Coletti -28 años- para explicarse y para explicar por qué hace los murales de muertos que le encargan los narcos, los que tienen hijos que mueren por alguna venganza, los que pasan el día en la calle.

-Mis tíos eran jinetes, entonces mis primos nacieron aquí pero se fueron a Estados Unidos muy pendejos. Eran raperos el año 89: eran bacanes, eran los primos grandes, eso de que veís a los más grandes como tus íconos. Empecé a bailar break dance y a pintar grafitits. A los nueve-diez años pintaba en croquera y agarré los spray como a los once. Dibujaba puros temas que tuvieran que ver con la música, con salvar el mundo. De chico saqué una conciencia no sé de a dónde mierda pero no creía en las religiones, no creía en el sistema.

¿Son convencionales tus viejos?

-Son pero no tanto. No sé si será por cómo era mi familia: hay músicos, están los tíos jinetes que eran un poco como artistas porque ganaban caleta de plata, los conocía todo el mundo. Eran como futbolistas. Si ganaban salían en la tele, en la radio hablaban de ellos y llegaban al barrio. Mi tío en el año 80 tenía auto cero kilómetro y una tele a color po. No sé. Mi tío también traía revistas porno – o sea no porno porno-, eran como las Penthouse y la Interview en las que que había entrevistas, hueás locas y aparte minas eróticas, hueás más a calzón quitado -por así decirlo- en todos los temas. Había unas páginas que encontré en una Penthouse a los ocho, intruseando, de puros grafitti en Australia. Entonces lo agarré pendejo y en mi barrio los hueones que eran grafiteros tenían diecisiete-veinte y yo tenía once, y me juntaba con ellos a bailar break y a pintar. Con mis viejos tenía los dramas normales porque me echaban del colegio por rayar todo o por hacer hueás indebidas. Me mandaba cagadas y me echaron unas cuatro o cinco veces.

-Igual harto

-Lo normal. Es que los niños índigos son todos así. Uno no se adaptaba porque no creía en las reglas de ellos. En religión me tuve que eximir como en séptimo porque le pregunté al profesor quién había inventado al tatita dios. Siempre estaba cuestionando. Entonces dicen que erís un niño problema, que tenís déficit atencional, a veces yo era más inteligente que todos los hueones, nunca repetí. le hacía los trabajos a todos.

-¿Te decían que eras índigo?

-Algunos. Otros me decían que tenía déficit atencional. También una señora me dijo que yo tenía una patología, que estaba enfermo, que estaba enfermito. Soy un poco enfermito igual. De chico era terrible de hiperactivo, desagradable, con una personalidad escandalosa, molesto, inquieto, preguntón, metiche, garabatero, peleador.

-Já. ¿Y tus papás?

-Se emputaban. Ellos aspiraban a que yo fuera un diseñador y trabajaba en El Mercurio. Yo aspiraba a ser pintor y hacer una hueá distinta. dejar la cagada, quebrar el sistema, ser un desertor del sistema.

-¿Y a qué le llamas ser un desertor? Igual tienes cosas convencionales: eres uno de los dueños de un restorán (Lai Thai)…

-Sí po. Tengo que usar el sistema a mi favor. Tengo que ser parte de él. Si voy a tirar bombas a la alameda no creo que haga tanto ruido como si me infiltro en el sistema, soy parte de él y pongo la bomba más arriba, donde me pueda escuchar más gente.

-¿Y eso cómo se hace?

-¿Cómo se hace? Siendo un artista muy conocido.

-¿Y cómo fue que llegaste a dibujar…?

-¿Finaos?

-Sí

-Porque siempre estaba en la calle entonces empecé a vincularme con algunos narco, hampones, a conocer la cultura callejera y el arte muralista, y el arte más folklórico de la cultura latinoamericana, de las fiestas de los muertos. porque en la calle está la oscuridad y tú tenis que aprender a desenvolverte en eso. Yo nunca fui narco porque no tenía la necesidad pero sí era loco. Tuve que hacer un par de hueás pa` ganarme el respeto de alguno. Si un hueón te faltaba el respeto y te fastidiaba tampoco podíai ser un pollo. Teníai que hacer algo.

-¿Como sacarles la chucha?

-Como sacarles la chucha de vez en cuando. Nunca llegué a pegar un balazo pero si he tenido una pistola.

-¿Y lo de los muertos cómo calza en eso?

Son muchas cosas. De chico me creía Cruzito de Vatos Locos, dibujaba con aerógrafo. Después me empezaron a hacer encargos. No sólo narcos eso sí. Mucha gente. Y tampoco les diría narcos porque en el sistema de mierda dicen que los narco asesinan a la gente pero ellos son el final de una cadena de los mismos políticos y todos los hueones empresarios.

¿Cuáles fueron los primeros encargos que te hicieron?

-Pintar a algún vecino que falleció cuando una persona me vio que dibujaba en el barrio. Me pilló dibujando y me dijo: “hermano ¿me podís hacer al choro tanto que falleció? Me pasan una foto. Siempre trabajo así. Nunca veo a la persona muerta porque no los conozco. Soy como un médium. Veo a veces sólo una foto de carné, una foto chica y a veces fotos bacanes. Una vez pinté a un niño chico que su amigo sacó una pistola que había en la casa y pum, se lo piteó sin querer. Y al lado del niño chico pinto a un hueón narco y al lado un hueón que se suicidó. Y todo eso directo al muro. No hago bocetos.

¿Pasa que se transforman en animita-grafiti?

-Todos mis grafitti son animitas: les ponen velas, los respetan, duran años. Salvo, a veces, en muertes de pandilleros y los pandilleros que los mataron no tienen ni un respeto.

-¿Te ha impresionado alguien a quien hayas dibujado?

-Los niños muertos me impresionan. Me acuerdo una vez, en La Pintana, de un ajuste de cuentas: un hueón fue a dispararle a otro loco por peleas de drogas y control de esquinas culiás de negocio. Fue a dispararle como a las doce de día un domingo, le pegó un balazo al loco y mató a su hijo de tres años. Al día siguiente estaba el tipo así duro, con la pistola, a guata pelá, esperando pitearse al culiao así choro.

-¿Y qué pasó?

-Se lo piteó po. Si esto trae más muertos no más.

¿Cuánto cobrai?

-Sinceramente les cobro muy barato pa` hacer lo que hago. 120 lucas. Pero pa` un mural que tiene dos-tres metros de alto por tres de largo y si tu pensai un cuadro de una galeria con puras manchas te lo venden a quinientas lucas.

-¿Y tienen la plata para pagar?

-Hay mucha plata. Los traficantes, los comerciantes. La gente del barrio tiene plata pero no sale del barrio…

-¿Y por qué pintas a Jesús en uno de los murales?

-Porque ahí Jesús no es lo que la iglesia católica dice. Jesús es el choro del barrio.

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