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Opinión

9 de Noviembre de 2012

Julián Herbert: “La pasión por el lenguaje la heredé de mi madre”

El escritor mexicano Julián Herbert, autor de la premiada novela “Canción de tumba”, con tintes autobiográficos, que narra la historia de su madre enferma de leucemia tras haber practicado la prostitución en su juventud, afirmó hoy a Efe que “la pasión por el lenguaje” la heredó de ella. “Era una mujer muy ignorante, que nunca […]

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El escritor mexicano Julián Herbert, autor de la premiada novela “Canción de tumba”, con tintes autobiográficos, que narra la historia de su madre enferma de leucemia tras haber practicado la prostitución en su juventud, afirmó hoy a Efe que “la pasión por el lenguaje” la heredó de ella.

“Era una mujer muy ignorante, que nunca fue a la escuela pero que en medio de su ceguera, tenía una pasión por el lenguaje que, eso sí, creo haber heredado de ella. Era una gran narradora oral”, enfatizó Herbert, que se encuentra en Chile con motivo de la Feria Internacional del Libro de Santiago.

El autor del libro de cuentos “Cocaína (manual de usuario)”, los poemarios “El nombre de esta casa” o la novela “Un mundo infiel”, escribe las frases de sus obras en voz alta para “encontrarles el ritmo”. Este hecho, probablemente, sea una herencia de su madre.

“Siempre digo que las primera lecciones de técnica literaria las recibí de ella y no fueron como clases, sino ella en la noche contándote una historia”, subrayó a Efe.

“Era una extraordinaria narradora. Le daba pausa a sus frases y leía mucho, a pesar de que elegía las cosas más disparatadas”, explicó el autor, que prefiere corregir a escribir.

“Yo tengo una manera de escribir bastante neurótica, por ejemplo, no puedo corregir por fragmentos. Tengo que empezar desde el principio, cuando llevas veinte páginas, no es tan grave, pero cuando llevas más de cien páginas, empezar a corregir cada vez desde la primera se vuelve una cosa de trastorno mental”, indicó.

A pesar de reconocer que tuvo una relación con su progenitora “muy compleja”, de “mucho amor y mucho odio”, está hoy convencido de que “odiar a los muertos es una estupidez. La relación que tengo ahora con mi mamá es muy alegre”.

La mayor dificultad que encontró a la hora de adentrarse en un aspecto tan personal de su vida fue “encontrar un lenguaje para contar la historia”.

“Lo que más me angustiaba mientras estaba escribiéndola era encontrar un lenguaje que no fuera ni absolutamente cínico ni absolutamente melodramático, que tuviera humor pero que también hubiera una reflexión sobre el dolor, la decadencia”, indicó.

Su libro “Canción de tumba” discurre en un México violento, un país que “está en llamas”, según su autor, que antes de vivir de la escritura, trabajó en la burocracia de su país.

Herbet vive en Saltillo, una localidad en el norte de México, una zona que se mantuvo “relativamente tranquila”, pero que “de un año para acá” se volvió “un campo de guerra”.

“Tengo que revisar Twitter todas las mañanas antes de salir de mi casa para llevar a mi hijo a la escuela para ver por que calles irme donde no haya balazos, para escoger la ruta menos probable”, dijo, mientras recordaba un día, hace menos de un año cuando, fue a comprar unos refrescos y de regreso pasó por una calle, en la que diez minutos después estalló una granada y volaron una camioneta.

Para el literato, la violencia destruye “las bases de la convivencia, las bases de lo social” y provoca que se soslayen “la corrupción, el control sindical, que acaba siendo un control político del país, la absoluta decepción de la clase política mexicana, etc.”

Julián Herbert, que tiene tatuado en su brazo izquierdo un símbolo azteca que significa “palabra”, cree que la sociedad mexicana no ha querido “apostar por la educación”.

“La educación es responsabilidad del Estado, pero hay una ética y la noción de que este país es responsabilidad nuestra. Lo vivo como un fracaso de mi generación. Mi generación votó por el cambio, votó por la derecha mexicana y doce años después estamos en muy malas condiciones”, manifestó.

Los elementos biográficos son un elemento fundamental en la obra de Herbert, quien expresó a Efe que “Canción de tumba”, por la que fue galardonado con el Premio Jaén de Novela y Premio de Novela Elena Poniatowska, “no se podía contar en tercera persona”.

Ésta no la única obra de Julián Herbert basada en la realidad. “Cocaína. Manual de usuario” es un libro de cuentos en el que los personajes tienen muchos rasgos del escritor.

“Yo tuve una larga adicción a la cocaína en distintas etapas. No habría podido escribir ese libro si no hubiera tenido esa relación”, dijo.

Una “mala mujer muy guapa”, como califica a la cocaína, fue parte de la vida de Herbert por muchos motivos: el “placer”, la “curiosidad”, una forma de “ser enganchadiza”, una “historia personal traumática” y “una prueba de resistencia y una decisión ética contra lo que dice la autoridad”.

“El tema de la cocaína no es la intoxicación, es el consumo. La cocaína es la droga más ciega que hay porque lo único que quieres es otra raya”, resaltó.

Por último, aseguró que tiene casi terminado un libro de poemas, que también está “escribiendo una serie de cuentos” y una novela que le vino la idea “hace un par de meses”.

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