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Cultura

26 de Junio de 2012

Testimonial: ¿Qué esperar si te llevan al manicomio bajo la ley de salud mental?

Fuente Vice Subí 1.3 kilos, me enloquecí y me agarraron intentando “cortar la grasa” de mi muslo izquierdo con un cuchillo. Después me sometieron a tratamiento médico bajo la Ley de Salud Mental. “Lo cual podría sucederle a cualquiera”, le insistí a mí terapeuta. A principios de este año, dejé mis medicamentos, una completa estupidez, […]

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Fuente Vice

Subí 1.3 kilos, me enloquecí y me agarraron intentando “cortar la grasa” de mi muslo izquierdo con un cuchillo. Después me sometieron a tratamiento médico bajo la Ley de Salud Mental. “Lo cual podría sucederle a cualquiera”, le insistí a mí terapeuta.

A principios de este año, dejé mis medicamentos, una completa estupidez, y terminé enloqueciendo. Estaba en casa de mis padres, demostrando mi perfecta salud mental con cosas como llorar durante tres horas seguidas y encerrarme en el baño, cuya puerta tuvieron que derribar. Para ese momento, mis brazos estaba bañados en sangre y estaba a punto de comenzar mi liposucción casera. Llamaron a un equipo de crisis, y por suerte tenían una cama disponible y me invitaron a quedarme con ellos. No me dijeron, “debiste haber llegado ayer, perra desquiciada”, pero estaba implícito. No quería preocupar a mis padres más de lo que ya estaban, así que acepté. Moraleja de la historia: toma antidepresivos todos los días.

En fin, he aquí algunos consejos para sobrevivir esa dura transición entre tu cama y tu programa favorito en televisión a un comedor comunal con 12 personas que intentan ignorar que hay una mujer con una barba de ZZ Top masturbándose en secreto con los cubiertos.

Sólo te pueden detener durante tres días (72 horas)
Después de eso, si te consideran “cuerdo” y padre o guardián acepta llevarte a casa, entonces puedes huir de ese maldito lugar.

No te quitan tus triques
La mujer que me recibió me dejó quedarme mi celular y mi Kindle, pero confiscó mis toallitas desinfectantes. Cuando pregunté por qué, me dijo que me podría “lastimar” si me las comía. Guau. Además, cosas como cinturones y latas de desodorante son entregados a la enfermera en turno. Puedes solicitarlos si los necesitas, pero si se te considera un peligro para ti mismo o para los demás, entonces alguien tiene que supervisar su uso.

No puedes fumar
Estaba en una sala cerrada. Había un comedor, un cuarto de usos múltiples, un cuarto de televisión, baños para hombres y mujeres, y las recámaras. Las ventanas no se abren por completo para que no puedes saltar a tu muerte. Las puertas permanecen cerradas en todo momento y necesitas la combinación para salir. Creo que cerraron la puerta de mi habitación con llave durante la noche pero estaba tan drogada que no me importó. Como no puedes salir, no puedes fumar. ¿Dónde están mis toallitas desinfectantes? Estoy segura que no saben tan mal. Te ofrecen parches de nicotina, pero por alguna estúpida razón nunca los acepté. “No sé qué te hacen esas cosas”, dije, tambaleándome por la droga que me habían dado para dormir la noche anterior. “Cuido las cosas que pongo en mi cuerpo”.

La comida es asquerosa
Irónicamente, perdí 1.3 kilos mientras estuve ahí porque me negué a tocar la comida que me ofrecían. No diría que soy una reina gourmet (en la semana cené media bolsa de Oreos), pero un cubo duro color café que parece composta, bañado con una salsa amarilla de origen desconocido, no me abrió el apetito. Pídele a la gente que te lleve dulces y Gatorade. Esas cosas están completamente permitidas. Y saben mejor en el hospital. No sé por qué. Aunque tendrás que sentarte en el comedor. Los ejercicios respiratorios que te enseñan, ayudan.

Te regalan drogas
No tengo idea de lo que era, pero 1) era más fuerte que el Valium, y 2) la repartían como si fueran dulces. ¿No puedes dormir? Drógate un poco. ¿La mujer barbona te siguió hasta tu habitación, semidesnuda y no dejaba de hablar de su fe en Jesús? Drógate un poco. Supongo que es mejor estar hasta el pito que estar consciente de tu precaria situación. Cuando me dejaron ir (cuando me dieron un cono de pastilla para “ayudarme durante el día”), el enfermero me dijo que me veía mucho más tranquila. Por alguna razón, levanté mi cabeza de la mesa y pasé mi lengua por mis labios mientras lo veía.

Las personas son muy amables

No puedo decir que ésta sea la norma, pero así fue. Piensa en todas las cosas increíbles que las personas locas, deprimidas, suicidas y adictas han inventado. Los locos son increíbles. Mi madre se veía particularmente escandalizada durante sus visitas. “No tienes nada que ver con estas personas”, me decía, acariciando su bolso en sus piernas. Au contraire. Estar pirado en mayor o menor medida no te hace menos. Y aunque podría haber arrugado la nariz y rehusado conversación alguna, ¿de qué me habría servido? Estoy aquí, tú estás aquí, somo iguales. No tenía ningún derecho para menospreciar a los demás. Pasé un rato con una modelo que ha salido en la revista Nuts, una anoréxica de 40 años con dos hijos y con una niña bipolar con sobrepeso que me pedía calificar del 1 al 10 qué tan “sexy” eran los actores de Hollywood.

También había un güey en sus treintas, un mentiroso compulsivo, quien tuvo la cortesía de tocar a mi puerta después de que la barbona esquizofrénica decidiera que era una buena idea escupir toda su comida en la mesa frente a mí, antes de ser escoltada por los de seguridad. Sacamos nuestras sillas al pasillo, donde escuchamos nuestros iPods. Un momento de paz.

Cuando me fui, regresé a mis medicinas poco a poco, y para finales del primer mes ya era seminormal de nuevo. Para ser honesta, seminormal es lo mejor que puedo estar.

Espero que esto te dé una idea de lo que debes esperar si llegas a masticar el pelo de alguien en el metro o corres por Tesco gritando “¿acaso no se están divirtiendo?” envuelto en una bolsa de basura. Terminar en el manicomio apesta, pero no es lo peor del mundo.

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#Comida#manicomio#Obeso

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