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Opinión

14 de Noviembre de 2012

Dime qué tomas y te diré quién eres

Por “El Desagradable” para TN.com.ar de Argentina El tipo de bebida define, con precisión zodiacal, a la persona en cuestión. La cerveza es una bebida típica del trabajador de base mediocre, su panza suele ser pronunciada, peluda y sus ombligos suelen esconder ovillos métricos de pelusa sucia. Hombre flatulento si los hay, el bebedor de […]

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Por “El Desagradable” para TN.com.ar de Argentina

El tipo de bebida define, con precisión zodiacal, a la persona en cuestión.

La cerveza es una bebida típica del trabajador de base mediocre, su panza suele ser pronunciada, peluda y sus ombligos suelen esconder ovillos métricos de pelusa sucia. Hombre flatulento si los hay, el bebedor de cerveza suele tener los boxers agujereados a la altura del perineo, y puede vérselo muy seguido en calzoncillos, llevándose la mano a las gonadas, rascando, y luego acercándose los dedos a la nariz para disfrutar de su hedor genital.

Todos los grupos de amigas tienen una de ellas a la que llaman “la negra”. “La Negra”, denominada así por su marronáceo color de piel y su propensión a succionar penes sin demasiado preludio, siempre toma fernet. Fiesteras, poco lúcidas y depresivas sobre el final de la noche, suelen ser el espíritu de la fiesta con sus colosales mamadas a extraños. Doy por supuesto que todos saben que ese que toma aperitivos como aquél de tinte roijzo es un fallido intento de dandy que busca alternativas para generar atracción en el sexo opuesto dadas las dificultades que le trae la patológica diminutez de su atrofiado micropene.

El whisky es para hombres con cierta propensión al consumo prostibulario y a la práctica recurrente de la violencia doméstica. La mejor forma de notarlo es que el consumidor de whisky utiliza cuatro botones de su camisa desabrochados, claro signo de que es un habitué de la práctica de boxeo de género. Normalmente, hablamos de un cerdo social. La antípoda del whisky y de todas las características de quien lo consume, es el licor (especialmente de melón combinado con energizantes). Ambos aperitivos son consumidos por homosexuales pasivos reprimidos que excusan su gusto por el manoseo inescrupuloso de sus esfínteres diciendo que “el punto G del hombre está en el recto“. Una total mentira para no sentir culpa cuando los penetran a pedido sus parejas.

Similares son aquellos que beben ese afamado aperitivo americano del vermouth, con la notable diferencia que aquél que consume ésta última ya tiene relativamente asumido su adicción al falo cárnico y las prácticas sadomasoquistas.

Por otro lado, están aquellos que toman Gin-tonic, que es -nada más y nada menos- que la bebida de los abusadores sexuales sin respeto por el prójimo. El bebedor de gin con tónica es de esos que, cuando pasa una mujer, la toman de la mano con fuerza y la tiran para atrás al son de frases como:”Pelirroja!… qué tuquito para mi ñoqui“. En su defecto estos animales también son de los que van por la pista de baile oliéndole el pelo a las damas y otras prácticas desagradables semejantes.

El vodka, combinado con energizante o con jugo, es de putita caga novios. Ambas constituyen bebidas clásicas de la típica “mosquita muerta” que le sonríe a su mejor amiga mientras le roba a su novio y se lo tira en un barato hotel quilmeño.

Existe lo que se denomina “la jarra loca”, que es lo que toman los adolescentes marginales lobotomizados por la música tropical y los viajes de egresados a Bariloche. Este tipo de jarra es para chicos que, probablemente tengan grandes complicaciones para finalizar sus estudios secundarios, pero quizá consigan más de un bolo en un programa de televisión nocturno que los muestre haciendo apología de la violencia y el descontrol juvenil a la salida de algún local bailable del conurbano.

El caso más particular es el del vino. El vino blanco es para hombres con disfunción eréctil, a diferencia del que viene gasificado, que es para hombres con menor caudal monetario que quisieran estar tomando champagne pero su sueldo proletario no se los permite. Cabe aclarar que el champagne, fuera de los brindis, es la bebida del nuevo rico que quiere demostrar su poder adquisitivo. Ahora, el vino tinto, tiene dos variables que dependen del envase. Si es en tetra, es digno de vago barrial cuyo hábitat es “la esquina” y sólo sirve para “jugar a la pelota” (forma simiesca de denominar al fútbol). Por lo general, obviamente, tiene un motito que sus padres le compraron para laburar pero él la usa para pelotudear por el barrio.

Pero, si es vino tinto en botella, es de profesional de clase media que vota a la derecha y se queja de la típica actitud corrupta argentina mientras le insiste a su contador que se esmere con el dibujo de su declaración jurada de bienes personales, que por lo general están a nombre de sus testaferros, que se quejan de las mismas cosas mientras cobran coimas por ser titulares bienes que no les pertenecen.

Existen cierto tipo de bebidas que deberían constituír un filtro eleccionario determinando que todo aquél que las beba debería quedar impugnado a la hora de votar. Algunas de ellas son: sidra, Fresita, Uvita (versión Fiesta símil Sangría) o la caipiroska (un verdadero estúpido pediría caipirinha, uno que la pide con vodka ya ni siquiera califica como ser humano o bien padece una disfunción de sus papilas gustativas). Dejemos en paz a la gente que toma agua ardiente o Ginebra, ellos ya tienen suficientes problemas con la botella como para agredirlos gratuitamente.

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