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Opinión

4 de Noviembre de 2012

Diez razones por las que importa el voto latino en las elecciones de EE.UU.

Vía BBC Mundo 1. Regla demográfica simple La primera explicación se basa en una estadística simple: los latinos en Estados Unidos son cada vez más. Uno de cada seis habitantes, para ser precisos. Representan 16,3% de la población del país, según reveló el censo de 2010, lo que los convierte en la minoría étnica más […]

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Vía BBC Mundo

1. Regla demográfica simple

La primera explicación se basa en una estadística simple: los latinos en Estados Unidos son cada vez más. Uno de cada seis habitantes, para ser precisos.

Representan 16,3% de la población del país, según reveló el censo de 2010, lo que los convierte en la minoría étnica más numerosa, y se proyecta que para 2050 podrían alcanzar la marca de 30%.

“Cada vez que hay una elección peleada aumenta la atención a los grupos menores y, en el caso de los hispanos, su importancia se volvió más evidente después de que superaron un punto que históricamente se considera de inflexión demográfica, el de los 50 millones de personas”, señaló Justin Gross, experto en estadística de Universidad del Sur de California, USC Chapel Hill.

Según la última medición oficial, los hispanos de primera generación y sus descendientes en Estados Unidos suman 50,5 millones, a lo que se agregan otros 3,7 millones de habitantes del estado libre asociado de Puerto Rico. Pero, además, crecen a una velocidad de más de doble que otros grupos demográficos.

Entre 2000 y 2010, este grupo mostró una expansión de 43%, mientras que la media de crecimiento del país en ese mismo período fue de 9,7% e incluso hubo 15 estados en los que la población blanca no hispana se redujo en términos absolutos.

2. Más gente, más votos

Aunque ciertamente no son 50,5 millones de votos potenciales los que están en juego –muchos hispanos son indocumentados; otros tienen permiso de residencia legal pero no están naturalizados, con lo cual no tienen derecho a participar en una elección- el crecimiento demográfico ha ido acompañado de un incremento sostenido por más de 25 años en la masa de electores habilitados.

Según un estudio del Centro Pew Hispano, más de 21,7 millones de hispanos son actualmente elegibles, un récord histórico y un incremento de más de 2 millones desde la última elección presidencial, en la que podían votar 19,5 millones de latinos.

Arturo Vargas, director de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados.
“Cada mes, unos 50.000 jóvenes latinos que son ciudadanos llegan a la edad de 18 años y entran en ese electorado potencial”, señaló Arturo Vargas, director de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO, por sus siglas en inglés).

Este crecimiento, según destacan los expertos, no está atado a la inmigración recién llegada, sino a los latinos de segunda y tercera generación, crecidos en Estados Unidos de padres o abuelos latinoamericanos y ciudadanos por nacimiento.

“Como consecuencia, los votantes elegibles son cada vez más pero todavía no reflejan el peso total de la comunidad hispana. Gran parte de la población latina adulta no vota porque es extranjera. Por eso se habla del voto latino como el ‘oso dormido’, porque no se ha visto el efecto que podría tener y eso sólo se conseguirá a medida que siga el recambio generacional y vaya en aumento el número de hispanos estadounidenses”, comparó Belinda Reyes, profesora de Estudios Latinos en la Universidad Estatal de San Francisco (SFSU).

3. El “voto novedad”

Otra de las razones por las cuales el voto hispano es una presa apetecible para los dos partidos es porque la masa de votantes es, ante todo, joven: recién llegados al sistema político, muchos de ellos elegirán presidente por primera vez en 2012.

Por definición, el joven es menos susceptible de tener una filiación partidaria ya establecida. Algunos lo definen como un voto “up for grabs”, una expresión en inglés que señala que está disponible para quien quiera competir por conseguirlo.

“Cada año, hay una mayor proporción de blancos que salen del electorado (porque mueren o envejecen) y más nuevos votantes de minorías que ingresan. Si la población blanca envejece y las minorías son cada vez más numerosas, apoyarse en el voto joven es clave para el triunfo”, indicó Matt Barreto a BBC Mundo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Washington y fundador de la organización Latino Decisions.
El desafío, sin embargo, es el de interesar a un segmento de la población que tiende a participar menos en política que los más veteranos.

