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Mundo

23 de Mayo de 2012

Gibraltar: el paraíso fiscal que se caga de la risa de la crisis española

Cádiz es la provincia peninsular con más horas de sol al año. Pero sobre Gibraltar casi siempre pende una nube. No es una metáfora: seguimos hablando del tiempo… Tres siglos de dominación británica han conseguido hasta eso, que esté nublado sobre sus apenas siete kilómetros cuadrados de piedra y rellenos ganados al mar. A la […]

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Cádiz es la provincia peninsular con más horas de sol al año. Pero sobre Gibraltar casi siempre pende una nube. No es una metáfora: seguimos hablando del tiempo… Tres siglos de dominación británica han conseguido hasta eso, que esté nublado sobre sus apenas siete kilómetros cuadrados de piedra y rellenos ganados al mar.

A la población autóctona se le ha convencido más fácilmente de su pertenencia al Reino de Isabel II. Como la forma más rápida de ganarse a cualquiera es el bolsillo, Gibraltar ofrece a sus 30.000 habitantes vivir ajenos a la crisis, crecimientos anuales del Producto Interior Bruto superiores al 5%, pleno empleo y un cómodo superávit.

Se recuerda con insistencia que Gibraltar se ha beneficiado de su condición de paraíso fiscal por encima de otras consideraciones debido a la fuerza de un sector financiero que representa el 30% del PIB del Peñón.

Pero no es menos cierto que su puerto mueve millones de contenedores al año (y aporta el 25% de la riqueza) y que su sector turístico está al nivel de la Costa del Sol o Canarias y pone en las arcas locales uno de cada tres euros de su recaudación.

De unos años a esta parte, Bruselas ha exigido el recorte de ventajas fiscales para las empresas sin actividad física (Gibraltar sólo pedía una línea de teléfono para establecerse como compañía internacional y así apenas se pagaban impuestos) y se han multiplicado los acuerdos bilaterales en materia de colaboración sobre información fiscal.

¿Y qué ha hecho el Peñón a cambio? Pues desarrollar una completa oferta para el e-commerce y el juego por internet convertiéndolo en su última gran veta de ingresos. De hecho, las principales casas de apuestas internacionales operan gracias a la autorización que les ha concedido Gibraltar; entre ellas, Bwin, ésa que luce en las camisetas del Real Madrid.

Ciudad de ricos y de pleno empleo

Todo eso tiene consecuencias sobre cada uno de sus habitantes, como un PIB per cápita de 40.111 euros en 2010 frente a los 28.462 que se repartieron el resto de británicos (que aún intentaban recuperarse de la primera recesión) y los 23.737 de los españoles.

Según las previsiones del propio Gobierno del Peñón, la economía gibraltareña alcanzará en 2011 la cifra redonda de 1.000 millones de libras en PIB (algo más de 1.200 millones de euros). Hace menos de una década, en 2003, acababa de superar los 500 millones de libras, con lo que su impulso está más al nivel de un país emergente que de uno del primer mundo.

Con la diferencia de que está enclavado en el mundo más desarrollado.

Y la curva ascendente no se ha frenado en lo peor de la crisis que se desató en 2007. Al contrario: desde entonces ha crecido más de un 5% anual y sus ciudadanos han pasado de estar en la media británica a superarla con holgura (ya no hablemos en relación a los españoles).

El impulso viene de muy lejos, de cuando la Guerra Fría daba sus últimos coletazos y sólo daba enemigos a las películas de Hollywood. Corría el año 1984 y el 60% de la economía gibraltareña respondía a la presencia militar a uno y otro lado de la roca (los túneles excavados datan de la Segunda Guerra Mundial, cuando se temió el ataque de la Alemania nazi).

Sin un centímetro cultivable, sin industria aprovechable y la frontera cerrada hasta mediados de los ochenta, la Roca había penado durante décadas inmersa en una profunda crisis.

Pero llegó el capitalismo, la Unión Europea y Gibraltar cambió tanto que, a finales de la década pasada, los militares sólo sumaban el 7% de su PIB (en estimaciones de la propia CIA americana), una cifra desmesurada respecto al primer mundo, pero que ha permitido el desarrollo económico en otra dirección.

Tanta actividad, en definitiva, ha tenido su reflejo en el empleo. Con menos de 30.000 habitantes censados (los no británicos son apenas unos 2.000), Gibraltar da trabajo a casi 21.000 personas, según las últimas estadísticas oficiales.

Es decir, dos de cada tres gibraltareños tienen un salario cuando en España somos menos de la mitad (17 millones de 47) si contamos, como es el caso, todo el censo, desde niños a ancianos.

Por todo eso, no es de extrañar que miles de españoles de la zona (Cádiz es la provincia con más paro de España, con más de un 36% de su población sin trabajo) crucen a diario para desempeñar los empleos menos cualificados, como la hostelería y el intenso pequeño comercio que surte a los 11,5 millones de visitantes anuales.

¿Y eso es mucho o poco? España suma en conjunto 60 millones turistas al año, es decir, unas cinco veces más (recuerden que el Peñón no ocupa ni la superficie de 700 campos de fútbol juntos). Eso sí, la inmensa mayoría de esos visitantes son españoles.

Sea como sea, entre impuestos especiales, marina mercante y turismo, el Gobierno de Gibraltar disfruta de unos presupuestos anuales cercanos a los 500 millones de euros y no conoce un déficit desde el ejercicio 2005-2006.

Desde aquel tropiezo, sale a un superávit aproximado de 30 millones al año o del 3% de su PIB. Lo feliz que sería el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, con un balance así de verde.

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