Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

27 de Agosto de 2012

“Si yo me pongo lentes es porque los necesito pero dicen: “Ah, claro, este es intelectual”

Sacar un disco después de que han pasado cinco años desde el último puede ser ese momento insoportable en el que todos se esperan todo: que sea bueno, que sea mejor que el anterior, que los años en los que se estuvo callado valgan de verdad la pena pero, Joselo -guitarrista de Café Tacvba- está […]

Camila Gutiérrez
Camila Gutiérrez
Por

Sacar un disco después de que han pasado cinco años desde el último puede ser ese momento insoportable en el que todos se esperan todo: que sea bueno, que sea mejor que el anterior, que los años en los que se estuvo callado valgan de verdad la pena pero, Joselo -guitarrista de Café Tacvba- está al otro lado del teléfono, en gira en Estados Unidos, hablando tan tranquilo como si uno fuera su amigo y no un periodista que le hará esa pregunta tan de periodista sobre la presión por el disco nuevo -“Un objeto antes llamado disco”- y que vienen a presentar a Chile en septiembre.

-Estoy cansado hay mucha gente que va a vernos. Estaría horrible estar cansados sin que nadie fuera a vernos entonces ves cuando está lleno y todo sold out, y la gente vuelta loca con nuestras canciones, te renueva, ¿no? Se te olvida el cansancio y se pone bueno. Y esto lo digo porque hemos vivido también lo otro: ir a un lugar y que no esté lleno, que no haya gente.

-Pero de eso, mil años ¿no?

-No, no. Se ve en cualquier momento. Las bandas no lo dicen porque se oye mal o las discográficas dicen: “No, no digan eso”.

-Jajaja. ¿Qué momento bajo han tenido?

-En varias ocasiones. Nunca sabes. La otra vez platicaba con Quique -mi hermano- el bajista- y le decía: “No si está buenísimo el disco nuevo. Me encanta y él me decía: “No, pues. Quién sabe si le vaya a gustar a la gente”. No hay que dar nada por hecho. Ha pasado en otras ocasiones que la gente no lo cacha o está en otra, está oyendo reguetón, cualquier otra cosa y no les interesa. Mejor ser realista para no decepcionarse.

-Pero uno se decepciona igual.

-Jajaja. Sí. Exacto. Entonces nada. Siento que si en el dos mil siete hubiéramos sacado un disco y nos vamos, y no tocamos más; a lo mejor tendríamos más una presión pero como seguimos tocando y así, no sé. No siento tanto eso. Además como ahora hicimos este experimento de grabar el nuevo disco con público -en Chile lo hicimos en el Liguria- ayudó a conectarse. Cuando Rubén llegó con esta idea al grupo dijo: “Yo lo que quiero es compartir de esto. No es tanto encerrarme en un estudio y grabar encerrado. Quiero hacerlo de una manera abierta”. Yo de entrada no lo entendía. Quería hacer, más bien, cosas en el estudio. Creo que era miedo. Miedo a lo desconocido y percibí ese miedo y dije: “Ah, si tengo miedo entonces hay que hacerlo. Hay que probarlo porque me está haciendo ruido”. Y agradezco que haya sido así porque cambia la visión de las canciones

-¿En qué sentido?

-Quién sabe. Es bien extraño. No lo logro describir con palabras pero nos ha sucedido cuando hemos terminado un disco y se lo enseñas a alguien que no lo ha escuchado nunca, que cambia. Cambia inmediatamente, como si el otro te prestara sus oídos y lo escucharas a través de él.

-¿Cómo era esa experiencia en vivo? Porque no era cualquier experiencia en vivo. No se podía aplaudir al final, por ejemplo.

-Era muy extraño porque de repente yo no sabía si les gustaba o no. El silencio es de las experiencias más raras en la vida. Nunca existe el silencio. Si yo me quedo callado ahorita vas a decir: “Uy, qué pasa”. Estar tocando y no recibir una respuesta era como por qué no aplauden aunque de eso se trataba. Eso fue lo que pedimos. No aplauden ni expresan nada no porque no les guste si no porque era la idea y fue buenísimo darse cuenta de algo: me gusta que la gente exprese si le está gustando o no. Antes de pedir que no aplaudieran lo daba por hecho.

-Rubén hacía una suerte de rituales antes de cada canción…

-Sí. Estábamos en el Liguria de Manuel Montt y al lado de este mural estábamos como en cruz. En medio, Eubén puso un altar con ciertas cosas: pieles de animales, incienso, pero no era incienso exactamente: eran diferentes aromas, y todo lo prendía e iba ofreciéndolo a la madre tierra. Ésa es la religión o filosofía de Rubén.

-¿Te hace sentido a ti?

-Me hace mucho sentido. Eso es bien interesante. Yo, por ejemplo, escribí una canción que se llama “Zopilote” -zopilote es un ave carroñera- entonces la canción es un cuento de ciencia ficción: estos zopilotes que descubren un ovni que chocó en un cerro. Van y a algunos de los zopilotes les da miedo comer esta carne que es diferente y un zopilote dice: “Yo sí voy a probarla para que ver que sucede”. Es un zopilote que busca la diferencia. Y bueno, es un cuento de ciencia ficción, pero en el momento en que Rubén la canta es diferente. Me decían: “Oh, esta cancióm tan mística” y yo: “No, no, si es ciencia ficción”, pero la gente le encuentra otro significado pasando por Rubén. Siempre he creido que dentro de un grupo la voz es la parte más importante para comunicar algo entonces les digo a estos grupos que tienen broncas: “No, pos, es que tu vocalista es lo más importante para la comunicación con tu público. Si no lo entiendes desde el principio, olvídate de tu grupo”.