“Los votantes mayores tienen más altos índices de participación que los jóvenes, independientemente del grupo étnico al que representen. Si miramos que el promedio de edad entre latinos es de 27 años, casi 10 por debajo del promedio general de la población estadounidense, es lógico que haya una señal de alerta”, resumió Louis DeSipio, politólogo de la Universidad de California en Irvine.

4. En los estados “péndulo”

La mirada de los partidos está sobre todo concentrada en la conducta electoral que tendrán los hispanos en los llamados estados “péndulo”, aquellos donde la elección es abierta para que tanto demócratas como republicanos puedan conseguir el triunfo.

“De los 50 estados de la nación, realmente nueve están en disputa, los otros están básicamente decididos porque muestran una inclinación histórica muy marcada hacia un partido u otro. Y en esos nueve, entre 15% y 20% de los votantes son latinos: estamos hablando de 3 millones de votos”, detalló a BBC Mundo Antonio González, presidente del Instituto William Velázquez, una organización sin fines de lucro dedicada a temáticas latinoamericanas en Estados Unidos.

En particular, el peso de la principal minoría se hará sentir más fuerte en Nevada, Colorado, Nuevo México y Florida. Su importancia ha quedado confirmada en la pasada contienda presidencial: cuatro estados que había ganado George W. Bush en 2004, los consiguió Obama con el apoyo del voto hispano, según coinciden los analistas.

Como en el sistema estadounidense no se elige al presidente de modo directo (esto es, por el recuento total de votos) sino mediante la designación de electores por estado, los territorios “péndulo” se consideran clave porque otorgan un número importante de puestos en el colegio electoral. Pero los cambios demográficos han hecho que otros estados tengan la posibilidad de inclinar la balanza en noviembre.

“Los latinos pueden ser prominentes en los estados por dos razones, ya sea porque representan un porcentaje importante de la población total, como en Florida o Nuevo México, o bien porque la población latina ha crecido muy rápido entre una elección y otra, lo que nos hará observar a estados como Virginia, donde los latinos no son tantos pero han crecido por encima de la media”, comparó Barreto.

5. Cabeza a cabeza

Cada voto cuenta en este escenario, lo que ha aumentado la presión en los cuarteles de campaña de ambos candidatos por conseguir tantos apoyos como sea posible, sobre todo entre el electorado joven de minorías.
“Cuando el voto blanco está muy dividido, entonces los otros grupos étnicos se vuelven clave para decidir”
Belinda Reyes, profesora de Estudios Latinos en la Universidad Estatal de San Francisco.

“Cuando el voto blanco está muy dividido, entonces los otros grupos étnicos se vuelven clave para decidir. Esta elección probablemente se defina por quien consiga unos pocos votos en el medio, los de aquellos que no tienen aún decidido por quién votar”, confirmó la académica Reyes.

Desde 1992, el partido Republicano ha ganado al menos un cuarto del voto latino en una elección, mientras que los demócratas han conseguido al menos la mitad del total. Lo que significa que el restante 25% está en juego, aunque la cifra es una estimación y varía de una elección a otra y según los candidatos que se la disputen.

Ante la diferencia mínima en la intención de voto en 2012, los expertos señalan que los dos partidos tienen distintas conveniencias. Según DeSipio, los demócratas se beneficiarían de una mayor concurrencia hispana a las urnas, porque 70% de los votantes de esa minoría afirma en las encuestas que apoyará a Obama. A los republicanos, en cambio, les serviría que los hispanos participen menos, para aumentar el peso relativo del voto blanco no hispano, que tradicionalmente le es fiel.

6. ¿Monolítico? Nada de eso

Aunque se hable de él en singular, las preferencias de la principal minoría del país están lejos de ser uniformes: el voto hispano no es monolítico, repiten los analistas. No es uno, sino muchos.
La conducta electoral de los mexicano-estadounidenses del oeste del país, por caso, difiere de la de los hispanos de origen cubano de la costa este. Así, California se inclina históricamente por los demócratas, mientras que Florida fue, hasta 2008, un baluarte de los republicanos.

Esta heterogeneidad se traduce en posibilidades para ambos partidos de sumar un caudal de sufragios latinos para sus respectivos candidatos. Aunque lo intentan con estrategias distintas.

