Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

9 de Julio de 2012

La caída de Precht

El anuncio de Ezzatti desató lo que se augura puede ser la crisis más importante en la Iglesia en años, más incluso que el caso Karadima por las connotaciones históricas que puede llegar a tener. Cristian Precht, un sacerdote aplaudido por moros y cristianos por su labor en los setentas y ochentas, se encuentra en el ojo del huracán por la peor de las acusaciones que hoy se le puede hacer a un cura.

Jorge Rojas
Jorge Rojas
Por

Foto: Alejandro Olivares

Cristián Precht decidió pelear.

Quienes han estado siguiendo de cerca la investigación que enfrenta por denuncias de abusos sexuales, esperaban que hiciera un gesto de reconocimiento de culpa. La esperanza era fundada: no en vano en noviembre del 2010, en medio del caso Karadima y cuando se estaba cuestionado a toda la jerarquía católica partiendo por el cardenal Francisco Javier Errázuriz, Precht fue el único de los obispos en arrodillarse en el Templo de Maipú. Es la foto de la página del lado.

Pero la semana pasada, luego que el arzobispo de Santiago Ricardo Ezzatti informara que su caso y el del cura Alfredo Soyza Piñeiro partían a Roma, Precht nombró a Raúl Hasbún como su defensor canónico. Hasbún, un religioso ligado a la dictadura –tanto que al comienzo algunos pensaron que la noticia era un chiste de twitter-, también forma parte del círculo estrecho del ex cardenal Raúl Silva Henríquez, grupo que además conformaron los sacerdotes Miguel Ortega, Luis Eugenio Silva y el propio Precht. Será él quien protagonizará un proceso que, dicen fuentes eclesiásticas, puede causar heridas todavía más mortales que el escándalo de la parroquia El Bosque, del que aún la iglesia no acaba de recuperarse.

LA DENUNCIA

Quienes conocen las denuncias de abusos sexuales a menores en contra del sacerdote Cristián Precht coinciden en que el cura se extralimitaba con facilidad. La primera denuncia, que ocurrió en agosto de 2010, la interpuso la familia de Patricio Vela Montero, sicólogo que se suicidó en abril de 1991 producto de una grave depresión. No fue hasta el año 2010, sin embargo, que la familia Vela Montero se enteró que su hijo había sido abusado por el sacerdote. Burdamente -según una fuente que conoce la investigación- la familia se enteró del abuso porque el mismo sacerdote, en un extraño arranque de sinceridad, se lo comentó a un integrante del clan.

La relación que existía entre Precht y los Vela Montero ha hecho que esta intrincada historia sea más dolorosa de lo que ya es. Según se ha establecido, Patricio Vela se acercó al sacerdote siendo un joven, durante la década del 80, y el cura finalmente se convirtió en su guía espiritual y en el de su esposa, Carolina Bañados, quien es una de las personas que lo denunció y que además es sobrina política de Precht.

La publicidad de la denuncia hizo que aparecieran nuevos testimonios que acusan al cura y que denuncian los mismos abusos que dio cuenta la familia Vela Montero: “Jóvenes menores y mayores de edad que se acercaban a él en su calidad de sacerdote y él se aprovechaba de su investidura para erotizarlos”, dice la misma fuente que conoce la investigación. La prensa ha mencionado manoseos, caricias eróticas, besos, masturbaciones y actos sexuales.

Sin ir más lejos, a comienzos de semana el portal de internet Ciper dio a conocer el testimonio de Jorge Cantellano, una de las víctimas. En la publicación, Cantellano dice que tenía 19 años cuando Cristián Precht se desnudó delante suyo e intentó que él le tocara los genitales.

El relato de Cantellano es uno de los 20 que acusan a Precht de abuso sexual y que fueron enviados a Roma para que la Congregación para la doctrina de la Fe, hoy dirigida por el obispo y teólogo alemán Gerhard Ludwig Mueller, aclare su verosimilitud. Los antecedentes que aportaron los Vela Montero a la investigación, sin embargo, no fueron acreditados por el arzobispado. Para ellos era indispensable el testimonio de la víctima, cosa imposible porque Patricio Vela había muerto décadas atrás.

“COSAS RARAS”

El envío a Roma de los antecedentes que vinculan al sacerdote Cristián Precht con abusos sexuales con menores de edad fue recibido con desazón al interior de la Iglesia. Durante el fin de semana fue materia de conversación. Algunos rezaron por él. Se sentían devastados.

La pena -según contó a The Clinic un reconocido sacerdote- no sólo tiene que ver con que este caso afecta a uno de los baluartes del clero en la defensa de los Derechos Humanos durante la dictadura, sino que también porque este procedimiento confirma un secreto a voces que al interior de la curia pocos querían aceptar. “Yo también sabía, pero sabía a base de rumores y no a base de pruebas”, dice el sacerdote.

