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LA CALLE

6 de Noviembre de 2012

La otra vida del negro matapacos

Sus fotos en Internet y videos en youtube, enfrentando a guanacos y “tortugas ninjas”, lo han transformado en una verdadera celebridad con tres Facebook en su honor y más de 6 mil seguidores. Pero la vida del Negro Matapacos no es sólo protestar. Después de cada marcha regresa a la casa de la señora María Campos, quien le lava sus pañuelos y lo recibe con un plato de arroz y panas de pollo. Incluso tiene su propia pieza en el hogar. The Clinic lo siguió por varios días y muestra el lado B del perro más combativo de Chile.

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Son las 10:30 de la mañana y en la Usach comienzan las escaramuzas entre encapuchados y Fuerzas Especiales. Es otro jueves de movilizaciones y los estudiantes se preparan para marchar desde el frontis de la U de Santiago. Al mismo tiempo y no muy lejos de ahí, específicamente en la calle García Reyes, un perro intenta desesperado salir de su casa. Rasguña la puerta, la zamarrea como si quisiera tirarla, está ansioso y su dueña le habla para que se calme. La señora María, protectora de cinco gatos y tres perros, camina despacio hacia el umbral de su casa y lo deja salir, no sin antes “darle la bendición al negrito”, que espera sentado a que ella le pose la mano en su cabeza y le ordene el pañuelo rojo amarrado a su cuello. Cumplido el ritual, el Negro se enfila hacia la Alameda como guiado por un impulso, por una necesidad casi biológica de estar en la línea de batalla donde policías y manifestantes se ven las caras.

“Yo le digo revolucionario porque ya estoy resignada a lo que le pase. Sé que va a morir en su ley porque a él le gusta pelear contra el guanaco y todos sabemos que ellos (los carabineros) si tienen que pasar por encima de él lo van hacer. Además que le deben tener un odio que te lo encargo. Pero yo digo que será hasta que Dios quiera que esté aquí”, comenta la señora María Campos, quien hace un par de años cuida del Negro y aún se asombra con las aventuras y la inteligencia del can.

“Viera cómo pone la cabeza esperando la bendición. Se queda quieto-quieto. Generalmente los jueves él se despierta y se pone como loco, sólo quiere salir. Es que el Negro tiene las horas marcadas: si la marcha es a las 11:00, él quince minutos antes está rasguñando la puerta. Pero si es un día en que no hay protestas, tengo que levantarlo yo. A veces le digo ¿hijo, tú no vas ir a la universidad hoy?”, cuenta María Campos, quien habla del negrito con el mismo cariño de una madre.

Sin embargo, ese cariño maternal de la señora María muchas veces se transforma en recriminación, más aún cuando el Negro se pierde y vuelve medio derrotado. “Hay días que llega súper decaído, yo creo que incluso drogas le deben dar, como llega y traga. Capaz que le den copete también porque a veces duerme todo el día. Cuando llega así le digo: ¡mira, venís todo borracho! y él sabe que lo estoy retando y entra sin chistar. Si es tan pillo mi negrito que cuando llega en ese estado primero pasa a donde mi amiga, que también le da comida, para que lo venga a dejar y yo no lo pueda retar”.

Pasión por los pañuelos y obsesión por los autos blancos

La relación entre María Campos y el Negro Matapacos comenzó en 2009. En esa época el Negro circulaba por el Paseo Ahumada como un perro callejero más del centro de Santiago y que gastaba gran parte de su día en ladrarle a los autos en la Alameda.

“Yo transitaba harto por Ahumada y siempre lo veía ladrándole sólo a los autos blancos, se le tiraba a las ruedas, como si se las quisiera comer. Eso me llamaba la atención aunque más me daba miedo que lo atropellaran, así que empecé a hacerle cariño para evitar que se pusiera donde estaban los autos. Yo creo que ahí empezó a reconocer mi olor porque al tiempo después apareció afuera del local de mi amiga, yo lo vi y dije a este perrito lo conozco, es del paseo Ahumada. Ahí me siguió y durmió toda la noche afuera de mi casa. No molestó y al otro día lo dejé entrar porque se puso a llover. Ahora tiene hasta su pieza acá y sagradamente le preparo una olla con arroz y panitas de pollo desmenuzadas”, cuenta María mientras escucha atenta cualquier ruido en la puerta que le dé la señal de que el Negro llegó de sus andanzas.

Instalado en su nuevo hogar, cercano al barrio universitario de República y a la USACH, el Negro comenzó a relacionarse con estudiantes que rápidamente lo adoptaron. Pronto dejaría de lado su obsesión por los autos blancos para dedicarse completamente a recorrer universidades.

