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Opinión

4 de Noviembre de 2012

Carlos Peña le tira la cadena a Hinzpeter aprovechando el cambio de gabinete

“El verdadero problema político del gobierno no es la salida de Allamand o de Golborne -días más o días menos, algo así inevitablemente ocurrirá- sino la situación de quien, hasta ahora, ha sido un ministro inexistente: Hinzpeter”. Así parte su columna dominical en El Mercurio el rector de la UDP, Carlos Peña, quien según dice […]

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“El verdadero problema político del gobierno no es la salida de Allamand o de Golborne -días más o días menos, algo así inevitablemente ocurrirá- sino la situación de quien, hasta ahora, ha sido un ministro inexistente: Hinzpeter”.

Así parte su columna dominical en El Mercurio el rector de la UDP, Carlos Peña, quien según dice la permanencia del actual ministro del Interior va a dar cuenta de la personalidad del Presidente y, en cambio, su salida podría ser la muestra de “que la política (y no el simple poder de la subjetividad presidencial) ha entrado al gobierno”.

Para Peña, nuestro régimen presidencialista implica contar con un ministro del Interior “que organice las relaciones con los partidos, lidere el gabinete, contenga los excesos de los partidarios, o los estimule cuando sea imprescindible, y sobre todo sirva de contención a las múltiples pulsiones y cambios de ánimo que animan la personalidad de quien está a cargo del Estado”.

Para eso da ejemplos de los años de la Concertación gobernando, con Krauss, Carlos Figueroa, Insulza y Pérez Yoma, respectivamente, e incluso a la dictadura, con Sergio Fernández en el cargo de confianza de Pinochet.

Según el abogado, el gobierno sin ese tipo de ministro el Interior ha sido un notable fracaso y ha dado cuenta del “no contar con ninguna mediación entre la subjetividad del Presidente y el resto del gabinete”.

“Así, el narcisismo presidencial, esa rara necesidad de reafirmarse en cada una de sus intervenciones, esa extraña tendencia a oírse a sí mismo y mirar al interlocutor como si fuere translúcido, en vez de moderarse, crece. La delectación del Presidente por el poder (no por la política, que no es lo mismo) y la lealtad irrestricta del ministro del Interior al Presidente (y no a las ideas del Presidente o a los intereses de quienes los respaldan, que tampoco son lo mismo) no hacen más que ahondar la distancia con la ciudadanía, uno de los problemas del gobierno de Sebastián Piñera”, dice Peña.

Según el columnista, la permanencia de Hinzpeter se hace cada día más inexplicable siendo más leal a la subjetividad del Presidente que a los intereses de la coalición.

Al terminar, Peña le tira la cadena completa recordando la comparación que el mismo Hinzpeter hizo sobre su relación con Piñera con la de Manuel Montt con Antonio Varas.

“Montt y Varas fueron amigos. Varas sucedió a Montt en muchos de sus cargos, fue su ministro en varias de sus carteras, juntos crearon el Partido Nacional (en la primera versión que duró hasta los años treinta) y, con toda razón, acabaron compartiendo el plinto de una estatua. No será el caso, desgraciadamente, de Hinzpeter y de Piñera. De que están unidos por una amistad férrea, no cabe a estas alturas ninguna duda; que nunca pisarán juntos el plinto de una estatua, tampoco”.

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