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Nacional

25 de Noviembre de 2012

Carlos Peña hace bolsa a Piñera en su columna sobre el cónclave de la derecha

Esta mañana, Carlos Peña, hizo mierda al presidente en su columna en El Mercurio. El artículo cuenta lo que ocurrió en el cónclave de la derecha realizado este viernes y que contó con la presencia de Piñera y los presidenciables de la Alianza. Faltándole poco para Kramer, Peña dijo que “el cónclave no pudo ocultar […]

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Esta mañana, Carlos Peña, hizo mierda al presidente en su columna en El Mercurio. El artículo cuenta lo que ocurrió en el cónclave de la derecha realizado este viernes y que contó con la presencia de Piñera y los presidenciables de la Alianza.

Faltándole poco para Kramer, Peña dijo que “el cónclave no pudo ocultar su objetivo principal: evitar el error en que repetidamente incurrió Piñera. Creer que la promesa de eficiencia era equivalente a un programa, que el hiperactivismo era lo mismo que la abnegación, que la omnipresencia igualaba a la responsabilidad, que comerse las uñas equivalía a concentrarse, que usar la ropa ancha y escribir con lápiz bic era lo mismo que la sencillez, que la suma de sinónimos dudosos era igual a un encadenamiento de ideas.”

Pero el columnista no paró ahí. A renglón seguido ridiculiza la presentación del presidente en el cónclave del viernes.

“Intentó un tour de force : los hombres, comenzó, viven en sociedad. Después de haber revelado esa verdad (hasta ahora cuidadosamente oculta), se desató en él algo como un desordenado brainstorming o una nueva versión de la escritura automática. Explicó el origen del Estado con una mezcla de Rousseau y Hobbes (citó al primero), siguió con que el hombre tenía derechos anteriores a la comunidad (algo que un rousseauniano no aceptaría), continuó con una divagación tipo Hobsbawm acerca de cuando terminó el siglo XX (fue con la caída del muro, repitió) y ahí -sí, en ese preciso momento- estaría el origen de las ideas de la centroderecha. ¿Qué ideas eran esas? Cosas tan originales como la protección de la familia, el principio de subsidiariedad, la portabilidad numérica, el bien y el pecado, el trabajo bien hecho, la entrega de bonos, los valores.”

Pero como no todo en la derecha es malo para Carlitos Peña, se lanzó, tímidamente, a favor de Allamand en la comparación de las exposiciones de ambos candidatos en el cónclave, que desde un principio, consideró lo más contundente de la cita.

“Mientras Golborne tiene la actitud del advenedizo que pisa huevos, Allamand mostró la conducta de quien ha estado siempre allí. Mientras Golborne cree que para ganar hay que convencer a los indecisos, Allamand -en la mejor idea que se escuchó en este encuentro- dijo que en un sistema de voto voluntario las elecciones las deciden no los indecisos sino los electores comprometidos con un proyecto.

Y cuando ya tenía el ramo de flores listo y arreglado, se lo tiró enterito a Andrés Allamand:

“Los mejores momentos de Golborne parecieron una arenga de esas que los gerentes de retail hacen a las fuerzas de venta; los de Allamand, en cambio, tuvieron la equilibrada soberbia del político de veras.”

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