-¿Tú siempre lo entendiste? No te pasó cuando más adolescente tener esa bronca…

-Si la tuve, lo fui entendiendo. A mi me gusta mucho la historia del rock. Siempre estoy leyendo biografías y digo: “Claro. En los grupos que me gustan también el vocalista es muy importante”. Es como entender la historia del rock a partir de los grupos a través de cómo cada integrante tiene su parte entonces pienso: “Lo tengo que aplicar a la vida cotidiana”.

-Hablando de eso, vi algo que escribiste en Gatopardo cuando ibas a entrevistar a Caifanes y hablabas del rol de cada uno: Rubén, el activista. Tú, el escritor y así. ¿De dónde viene esa mirada? ¿De ustedes o de los fans?

-Es desde afuera. Seguro que es de afuera. Si yo me pongo lentes es porque los necesito pero dicen: “Ah, claro, este es intelectual”. Como una especie de caricatura. Leo, uso lentes: soy el intelectual del grupo. Rubén es más activista y dice lo que piensa y bueno, pues, ya: es el activista. Y yo veo a todos en cierto momento leer o tener una postura, pero Rubén tiene el micrófono, se expresa: es el activista. Yo siento que todo somos todo. No es que seamos personajes de cómics o superhéroes. Hay gente que ha llegado y nos ha dicho: “Ah, tú eres el tal”. Y yo les digo: “Sí” porque explicar todo lo que estoy explicando ahora tarda más que decir “Sí, yo soy el intelectual”.

-Jajajaja. En esa misma entrevista hablabas de fans del grupo que no les deseabas ni a tus peores enemigos…

-Jajajaja. Alguna vez un tipo que era muy fan me empezó a agredir. Yo creo que era su forma de zafarse de este rollo. Empezó, no a golpearme pero sí a tratarme muy mal, y me decía cosas muy raras. Como que quería más de mi de lo que yo le podía dar.

-¿Como enamorado?

-No. No enamorado si no que quería un autógrafo y yo le di un autógrafo, y ya, pero para él era poco eso. Me decía: “¿esto es y nada más? Y yo: “pues sí, qué quieres”. “Pues una foto pero no tengo cámara”, me decía. Yo le dije: “Bueno, te saludo y ya”. No sé qué esperaba. Si una experiencia mística o qué. Ah. Y una vez un amigo llegó con un autógrafo y me dice: “mira el autógrafo que me diste”. Y yo: “pero cómo, si no te di nada”. Entonces me explica: “había un tipo que ni siquiera se parecía a ti pero traía lentes, traía patillas y algunos pensaron que eras tú, y el tipo daba autógrafos y ponía Joselo.

-Jajaja. Y hablando de fans, ¿qué tal fue tocar en Japón para ustedes?

-Pues fue más bien extraño. Lo más interesante es que gente que jamás habá ido a México y no tenía relación con México, ni nada, les gustaba mucho el grupo. Había varios que se ponían esta especie de gorra que se pone rubén -que ellos se lo habían hecho- no hablaban español y eran muy fans.

-Es raro porque de cierta forma el grupo es tan mexicano.

-Ajá. Es extraño. Pero es como cuando hay gente que escucha tango o cumbia. A mi hermano y a mi nos paró un tipo en la calle, y nos reconoció. Un tipo en Tokio nos dice: “Ahh, ustedes”. Ahí yo dije: “Ya. Esto pasó a otro nivel”.

-Sobre ser mexicano, leí que vivir en una ciudad satélite había influido mucho al grupo. ¿De qué forma?

-La ciudad satélite era más tirando hacia un tipo de vida norteamericano. Tiene mucho que ver con los suburbios que se hicieron en Estados Unidos. Hacer crecer las ciudades y llevarlas al suburbio, y ahí crear una nueva comunidad más de clase alta. Todo lo que había alrededor de nosotros era más gringo pero cuando nos conocimos estudiando diseño gráfico había maestros que nos decían: “Ves que deberían retomar más la cultura mexicana, teniendo estos siglos de cultura y de arte que no utilizan en vez de estar copiando hacia Estados Unidos” y tal. Entonces Rubén y yo hacíamos estas excursiones a Ciudad de México -y digo excursiones porque eran viajes largos- y en el centro de la ciudad hay un choque de culturas, un montón de cosas que, viéndolas con ojos externos dices: “Esto es lo que tengo que utilizar para hacer lo mío”. Cuando decidimos hacer un grupo dijimos: “Sí, tenemos que seguir este camino” y lo de estar en satélite nos dio la posibilidad de ser unos extranjeros en nuestro propio lugar.

-¿Qué pasa con el México de ahora? ¿Cómo se permea en ustedes el tema de la violencia?. ¿Cómo lo ves en la vida cotidiana más allá de lo que uno ve en las noticias?

-Hay mucha violencia y hay lugares más violentos que otros pero las malas noticias son las que venden aunque no niego que exista esto. El asunto es saber por dónde moverse, en qué lugares, con qué tipo de gente relacionarse. Mucha de la violencia que sucede es gente que está relacionada con cosas violentas aunque de repente esa violencia se percibe a todos lados.

-¿No te ha tocado de cerca?

-Nada. Hasta ahora no he visto a ningún muerto, colgado o destrozado más que en las portadas de los diarios amarillistas. Supongo que sucede eso en todo el mundo. ¿No?

Notas relacionadas