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Cultura

8 de Diciembre de 2012

La muerte del prepucio

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Fuente: revista Don Juan

Lo más preciado para todo hombre, no es ni su mujer ni sus hijos (mucho menos su trabajo): lo más preciado para todo hombre es su pene; es simple: durante toda su vida lo tocarán más que a su esposa o a sus amantes. Su gran pesadilla no es la desculada del mercado bursátil o que su hija salga con un infeliz emo, sino que algo le pase al miembro más importante de su familia. Por eso, al mencionar la palabra circuncisión, a más de uno se le encoge del miedo. ¿Es una operación buena o mala? ¿Se pierde sensibilidad? ¿Le quedará más chiquito? ¿Se le volverá a parar? ¿Terminará de eunuco cantante como Farinelli? ¿Podrá todavía ser actor porno? Las preguntas abundan.

Técnicamente, la circuncisión es la amputación del prepucio del pene para dejar el glande descubierto. Según la Organización Mundial de la Salud, el 30% de la población mundial de hombres son circuncidados; en su mayoría porque sus padres decidieron el destino de su pepito cuando eran chiquitos o porque nacieron en culturas o religiones como el judaísmo que exigen el desprendimiento del prepucio como mandamiento fundamental. En el porcentaje restante están los hombres con problemas médicos en sus ‘cabezas inferiores’ que, simplemente, no tuvieron mejor alternativa que decirle adiós a su capuchón, y los que por deformidades en el falo deciden hacerse un styling para mejorarle el look.

La circuncisión es casi tan vieja como el mismo pene. A lo largo de la historia varias culturas han adoptado esta práctica con fines místicos, religiosos, culturales, higiénicos y hasta como forma de control sexual. Los egipcios fueron los primeros en cortarse el capullo con piedras filosas imitando el cambio de piel que sufren las serpientes, las cuales ellos adoraban. Años más tarde, en Israel, Abraham de 99 años “circuncidó la carne de su prepucio” y la de todos los varones de su casa, como parte del pacto de sangre entre Dios y el pueblo judío. A finales del siglo XIX, en Inglaterra, se originó la circuncisión neonatal, no con fines religiosos sino como medida preventiva contra la masturbación y la sífilis y la práctica que se extendió a los países angloparlantes. Actualmente en varios países de África, no sólo circuncidan a los hombres sino también a las mujeres en ceremonias brutales que no son realizadas por personal médico ni en las condiciones más sanitarias. Al final de la intervención sumergen el prepucio en brandy para que se lo coma el circuncidado o el que lo circuncidó. Por fortuna, la única tradición dolorosa para el asta viril de los colombianos es recibir un balonazo en las pelotas.

La mayoría de los circuncidados sólo reciben cambio de vendas, miradas de compasión y en el mejor de los casos visitas con helado. Por el contrario, la circuncisión judía o Berit Milá parece casi una fiesta de año nuevo, con cantos alegres, abundancia de comida y exceso de invitados, y se realiza a los ocho días del nacimiento del bebé. En la ceremonia el Mojel (rabino capacitado para circuncidar) hace el pacto de sangre entre el niño y Dios removiéndole el prepucio. “¿Por qué el pacto se hace en el pene y no en la nariz para que todo el mundo lo vea? Porque el pacto es entre uno y Dios, es algo privado. Se hace allá porque es un lugar muy sensible que requiere mucha responsabilidad y control por parte de uno”, explica el gran rabino de Colombia, Shlomo Meir Elharar. Para los judíos este mandamiento es tan importante que la Agencia Judía Mundial tiene un Mojel que llega a cualquier rincón del mundo, sin ningún costo a donde se encuentre un judío solo. “Qué interesante que la Biblia habló de circuncisión hace más de 3.320 años y la ciencia dice hoy ‘increíble’, ¿cómo la Torah supo eso? Porque la Torah se entregó de Dios y Dios está encima del tiempo y el espacio”, afirma el rabino Elharar.

Sin embargo, no todo el mundo celebra las circuncisiones con bombos y platillos. Existen asociaciones como la Mothers Against Circumcision (MAC) que consideran la circuncisión neonatal una mutilación de tejidos sanos y funcionales y que, por ende, constituye una violación a la integridad física del ser humano que, por su edad, no puede decidir por cuenta propia. En su página la asociación muestra videos de circuncisiones más sangrientas y terroríficas que la misma Masacre de Texas con el fin de desalentar a padres y a posibles candidatos. Además está el argumento de que la naturaleza no hubiera creado una parte del cuerpo que no se necesitara. (¿Y qué me dicen de los vellos?, son innecesarios pero también existen).

