“Por mis venas corre sangre caliente”

Histriónica, salvaje y única en su especie. El 2009, Juana Judith Bustos, la “Tigresa del Oriente”, debutó en youtube con su single
“Nuevo Amanecer”. Vestida con ajustados estampados animal print, bailando en una canoa en medio del Amazonas peruano, moviendo su
frondosa cabellera rubia junto a bailarines que la acompañaban, la aparición de esta peruana que ya pasó los sesenta años fue todo un éxito en su país y también en Chile.

Inmediatamente, la Tigresa se posicionó como uno de los exponentes más importantes de la denominada “cumbia amazónica” y su éxito la ha
traído varias veces a cantarle a su fanaticada chilena, de quienes dice que “no he recibido más que cariño”.

¿Cómo describirías tu relación con los chilenos?
-Muy buena. Por ahí una que otra parodia, pero nada para sentirse mal. Yo los quiero mucho y, sin temor a equivocarme, me parece que el cariño es mutuo.

¿Qué es lo que más te molesta de los chilenos?
– Nada. De repente el odio gratuito que nos hemos ganado chilenos y peruanos por pelear por un territorio. Ese afán de la humanidad por vivir en conflicto, si podemos ser felices todos.

La mayoría de las visitas que tienes en youtube son de chilenos. ¿Consideras que parte importante de tu fama y reconocimiento se debe a
este pueblo?
-Yo estoy muy agradecida de Chile, porque me dejaron entrar por la puerta ancha, lo que no pasó en mi país. Eso siempre lo tendré presente de corazón.

Hace algunas semanas, la farándula peruana y chilena entraron en conflicto debido a unos dichos acerca de la tribu de los “boras” que son de tu departamento, Loreto. ¿Qué sabes acerca de esta polémica?
-En su momento me pronuncié sobre este tema. La verdad es que me pareció excesivo cómo se burló de los boras el programa de televisión. Ahora, es producto también de la ignorancia de los conductores, al no saber cómo es que viven esas personas. Cada país tiene sus culturas y sus indígenas. Chile no tiene selva, por eso es que no conocen. Pero por unos chilenos maliciosos no vamos a meterlos al saco a todos. En su momento, cuando la prensa peruana me preguntó, yo les dije que en ninguna de mis visitas a Chile había sentido algún tipo de discriminación. Para nada. Yo respeto mucho a los boras, y a todos los indígenas de mi país. Son personas como tú o como yo, que viven felices, que hacen lo que todo el mundo hace. A mí me da mucha pena, porque los peruanos salen a defender a los indígenas cuando otros países hablan de ellos, pero ¿cuándo los mismos peruanos se han preocupado por ellos? Son personas que viven con muchas carencias. Las autoridades y nosotros mismos debemos ver eso y después hablar. Pero es algo que pasa hasta en las mejores familias.

De estilista a toda una sex simbol amazónica. ¿Cómo fue el paso del anonimato a la fama?
-Me costó mucho acostumbrarme, porque yo siempre he sido una mujer sencilla. Todavía cuando puedo me subo a mi combi, voy a mi mercado y compro. Ya no con la frecuencia de antes, porque se arma un alboroto. Y por más que vaya casi disfrazada, la gente me reconoce. Es un poco complicado. Violetita, mi representante, me dice, “Tigresa, ¿cuándo dejarás de hacer escándalo?”. Jaja. Pero es parte de este mundo. Yo, agradecida con todos.

¿Has sufrido de acoso por parte de hombres o mujeres?
-Sí, siempre hay por ahí. Me llegan propuestas de todas partes del mundo. Me han propuesto salir de viaje a lugares donde nadie nos conozca para poder estar tranquilos. Pero son anécdotas nada más.

La mayoría de las mujeres pasado los 60 años tienen una baja en su vida sexual. ¿Tú te sientes identificada con ese grupo?
-Jajaja, bueno eso depende de las mujeres. Acuérdate que yo soy de la selva, por mis venas tengo sangre caliente.

¿Cuáles son tus tips de belleza? ¿Algún secreto? ¿Te has sometido a alguna cirugía plástica? ¿A cuáles y a cuántas?
-Este año pasé por las mano de un cirujano muy importante en mi país. Me hice unos arreglos. No mucho, pero todo bien. La verdad, no soy mucho de usar cremas y esas cosas, pero sí me hago limpiezas faciales una vez al mes. Y como tengo mi spa, ahí me engríen.