El cura explica que la magnitud de lo ocurrido la semana pasada es muy similar a lo que pasa cuando alguien está a punto de morir. Por ejemplo, dice, si un anciano está grave la familia se prepara para la muerte, pero la distancia que hay entre la gravedad y el fallecimiento es infinita y nunca en realidad se está preparado para morir. En el caso de Precht -dice- se sabía por rumores, pero nadie estaba preparado para la verdad.

El mismo cura asegura que hace cinco años él recibió un intento de denuncia sobre este mismo tema, pero que no llegó a nada.

-Estaba en una actividad social, en un lugar público, y una persona me comentó algo sobre Precht. Yo le dije que era importante conversar sobre este tema, pero que no era el momento de hacerlo. Le dije que me llamara, pero no lo hizo. Él era un testigo, no una víctima. Me dijo que había visto algo inapropiado de Cristián Precht, cosas raras. En ese tiempo yo había escuchado rumores sobre el caso, pero no había oído un testimonio tan directo -dice el sacerdote, que siembra más dudas sobre la figura del cura acusado: “en este caso hay una gran pregunta: ¿Los militares no sabían lo que ocurría con Precht? Mirado en perspectiva, uno empieza a preguntarse cosas para atrás. ¿Por qué no fue obispo? ¿Por qué se fue a la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM)?”.

Sobre eso, algunos hoy recuerdan la entrevista que el periodista Marcelo Mendoza le hiciera al fallecido obispo Carlos González Cruchaga para su libro “Todos confesos”. Mendoza le preguntó al religioso: “Hay una generación de sacerdotes que fue protagonista en la defensa de derechos humanos en la dictadura, como Cristián Precht, Miguel Ortega y otros, que acabada la dictadura se les ve botados por la jerarquía. Pensábamos que iban a ser el relevo de los obispos como usted en cuanto a guías de la Iglesia chilena. ¿Qué pasó?”. La respuesta de González fue en clave, con un énfasis en lo general pero con una excepción que no quiso aclarar:

-Hay cosas que no te puedo decir. Hay una explicación general de por qué muchos de ellos no llegaron a obispos: eran demasiado avanzados, tal vez, y se adoptó una posición más moderada. Las personas que hacen mucho la tienen más difícil. En cambio, quien nada hace, nada teme.

A estas alturas, no hay dudas que la acusación pone algo más que un matiz a la labor que Cristián Precht realizó a cargo de la Vicaría de la Solidaridad, trabajo por el cual recibió el Premio Héroe de la Paz. Según han dicho abogados que trabajaron con él en ese tiempo, la noticia los ha dejado devastados. “Es incomprensible porque a nosotros no nos cuadra el Cristián Precht que conocemos, versus el Cristián Precht abusador de menores, simplemente no nos calza”, dijo a una radio a comienzos de semana el abogado Luis Toro.

Los tiempos que tendrá en adelante esta investigación en Roma no están claros. El proceso puede demorarse una eternidad o puede ser muy rápido. Sobre lo que sí hay consenso es que será muy difícil para Precht probar su inocencia, porque las autoridades locales ya encontraron verosimilitud en las denuncias.

Mientras, dentro de la Iglesia comienzan a circular duras recriminaciones que señalan que, de ser ciertas las denuncias, sólo vendrían a confirmar “una sistemática negligencia” con que se han tratado los asuntos sexuales en la Iglesia y que, sumadas a los casos del obispo Francisco José Cox Hunneus y de Fernando Karadima dan cuenta de una permisividad brutal durante al menos treinta años. “Nadie quiere pensar que esto haya sido un empate dentro de la Iglesia, una cosa transversal, es demasiado siniestro”, dijo el fin de semana un sacerdote.

La misma desolación se instaló en el círculo de los ex miembros de la Vicaría de la Solidaridad, que Precht dirigió entre 1976 y 1979. Un círculo que, coinciden quienes los conocen, no hablará en esta crisis, aunque tampoco han salido a defenderlo a rajatabla. Javier Luis Egaña, secretario ejecutivo de la Vicaría en el mismo periodo en que Precht encabezaba el organismo dijo en la semana que “sin duda que es muy doloroso lo que pudieron haber sufrido las personas que llegaron a hacer la denuncia. Pero es importante mantener la calma y esperar a que Cristián pueda conocer todos los antecedentes del expediente y pueda formular sus descargos”.

Precht, reconocido por su labor en los setenta y ochenta, hoy no cuenta con una defensa corporativa, ni de la Iglesia ni del mundo de los Derechos Humanos. Entre él y el fallo que llegue de Roma sólo se encuentra Raúl Hasbún.

Notas relacionadas