En la antigua Grecia se consideraba que el hombre estaba verdaderamente desnudo sólo cuando no tenía prepucio, tal vez por eso la mayoría de actores porno están circuncidados. Pero a final de cuentas, ¿qué es mejor? ¿Ser circuncidado o mantenerlo empacado? Todo depende de a quién se le pregunte. “Según la cabala mística judía -explica el rabino Shlomo Meir Elharar- cuando uno descubre el glande, se quita las molestias que hay y trae el potencial de luz a la reproducción. Para el urólogo Mauricio Plata: “un pene circuncidado no es mejor ni es peor, simplemente es diferente”. Para una amiga fanática de la anatomía masculina: “me da igual si tiene o no tiene prepucio porque una vez está parado, que es lo que importa, da lo mismo”.

Para un amigo gay “cada uno tiene su encanto. Los que no tienen prepucio no necesitan de tanto mantenimiento y con los no circuncisos hay más suspenso: su pene es como un paraíso virgen por descubrir”. Últimamente la tendencia mundial muestra una disminución en el número de circuncisiones: los urólogos están más orientados a practicarla estrictamente bajo indicación médica y no por inclinación cultural o religiosa. Los hombres que ingresan al quirófano, en su mayoría, son pacientes que sufren de fimosis, estrechez del prepucio, o balanitis, inflamación del prepucio, y cuyas condiciones no mejoraron a través de remedios tópicos. También es una medida que adoptan los que sufren alguna deformidad en el pene como las verrugas o los que sienten complejo porque parecen dueños de un perro sharpei. O los que simplemente ya no se aguantan un cuello de tortuga en la cabeza. Todo tiene como fin hacerle la vida más agradable al dueño y a sus comensales. “La circuncisión es un procedimiento que se tolera muy bien, con muy buenas tasas de éxito en cuanto a su resultado, pero que puede tener complicaciones como cualquier otro procedimiento quirúrgico posterior a la operación, como son los hematomas e infección de la herida”, afirma el secretario ejecutivo de la Sociedad Colombiana de Urología Mauricio Plata.

Estadísticamente, de un millón de circuncisiones sólo un pene sale peor de lo que entró. La recuperación lo manda a uno a la casa de tres a cinco días y se debe evitar el contacto sexual y de material estimulante, léase: Playboy, Cinemax nocturno, DONJUAN y hasta morbosearse Facebook (que para algunos es casi una eternidad). Y a pesar de que la medicina no ha avanzado mucho en la forma como se corta el prepucio, el “pequeño paso para el hombre, gran avance para la humanidad”, las suturas absorbibles le ahorran la cita para retirarlas y en el proceso tener que morderse el codo y poner cara de macho.

Médicamente las ventajas de la circuncisión se dan por el lado de la higiene; lo cual se traduce en menos tiempo a la hora del baño frotándolo con jabón y más frotándolo por placer. Además está científicamente comprobado que la circuncisión masculina reduce el riesgo de contagio del sida por vía heterosexual. Pero la pregunta que está en sus mentes es ¿hay alguna ventaja de tipo sexual para los que se lanzan a quitarse el prepucio? “No ayuda en lo absoluto, la vida sexual con o sin circuncisión es exactamente igual, no se ha mostrado una mayor incidencia de disfunción sexual o de eyaculación rápida en los no circuncidados o en los circuncidados”, dice el doctor Plata. Los pacientes llegan con todo tipo de miedos antes de la operación, que si van a perder centímetros, sensibilidad o que cómo se les va a ver el pene después del facelift. “La persona está acostumbrada a verse su pene de una cierta manera y después de la circuncisión va a tener un aspecto diferente.

La persona idealmente debería ver cómo va a ser ese posible desenlace, para que no le genere impacto desde el punto de vista psicológico al verlo”. Para visualizar el antes y el después se debe usar la imaginación, porque todavía no existe un software que genere un preview de penes como los que usan los cirujanos plásticos para mostrar cómo le quedará la nariz o las tetas a la paciente. También existe el mito de que el pene circuncidado se vuelve más sensible y se parolea hasta con una requisa de aduana: falso, por fortuna para los aduaneros. Por el contrario, en lo que sí concuerdan los hombres circuncidados es en que la cabeza de su pene se volvió menos sensible y les permite estirar más sus minutos de placer en el acto. Lo importante es saber que la circuncisión hecha por razones médicas, por styling o porque su novia judía se lo pidió, no le trastornará los días de gloria a su miembro. Una vez se estrene el modelo sin capota, se dará cuenta que, con o sin prepucio, el pene funciona a todo motor.

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