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Poder

26 de Enero de 2013

España y Venezuela regresan al escenario del “¿Por qué no te callas?”

Han pasado más de cinco años desde que España y Venezuela vivieron en Santiago de Chile uno de los momentos más tensos en su relación. Fue en noviembre de 2007 cuando, en los estertores de la cumbre iberoamericana de ese año y ante las intervenciones del presidente venezolano, Hugo Chávez, el Rey de España, Juan […]

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Han pasado más de cinco años desde que España y Venezuela vivieron en Santiago de Chile uno de los momentos más tensos en su relación.

Fue en noviembre de 2007 cuando, en los estertores de la cumbre iberoamericana de ese año y ante las intervenciones del presidente venezolano, Hugo Chávez, el Rey de España, Juan Carlos I, no pudo contenerse y le espetó la frase que dio la vuelta al mundo: “Por qué no te callas?”.

El escenario de aquel momento fue el Espacio Riesco de la capital chilena, un centro de convenciones y exhibiciones en el que se celebran grandes eventos como aquella cumbre iberoamericana y como el que van a compartir desde hoy los jefes de Estado y de Gobierno participantes en la cumbre UE-América Latina y Caribe.

España y Venezuela se vuelven a ver en el mismo recinto, pero sin ninguno de los protagonistas de aquel rifirrafe.

Juan Carlos I sí está presente en las citas iberoamericanas, pero no acude a las que, como la de hoy, reúnen a líderes europeos, latinoamericanos y caribeños.

Y Hugo Chávez sigue convaleciente de su operación de cáncer y será representado por su vicepresidente, Nicolás Maduro, que sí ocupaba asiento en la cumbre de hace cinco años por el cargo de canciller que tenía entonces y que ha conservado hasta hace unas semanas.

El rey y Chávez no son los únicos ausentes de quienes ocuparon portadas de periódicos e imágenes de televisión.

El presidente venezolano, que en sus intervenciones criticó al expresidente José María Aznar, al que llegó a calificar de “fascista”, tuvo también la réplica del entonces jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Sentado junto al Rey, el predecesor en el cargo que ahora ostenta Mariano Rajoy, trató de defender a Aznar apelando a que, aunque él mismo era lejano a su ideología, había sido elegido democráticamente por los españoles y se merecía un respeto.

Su ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, asistieron también en la sala al cruce de palabras que culminó en la frase de desahogo del Rey.

Y ninguno de ellos estará ya tampoco hoy en el lugar de los hechos. Ni Zapatero, ni Moratinos, ni Jiménez…Esos sitios los ocuparán, Rajoy, su ministro José Manuel García-Margallo, su secretario de Estado Jesús Gracia.

Sólo un puñado de testigos de aquel momento se van a sentar también en las sesiones que hoy comienzan.

Entre ellos, el presidente de Bolivia, Evo Morales, y el de Nicaragua, Daniel Ortega, que, muy cercano a Chávez, también quiso sumarse en aquel momento a las críticas a España.

Poco después del rifirrafe y antes de que la anfitriona de la cumbre, la entonces presidenta chilena Michelle Bachelet (que había intentado con poco éxito encauzar la sesión) la clausurara, Ortega tuvo su protagonismo.

No aludió directamente a Aznar, pero afeó el comportamiento en su país de la eléctrica Unión Fenosa.

El rey, enojado, no aguantó más y abandonó la sala mientras Zapatero permanecía en ella por si era necesario responder a nuevas acusaciones.

Tras la tensión del momento, la situación se recondujo, y para la historia quedó aquella imagen en el Espacio Riesco, la frase del Rey y alguna dificultad para los periodistas: aquel incidente dio la puntilla a los debates en abierto de los líderes iberoamericanos.

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