“A fines de 2010 el negrito se la pasaba en la UTEM y en la Central. En esa época yo le había puesto un collar con un número de teléfono y andaba con capa. Con el tiempo los chiquillos me llamaban, me decían que no me preocupara porque estaba con ellos: o andaba jugando a la pelota en el Parque Almagro o estaba adentro en la universidad. Una vez incluso me llamaron para pedirme permiso para llevárselo a un asado que harían en el Parque O’Higgins. Ahí empecé a enterarme cuáles eran los recorridos que hacía. Imagínese que una vez me llamaron del Cementerio General para un 11 de septiembre, avisándome que el Negro estaba allá, peleando con los carabineros”, recuerda la señora María, quien se aburrió de colocarle collares al Negro con identificación.

“Los chiquillos le sacaban el collar y le ponían pañuelos. Ahora su pasión son los pañuelos: tiene uno azul, el rojo y uno blanco. Antes yo le ponía una capa pero después empezó a llegar todo empapado y pasado a lacrimógena, fue en ese momento que me di cuenta que iba a las marchas”.

Sus nuevas amistades, con quienes cultivó sus “bases ideológicas”, y sus llegadas a la casa mojado fueron claros indicios de los pasos en que andaba el Matapacos, pero la constatación de lo que ocurría se produjo cuando María se lo topó encabezando una marcha.

“Voy saliendo del Eurocentro y lo veo que va adelante de una marcha. Le pego un puro silbido y él se para, me mira y se me acerca. Yo le pregunté que qué estaba haciendo ahí, que se fuera de inmediato a la casa. Él se me acercó, refregó su cuerpo en mis piernas y se fue a encabezar la marcha. Me dio la sensación de que me estuviera diciendo: mamá quédate tranquila que yo estoy bien”.

“Ni en verano deja de salir”

La lealtad del Negro con los estudiantes le ha valido su fama en las redes sociales. Actualmente cuenta con tres cuentas en Facebook que suman cerca de 6 mil fans. En su cuenta de twitter suma 800 seguidores y se le describe como “Revolucionario innato, padre chileno de 32 hijos (reconocidos) y marido de 6 señoras, amigo del pueblo y la peor pesadilla de la policía”.

“Él a los chiquillos les tiene mucho respeto, los quiere. Si cuando ve a un par de cabros se vuelve loco, son su vida. Una vez un cabro lo separó de una pelea que tenía con otro perro. Se lo llevó en brazos, imagínate si fuera agresivo no dejaría que le hicieran eso. Incluso deja que yo le toque el plato cuando él está comiendo”, cuenta María.

“Una vez lo vino a dejar una pareja de jóvenes. Íbamos saliendo de la casa y el cabro le dice al Negro: ya negrito nos vemos mañana y sigue matando pacos”, agrega la señora María quien siente que el negrito es protegido por los “chiquillos”.

Sin embargo, la llegada del período estival deja al Negro en cierta orfandad, sus andanzas con los estudiantes cesan y el Negro se debate entre la abulia y el aburrimiento.”Hay días en que sale a la calle y se queda mirando la Alameda, yo le digo que la universidad está cerrada y ahí se entra. Pero anda como lateado. Sabe que los cabros de la U no están y ¿sabe para dónde se va?, al Paseo Ahumada, donde se colocan los góticos, cerca del Eurocentro, ahí pasa todo el día, si no me cree pregúntele al joven de los motes con huesillos que se pone ahí. Si es tan habiloso que a veces pienso que es alguien reencarnado”.

Loukanikos: el Matapacos griego

Grecia es uno de los países de la Unión Europea que más ha sufrido la crisis económica que afecta al viejo continente. El descontento ciudadano se ha volcado a las calles donde las protestas, marchas y enfrentamientos con la policía han sido parte de la agenda noticiosa internacional.

Es en este contexto donde surge, en 2008, la figura de Loukanikos (salchicha en griego), perro que ha logrado notoriedad en las cientos de marchas que se han producido en Atenas. Para muchos es un símbolo de libertad y, al igual que el Negro Matapacos, sabe muy bien cuál es el bando al que pertenece. Por eso no es raro verlo en diferentes galerías de fotos, incluso en sitios tan prestigiosos como la revista Time, donde se le puede ver atacando, una y otra vez, a las fuerzas policiales.

A diferencia del Matapacos, Loukanikos ha sido fichado por las autoridades como un perro callejero, ya que cuenta con una correa azul que lo identifica con el padrón 1.842 y es el Ayuntamiento de Atenas el que se encarga de esterilizar y alimentar regularmente.

Tal es su fama internacional, que “Louk” ha sido inmortalizado como el “Che de cuatro patas” por el diario El Mundo de España y Angelos Antonopoulos, del Consistorio de Atenas (algo así como una alcaldía chilena), ha dicho en entrevista a Reuters que “la ciudad lo cuida especialmente porque es adorable. Él es también un símbolo, un símbolo de libertad”.

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