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Cultura

24 de Noviembre de 2012

Argentina que intercambió cartas con Bolaño: “Trascenderá por décadas”

Su quehacer periodístico la llevó a él. Ambos iniciaron un incesante intercambio epistolar. Ella le hizo la última entrevista. Mónica Maristain presentó ayer El hijo de Míster Playa. Una semblanza de Roberto Bolaño, editado por Almadía

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Fuente: SINEMBARGO.MX 

En la inmensidad del ciberespacio, ella, argentina en México; él, chileno en España, coincidieron. La pasión de ella, la que la guía en todo momento, tanto en el oficio como en la vida, la llevó a encontrarse con él, uno de los más deslumbrantes escritores de las últimas décadas en las letras de habla hispana: Roberto Bolaño.

En su casa de Peralvillo, acompañada de dos perrazos tan grandes como cariñosos, a los que adora, así cuenta Mónica Maristain esa obsesión que le llevó a encontrarse con Roberto Bolaño, y la amistad que los unió por el resto de la breve vida de él:

“Yo vine a México después de un divorcio muy doloroso, de muchos años de haber estado con mi marido. Las separaciones siempre son como una pequeña muerte; yo doy fe de eso. Martin Amis dice que las separaciones son algo que uno tiene que hacer pero no quiere hacer. Y durante todo el tiempo de mi juventud, de mi amor por el hombre de mi vida, mi novela había sido Rayuela. Mi ex marido me decía Manu muchas veces, por el personaje de Rayuela. Entonces, sin quererlo, supongo que pensé cuál va a ser la novela de mi adultez. Y una amiga mía un día me dice: toma, lee esto. Creo que te va a gustar.

Y entonces empecé a leer la novela y me morí. Fue Los detectives salvajes. Que quienes leen a Bolaño, casi todos coinciden en el cuaderno de bitácora, empezar por Los detectives salvajes, como su gran novela.

Y cuando empecé a trabajar en Playboy tuve la suerte de que el primer editor fuera una persona muy culta, con la que coincidí en muchas cosas, y me dijo: Qué lindo sería tener un cuento de Bolaño. Yo era la subeditora en ese momento, y claro, cualquier cosa que me planteaban para mí era un desafío. Siempre es así en el Periodismo para mí.

Entonces, fue a través de Santiago Gamboa…

Yo lo llamé a Santiago a Italia. Le digo: quiero contactar con Roberto Bolaño. Y me dice, bueno mira: lo voy a llamar, le voy a decir si tú lo puedes llamar y luego te digo. Efectivamente, Roberto dijo: que me llame. Entonces lo llamé. Me acuerdo porque fue muy lindo: Ah, Moni, de Playboy. Él tenía una voz atiplada, muy dulce, y me dijo: bueno, déjame ver, y esto y el otro.

Y a partir de ahí empezamos a hacer una correspondencia muy nutrida, muy graciosa. Supongo que cuando dos sudamericanos se encuentran así en el mundo hay muchos códigos de relación, maneras de hacer bromas, la ironía. Nosotros manejamos mucho la ironía. En México te tienes que cuidar mucho porque son todos muy sentiditos… Hicimos click en seguida”.

De esa singular amistad da fe la propia Mónica en el libro El hijo de Míster Playa. Una semblanza de Roberto Bolaño (Almadía, 2012), con las cartas que el autor de 2666 le escribía desde Blanes, una pequeña ciudad de la provincia de Gerona, en Cataluña:

Pequeña Maristain: Es muy tarde, ya no puedo escribir cartas, sólo cuentos, buenas noches, mañana te escribo, que duermas bien, que tengas hermosos sueños, pero que tampoco sean tan hermosos como para hacerte llorar, buenas noches. Bolaño.

LA ÚLTIMA ENTREVISTA Lo del cuento nunca se concretó. Bolaño se reía y le decía a Maristain que Playboy México nunca le iba a pagar su cuento. Pero, en cambio, le hizo otra propuesta: “Nos contábamos un poco de la vida, que mi mamá estaba enferma… me terminó contando de su enfermedad; yo lo regañaba y así. Hasta que un día él me dice: ¿Por qué no me haces una entrevista de esas frívolas y provocadoras que tú haces?

Tal es así que cuando lo conocí a Vila-Matas, al poco tiempo de muerto Roberto, me mandó un correo Enrique diciéndome: adoro tu entrevista porque además es una de las pocas entrevistas que Roberto se avino a contestar en serio. Y luego él me la pidió para que estuviera en La Tercera de Chile.

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