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Opinión

20 de Mayo de 2012

Las botas sin gloria de Robben

Vía El País Durante más de media hora el Bayern de Múnich y sus aficionados revivieron la tragedia del Camp Nou de 1999. Se confirmó tras un partido y una tanda de penaltis en los que estuvo en ventaja. Por fin Roman Abramóvich logró el objetivo por el que dicen que decidió comprarse un club […]

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Vía El País

Durante más de media hora el Bayern de Múnich y sus aficionados revivieron la tragedia del Camp Nou de 1999. Se confirmó tras un partido y una tanda de penaltis en los que estuvo en ventaja. Por fin Roman Abramóvich logró el objetivo por el que dicen que decidió comprarse un club mientras sobrevolaba el Camp Nou en su avión particular. El Bayern vivió una tragedia tanto o más dura que la de hace 13 años. Perdió en su casa cuando tenía todo a su favor.

Había marcado Thomas Müller a falta de ocho minutos y la quinta Copa de Europa, con la que igualaba al Liverpool, parecía tenerla en el bolsillo. Müller, como Mathäus en Barcelona, se fue al banquillo sintiéndose campeón. Nada más sentarse, vio cómo Drogba empataba de cabeza en el primer córner que lanzaba el Chelsea en 88 minutos de juego. La sensación de que la tragedia podía suceder aumentó en la prórroga, cuando Robben erró el inocente penalti cometido por Drogba sobre Ribéry.

El extremo francés, que fue sustituido también, debió pensar que se iba del campo con el partido resuelto. Robben falló y añadió otra muesca más a su larga carrera de infortunios. Ya perdió una Liga de Campeones con el Inter de Milán en 2010, pero ayer, como en la final del Mundial ante España, como hace un par de semanas cuando marró un penalti ante el Dortmund que metía a su equipo en la pelea por la Bundesliga, volvió a tener la gloria en sus botas y la desperdició. En Sudáfrica y anoche se vio mano a mano con dos de los mejores porteros del mundo y de ambas citas ante la gloria salió perdedor.

En Johannesburgo, antes de que marcara Iniesta, emprendió una carrera en solitario para medirse a Casillas, que le sacó el remate con la punta de su bota derecha cuando parecía que la suavidad con la que había picado el balón había superado al guardameta español. Ayer, no dudó en asumir la responsabilidad de lanzar el penalti y Cech le adivinó las intenciones. El error redobló esa sensación de que el Bayern volvería a vivir una tragedia brutal. El extremo holandés se escondió en la tanda de penaltis. “Había fallado uno en la prórroga y no estaba seguro de marcarlo. Hay que comprenderle”, le excusó su técnico, Jupp Heynckes.

El holandés ya perdió la ‘Champions’ ante el Inter en 2010, y el Mundial de ese año
Para el Chelsea, la tanda comenzó con la reedición de su drama en 2008, cuando el resbalón de Terry en el penalti decisivo le impidió conquistar el título. Mata, en el primer lanzamiento, tardó poco en evocar a su capitán. Neuer, que ya fue la pesadilla del Real Madrid en la tanda del Bernabéu, le detuvo el disparo. Sergio Ramos, en su twitter, cuando ya supo el desenlace final, se vengó de aquellas sarcásticas declaraciones del meta alemán a propósito de su error en Madrid, en las que dijo: “No sabía que Ramos tiraba los penaltis por encima del larguero”. “Por cierto, no sabía que se le daban tan bien las finales a Neuer. Otro año será. Humildad siempre, campeón”, escribió el defensa madridista.

También fue Neuer el que sorprendió al ocuparse del tercer lanzamiento. Se convirtió en el primer meta que lanza un penalti en la serie de los cinco primeros de una final de Copa de Europa. Todo parecía de nuevo encarrilado, pero Olic y Schweinsteiger, con sus errores, pusieron en las botas de Drogba la gloria que no alcanzó Robben. Se subió las medias y se ajustó la camiseta antes de sumergir al Bayern en su mayor tragedia, superior aún a la de 1999.

Antes que nada Heynckes quiso ser elegante y felicitar la victoria del Chelsea sin querer quitarle méritos por tratarse de un ejercicio “defensivo”. “El Bayern, sin un título, no puede haber tenido una buena temporada. Ha sido una gran decepción”, concedió Heynckes. Como el Bayer Leverkusen hace 10 años, el Bayern se ha quedado a las puertas de todo y se ha quedado sin nada: ni Liga ni Copa (ambas en manos del Borussia Dortmund) ni tampoco la Champions. Por mucho que, en un mosaico, los aficiones bávaros hubieran saludado a su equipo con la leyenda: “Nuestra ciudad, nuestro estadio, nuestra Copa”.

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