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Opinión

20 de Junio de 2012

Fernando Atria: “el gobierno tiene el deber de ponerle fin al lucro”

Para el profesor de derecho de la Universidad de Chile el informe de la comisión investigadora sobre el lucro sólo fue "quitar una venda de los ojos" porque el hecho que se denunció viene ocurriendo a vista y paciencia de todos hace más de 20 años. Acá el autor de "La Mala Educación" dice además que la educación con fines de lucro es inaceptable porque lleva a la segmentación y que no es ninguna novedad que las fundaciones educacionales usen maneras truchas para retirar las utilidades. "Es como si hoy nos enteráramos que detrás del Hogar de Cristo existe una persona jurídica llamada Jesús y Cia. que retira sus utilidades", dice.

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
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Fernando Atria dice que no hay sorpresa en la publicación del informe de la comisión investigadora de la Cámara de Diputados que resolvió que existían al menos siete universidades privadas chilenas que funcionan con fines de lucro.

“El informe no contiene ninguna novedad. Cuando usted ve que empresas internacionales compran universidades chilenas, que hay grupos de negocios o fondos de inversión chilenos que venden un banco y con ese dinero pretenden comprar una universidad, qué es lo que está diciendo eso. Algo importante acá es el hecho de que nada de esto es nuevo. No es que no lo sabíamos, es que ahora nos parece importante”, dice.

El abogado, profesor de derecho de la Universidad de Chile y autor del libro recién lanzado de CiperChile “La Mala Educación, ideas que inspiran al movimiento estudiantil en Chile”, señala que más allá de este punto particular, lo importante es que la educación con fines de lucro termina convirtiendo a la educación en un mercado segmentado, donde su proveedor decide qué tipo de educación entrega según los dividendos que busca conseguir.

“Lo que ocurre hoy es que lo que a la universidad le va a interesar es proveer la calidad de la educación que corresponda al segmento en el que está ubicada y que le permita retirar utilidades. No tiene otro fin”.

¿Qué tan difícil es probar que efectivamente una institución de educación superior sin fines de lucro haya cometido un delito?
– Primero, eso no es necesariamente un delito, pero sí un acto ilegítimo. Retirar utilidades de una corporación o fundación de educación superior sin fines de lucro es ilegítimo, de eso no hay duda. Uno podría discutir en qué caso se retiran utilidades porque la figura jurídica, por lo mismo, no existe respecto a Fundaciones o Corporaciones. Entonces, en estos casos lo que se hace es retirar utilidades de otras maneras, mediante arriendos y otras cosas.

¿Y esto resulta una sorpresa?
– No. De hecho, me resulta difícil de entender que la haya. En algunas de estas universidades sus dueños obtienen utilidades porque varias de ellas han sido compradas por fondos de inversión que se mueven de país en país buscando oportunidades. La cuestión de si están o no funcionando con fines de lucro es evidente. Hay una cuestión de cómo calificar los hechos particulares, pero yo diría que la regla está clara: toda forma de retirar utilidades de una corporación o fundación es ilegítima. Es decir, es como si hoy nos enteráramos que detrás del Hogar de Cristo existe una persona jurídica llamada Jesús y Cia. que retira sus utilidades.

¿Es una figura similar?
– Es que no son empresas y por eso mismo tienen un trato que las distinguen, por ejemplo, siendo beneficiarios de donaciones con descuentos tributarios. No pagan impuesto a la renta porque no tienen utilidades. Entonces, el sistema está pensado para que sean entidades que puedan pagar por lo que usan. Efectivamente, si usan un inmueble pueden pagar un arriendo, pero ese pago de arriendo no significa que pueda ser utilizado para hacerlas operar como empresas productoras de utilidades.

¿Es un triunfo del movimiento estudiantil haber visibilizado esto?
– Si, claro. Es uno de los cambios más profundos, aunque no necesariamente el más inmediato. O sea, cosas como esa tolerancia pública de que hubieran universidades que funcionaran como empresas o cuestiones como la gratuidad. No cabe ninguna duda de eso.

Usted plantea que detrás del lucro hay algo más perverso: un mercado con una estrategia de negocio y un nicho particular al que va dirigida esa oferta.
– Así funcionan todos los mercados.