“Los demócratas invierten muchos esfuerzos en movilizarlos porque saben que están más cerca de Obama y porque tradicionalmente el partido ha sostenido puntos de vista más afines a los intereses latinos en temas sociales o referidos a la inmigración. Los republicanos, en cambio, tienen un espacio con los latinos más conservadores, para quienes los valores religiosos o familiares son de importancia para decidir el voto y se asemejan a lo que postula Romney”, comparó DeSipio.

Para ejemplos, basta mirar al pasado: Bush no podría haber ganado en Nuevo México si no hubiera sido porque conquistó al electorado cristiano latino; Obama, en su primera elección, revirtió una tendencia histórica en el codiciado estado de Florida, donde el crecimiento de otros grupos hispanos, como los puertorriqueños, hizo de contrapeso al voto tradicionalmente conservador de los cubano-estadounidenses.

“No es un voto automático. La fuerza de los lazos partidarios de los hispanos no es tan fuerte como la de los blancos o los afroamericanos, por eso es un juego abierto que varía de estado a estado más de lo que normalmente se piensa”, opinó el estadístico Gross.

7. La inscripción: un desafío

La denominación de “gigante dormido” para el voto hispano lo es más si se observan los índices de inscripción en el registro electoral: aunque casi 22 millones de latinos son elegibles para votar, es apenas la mitad la que efectivamente participa.

Según el Centro Pew, 9,7 millones de latinos participaron en las presidenciales de 2008, menos de 60% de los que podrían hacerlo. En las últimas elecciones legislativas, en 2010, 6,6 millones emitieron su voto: un récord en términos absolutos para unos comicios de mitad de mandato, pero con un índice de registrados de 31% sobre el total de los que estaban habilitados.

Para las elecciones de noviembre, se estima que los registrados serán entre 12 y 13,5 millones. Así, los partidos han destinado sus mejores armas a anotar nuevos votantes hispanos, con estrategias que van desde la concientización a través de los medios al envío de agentes puerta por puerta.

Los obstáculos no son pocos: la crisis económica ha forzado a muchos latinos a mudarse y, como consecuencia, a perder el registro electoral que caduca cuando se cambia de estado de residencia. También juegan en contra las leyes que exigen un documento con foto para enrolarse y rigen en estados como Alabama, Carolina del Sur y Texas, entre otros.

“Mientras que 74% de la población anglo está registrada, el índice entre los latinos no llega a 55%. Si no se encuentra la manera de hacer que se inscriban y participen, puede no valer de nada el supuesto peso que se le ha adjudicado al voto latino”, alertó Michael Munger, director del programa de política, economía y filosofía de Duke University.

8. Más participación, más cargos

Una vez salvado el desafío de la inscripción en el registro electoral, la buena noticia para los partidos es que los hispanos inscritos tienden a participar por amplia mayoría el día de la elección.
Por lo general, alrededor de 80% de los latinos registrados para comicios presidenciales ha salido a votar y es probable que esta tendencia se mantenga en 2012, aunque difícilmente se superen los índices de 2008.

“En la pasada elección, Obama movilizó a una gran parte del voto de minorías. Pero es difícil que se repita aquel fenómeno, donde había un entusiasmo histórico por la elección. Los niveles de participación podrían ser más bajos porque la crisis económica afecta el voto y también porque muchos latinos están desmotivados ante lo que consideran promesas incumplidas del presidente”, alertó David Tabb, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de San Francisco.

En parte para contrarrestar este efecto, ambos partidos han puesto en la primera plana a latinos que militan en sus filas, con el fin de ganarse la aprobación de la comunidad: los republicanos coquetearon con la idea de tener a Marco Rubio, de origen cubano, como candidato a vicepresidente, mientras que los demócratas tuvieron a Julián Castro, alcalde de la ciudad de San Antonio (Texas), como orador inaugural de la convención del partido el pasado septiembre.

Los expertos no están seguros de que ver un apellido latino en una boleta vaya a generar la empatía inmediata de los votantes. Pero sí coinciden en que la participación mayoritaria y sostenida a través de los sucesivos comicios puede tener una consecuencia indirecta: la de aumentar la presencia de hispanos en cargos electivos.

