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Opinión

19 de Agosto de 2012

Internet, la enemiga de los copiones

Por BBC Mundo En los últimos meses han salido a la luz sonados casos de plagio. ¿Acaso nuestro mundo digital está delatando a los copiones intelectuales? ¿O quizás nos está ayudando a identificarlos mejor? La semana pasada, el periodista de CNN y la revista Time, Fareed Zakaria, fue suspendido después de que algunos lectores notaran […]

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Por BBC Mundo

En los últimos meses han salido a la luz sonados casos de plagio. ¿Acaso nuestro mundo digital está delatando a los copiones intelectuales? ¿O quizás nos está ayudando a identificarlos mejor?

La semana pasada, el periodista de CNN y la revista Time, Fareed Zakaria, fue suspendido después de que algunos lectores notaran que un párrafo de su última columna se parecía demasiado al de un artículo de la revista New Yorker.

Esto pasó poco antes de que el periodista científico Jonah Lehrer renunciara del New Yorker acusado no sólo de “autoplagiarse” sino de inventar información.

En ambos casos los periodistas fueron delatados no por los autores de una determinada cita, sino por internautas capaces de identificar rápidamente el problema.

Las universidades se topan a diario con trabajos deshonestos y no sólo se trata de documentos escritos por estudiantes.

Una investigación reciente indicó que el 1% de los trabajos publicados en las revistas académicas son extremadamente similares a otros trabajos ya publicados, lo que extiende la preocupación sobre un aumento del plagio científico.

En Europa, políticos también han sido objeto de acusaciones de plagio a gran escala. Líderes de gobiernos en Alemania, Rumania y Hungría han enfrentado críticas, e incluso dimisiones, por robar textos de trabajos académicos y disertaciones.

Es el caso del exministro de Defensa alemán Karl-Theodor zu Guttenberg, quien en 2007 tuvo que renunciar a su cargo tras descubrirse que copió varias entradas de su tesis doctoral.
Es difícil para las autoridades saber cuán extendida está esta práctica y cuánto ha aumentado desde que nació internet.

“No hay un reporte definitivo”, cuenta Craig Silverman, quien escribe sobre errores mediáticos, precisión e incidencias de plagio para el Instituto Poynter, una escuela de periodismo.
“Aunque tenemos algunos ejemplos, hay un número desconocido que todavía no conocemos”.
La era del cortar y pegar

Guttenberg tuvo que dimitir de su cargo en el gobierno alemán por cometer plagio en su tesis doctoral.
La tecnología digital ha posibilitado a escritores apresurados o perezosos a tomar pasajes de trabajos ya publicados.

“Copiar y pegar fue un paso adelante para el plagio”, explica Jonathan Bailey, creador de la página de internet Plagiarism Today (Plagio hoy).

Lo que antes requería una larga labor de investigación y reescritura, ahora conlleva la vía rápida del plagio, apuntó.

La internet ha aumentado la demanda de contenidos de autores y expertos. Zakaria, por ejemplo, presenta un programa de televisión y ha escrito para Time magazine.

La creciente carga laboral puede llevar a algunos autores a tercerizar su trabajo, con asistentes, editores y escritores componiendo trabajos con la firma de una estrella en concreto. Este proceso da lugar a que se obvien atribuciones o al copiado de textos.

Programas para detectar el plagio

Más allá de si el plagio está o no en aumento, la disponibilidad de trabajos en la red ha facilitado la labor de aquellos “vigilantes” capaces de identificar cuando un autor ha cruzado las barreras de lo ético.
“Esto supone un enorme cambio”, dice Bailey. “Es la detección de copias en conjunto”.

Según cuenta Harold Garner, del Instituto de Bioinformática de la Universidad tecnológica de Virginia, Estados Unidos, existen programas informáticos capaces de identificar plagios en textos complejos.
El equipo de Garner desarrolló un sistema que compara más de 8.000 trabajos académicos para detectar similitudes en el lenguaje.

De todos modos, a los expertos en el tema les preocupa que atrapar a los copiones en el acto no es suficiente para terminar con el plagio.

“No creo que haya suficiente apoyo en este trabajo”, dice Garner. “Hace falta más control para asegurarse de que tenemos la mejor literatura del mundo”.

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