¿Entonces esa es la prueba de que existe el lucro en la educación superior?
– Es que, espérate: para constatar que hay universidades con fines de lucro creo que basta tener ojos. Está el hecho de que las universidades son compradas y vendidas por quienes tienen evidentemente interés en sus inversiones. En segundo lugar está el hecho de que las propias personas que defienden la educación con fines de lucro dicen que si no existieran no se conseguiría el capital necesario para crear todas estas universidades. Es evidente que el capital ha salido de personas que quieren obtener lucro a través de su inversión. El hecho bruto, innegable, es que en el sector universitario parte importante de los actores son en realidad empresas con fines de lucro. Eso ya es suficiente porque la ley lo prohíbe. Pero si uno se preguntara por qué está muy bien que la ley lo prohíba y por qué es importante hacerlo cumplir, etcétera, la respuesta diría yo es esa que usted menciona. Es un hecho que cuando usted tiene un mercado, éste tiende a diferenciarse por precio y calidad. Porque aquí está la discusión de si la educación está necesariamente desprovista de calidad. Y la respuesta es evidentemente no.

La educación y los autos

¿Por qué la educación no debe funcionar como cualquier otro mercado?
– Si usted ve la industria de los automóviles por supuesto que hay algunos de una calidad excepcional. Esos valen medio millón de dólares. No por ser ofrecido algo con fines de lucro esto es de mala calidad. Lo que ocurre es que la calidad con la cual se ofrece depende del nicho de mercado en el cual la empresa está ubicada. Entonces, una empresa de automóviles que se va a ubicar al nicho de los ultra ricos, le ofrece automóviles a los ultra ricos, que van a ser de extraordinaria calidad, de lujo y van a costar medio millón de dólares, y va a haber otra empresa que se va a ubicar en un nicho distinto ofreciendo autos baratos, harto malos, pero automóviles al fin y al cabo, a personas que pueden pagar poco por ella. Eso es difícil negarlo. ¿Cómo puede haber alguien que lo niegue si pasa en todos los mercados? Precisamente, definirán su estrategia de negocios. Unas dirán yo apunto al segmento medio, yo al alto, yo al bajo, etc. Entonces por qué eso no habría de pasar con la educación. ¿Si la educación se ofrece con fines de lucro, por qué no va a pasar eso? La respuesta es que va a pasar y eso es lo que ha ocurrido.

¿Es decir que el lucro define qué tipo de educación recibo según dónde voy a estudiar?
– Si ustedes se preguntan en general quienes son los estudiantes de la Universidad del Desarrollo se van a encontrar que no son muy parecidos a los estudiantes de la Universidad de las Américas. Entonces, las universidades empiezan a segregarse de acuerdo a las empresas, con segmentos de mercado. Yo no creo que haya ninguna razón en la cual sea el problema grave el que hayan autos para ricos y autos para pobres porque no hay un problema público para que los automóviles sean de igual calidad para todos. Pero que la calidad de la educación dependa de cuánto pueda uno pagar por ella, es inaceptable. No se trata del lucro entonces, ese no es el problema. El problema es la educación provista de fines de lucro.

Lo dice en su último libro, esto que la educación esté a cargo de empresas que se mueven de un sector a otro buscando retornos.
– Claro, eso quiere decir que para esa empresa su pregunta no va a ser cuál es la mejor educación que yo podría dar. La pregunta va a ser cuál es la educación que dado el segmento del mercado al que yo me dirijo me va a permitir una mayor utilidad. Entonces, los profesores y estudiantes lo que van a querer es que la universidad provea la mejor educación. A las universidades, en cambio, les interesa proveer la calidad de la educación que corresponda al segmento en el que está ubicada y que le permita retirar utilidades. Eso introduce una fractura entre los intereses de los que controlan la universidad y los intereses de los beneficiarios, los clientes.

¿Por qué?
– Cuando la educación se ofrece con fines de lucro, el proceso educativo pasa a ser entendido de manera distinta, como un medio para conseguir otro fin, que es la utilidad del dueño. Si unes estas dos cosas, permitiendo que empresas con fines de lucro impartan educación, rompiendo la naturaleza de la educación como actividad, la estás transformando en una actividad instrumental para el que la ofrece. Y por otro lado, usted nota lo que ocurre en todos los mercados, la calidad del servicio ofrecido se va a adecuar al dinero que el cliente puede pagar por ella. Eso hace que sea evidentemente inaceptable una educación provista con fines de lucro. Por eso la prohibición legal en el caso universitario está muy bien y se justifica no seguir tolerando esa burla.