“A futuro, la representación que logren los hispanos afectará los asuntos del país, cuantos más candidatos latinos haya más fácil será lograr que los temas que le importan al votante latino tengan cabida en Washington. Y eso se logra a partir de fomentar la participación y creer que es posible acceder a los cargos, sobre todo a nivel local y estatal”, opinó Vargas, representante de NALEO.

9. Temas sobre la mesa

El interés por sumar latinos a sus filas ha hecho que las preocupaciones de la comunidad se volvieran temas de debate para los dos partidos en contienda: “si quieres atraer a los latinos, háblales de lo que les importa”, es la máxima detrás de los esfuerzos de campaña.

En muchos casos, los asuntos no difieren de aquellos que preocupan a los blancos no hispanos y otros grupos: distintas encuestas colocan a la economía, el desempleo, la seguridad pública y la educación entre las prioridades. Pero hay otras cuestiones que les competen más específicamente, de las cuales tal vez el tema migratorio sea la más evidente. Un estudio publicado en junio por la consultora Gallup sobre seis áreas de reforma pendientes para el gobierno estadounidense mencionó las políticas sobre migración en el tercer lugar en el interés de los latinos registrados, por detrás de la salud y el empleo.
“Por primera vez se están utilizando personas reales, en lugar de actores. La campaña reconoce el carácter heterogéneo de la comunidad latina”

“Cuando se le pregunta, la gente dice la economía o la educación primero, pero la inmigración es un asunto ‘portal’, como lo llamamos: no es un tema en sí pero impacta en los otros temas. Toca a los miembros de la comunidad latina de una u otra forma, sea porque alguien en la familia es indocumentado o por mera empatía, por eso se considera un tema ‘movilizador de votos’”, señaló Maribel Hastings, asesora ejecutiva de la organización America’s Voice, que promueve la reforma migratoria integral.
Así, ambos candidatos se han visto obligados a abordar en sus discursos la problemática de los sin papeles, que se estima son unos 11 millones en todo Estados Unidos. Y para ninguno ha sido una cuestión cómoda, si de promocionar sus candidaturas se trata.

“Les incomode o no, el peso de los latinos en el escenario electoral hace que el tema esté instalado y tenga suma importancia. Prueba de ello es que los índices de popularidad de Obama crecieron cuando recientemente tomó la decisión de postergar la deportación de los universitarios indocumentados. No es lo más importante, pero sí tienen influencia en el voto”, concluyó Belinda Reyes.

10. Se habla español

Con casi 22 millones de latinos puestos a decidir, no es casual que los avisos de radio y TV que alimentan las campañas tengan sus versiones en español, para transmitir sobre todo en estados clave como Nevada, Nuevo México y Colorado.

En los tres de los avisos lanzados desde abril de este año, Obama abordó el tema de la educación, para destacar las becas promovidas por el gobierno para que jóvenes hispanos puedan continuar la educación superior; luego se refirió a la salud, una cuestión sensible para millones que no tienen cobertura, y el tercero se concentró en los índices de desempleo, que han afectado a los latinos más que a otros grupos.
“Por primera vez se están utilizando personas reales, en lugar de actores. La campaña reconoce el carácter heterogéneo de la comunidad latina”, dijo a BBC Mundo Gabriela Domenzain, portavoz hispana para la relección de Obama, en alusión a los hispanoparlantes que protagonizan los avisos, de distintas nacionalidades según las que predominen en cada estado.

Mitt Romney, por su parte, basó su comunicación en lo que considera el punto débil de la actual administración: la economía fue el tema del primer spot, en el que se presenta a sí mismo como el indicado para atacar los efectos de la crisis desde “el día uno” en la Casa Blanca. Aunque en la pieza no usó voces en español, sino un doblaje.

Según Alexandra Franceschi, portavoz del partido Republicano, se buscó llegar a los latinos con el tema que más les preocupa y parte de la estrategia de los últimos meses es la de apoyarse en los “grandes mensajeros latinos” del partido -como la gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez- que “ayudarán a trasmitir el mensaje”.

Entre abril y junio, Romney invirtió US$33.000 en progaganda para hispanos; Obama, US$1,7 millones, según la consultora de publicidad SMG. Seguramente varios millones más saldrán desde los cuarteles de campaña para despertar al “gigante dormido”: la economía proselitista tiene, como nunca antes, a los votantes latinos entre sus prioridades.

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