¿Qué es lo que debería pasar ahora? Los estudiantes piden que se cumpla con la ley. ¿Es suficiente o es necesario otra cosa, como la Superintendencia?
– Como yo no creo que el problema del retiro de utilidades haya sido secreto, sin que nosotros supiéramos, ahora la pregunta es cómo evitar que vuelva a pasar. Ese no es el problema porque siempre se ha sabido. Mucho más importante es que esa prohibición sea real. Porque el ministerio de Justicia y Educación tienen mecanismos para evitar que corporaciones y fundaciones que no pueden tener fines de lucro retiren utilidades. Eso es una infracción a su régimen jurídico y en definitiva, puede terminar con la revocación de su vida jurídica. Entonces, hay una cosa de voluntad. El gobierno lo que necesita para hacer cumplir la ley es voluntad para hacer cumplir la ley. Lo otra cuestión es para aumentar la fiscalización de las universidades. Yo creo que dada la magnitud que ha alcanzado el mercado en la educación, es algo que necesario a estas alturas.

En la presentación del informe se dijo que hubo notable abandono de deberes del Mineduc al no fiscalizar que se cumpliera la ley.
– Bueno, ahí la cuestión es más opinable. Desde el punto de vista legal de calificar el retiro de utilidades, yo diría que la tolerancia de 20 años no tienen ningún impacto. Es decir, que por mucho que se haya tolerado, el momento en que se acabó la tolerancia ya llegó. Ahora, políticamente no se le puede reprochar al ministro de educación algo que tácitamente nadie había considerado importante fiscalizar en los últimos 20 años. Eso es más opinable, menos obvio. ¿Pero acá quién está en posición para tirar la primera piedra? Eso es discusión política. La cuestión jurídica es que el hecho de haya habido tolerancia por ese tiempo no cambia en nada que la circunstancia de esa acción, el retiro de utilidades de una fundación, sea ilegal.

¿No estaría esa figura entonces?
– Distinto es que si este ministerio, desde ahora, con toda la atención que ha tenido el tema y estos antecedentes no lo hace, entonces uno podría decir que está dejando leyes sin ejecución de un modo políticamente impresentable. Yo soy reticente a decir eso porque era una forma de tolerancia que venía de antes. Pero después de todo lo que ha pasado ahora el gobierno tiene el deber de ponerle fin al lucro. Y claro, otra discusión es qué juicio nos merecen los que estuvieron en los años anteriores. Eso también es importante.

En la presentación la diputada Sepúlveda también habló de posible lavado de dinero. ¿Se puede probar eso?
– No tengo ningún antecedente y no tengo nada responsable que decir sobre eso, salvo que si se trata de utilidades que se sacan como algo distinto de utilidades, como las corporaciones no tienen acciones que le paguen dividendos, entonces toda utilidad que salga de una corporación o fundación necesita de una forma trucha para salir, por así decirlo. Pago de servicios, arriendos, etc. Y ese es, en general, aunque yo no tenga ningún antecedente al respecto, caldo de cultivo para que hayan transferencias de origen espurio.

¿Y de Fraude al fisco?
– Yo no creo que concurra acá la figura delictual de fraude al fisco. Lo que sí hay es que si están sacando estas utilidades es que lo que han estado pagando los estudiantes estos últimos veinte años es en parte su educación y en parte las utilidades de los dueños, en circunstancias que la ley dice que sólo corresponde lo primero. Eso es de toda evidencia.

¿Con este informe se derriba el lugar común de que no hay problema con proveer educación con fines de lucro?
– Yo creo que lo que está pasando es que se cae una venda de los ojos. Había algo que estaba pasando a ojos vista y nadie lo veía, nadie reaccionaba como si lo veía. Y ahora sí. Eso es algo algo que hay que celebrar y ahora va a ser más difícil sostener ese lugar común. Esa es la manera en la que haya progreso porque esas ideas falsas que andan dando vuelta no van a desaparecer porque son ideas que muchas veces esconden intereses y entonces van a seguir siendo sostenidas. Pero cada vez va a ser más visible y en este caso lo que yo creo que es importante, el paso siguiente de esta discusión es que si nos parece tan inaceptable que las universidades tengan fines de lucro, por qué nos parece aceptable que los colegios tengan fines de lucro ¿Por qué no se puede explotar la necesidad educacional de los mayores de 18 años para los fines privados del dueño y sí permitimos, por ley, que hayan colegios con fines de lucro? Esa es la discusión que viene y es treméndamente importante. Eso afecta a todos.

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