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LA CARNE

29 de Enero de 2013

El espectáculo al otro lado de la puerta

¿Cómo podría reaccionar un hombre si la conchita de su mujer fue vista internacionalmente a través de un video casero? Difícil respuesta. Pero la pregunta es: ¿cómo reaccionas tú al grabarte y después mirar tu pornográfica grabación? No puedes creer que en esa posición te ves así de mal. Finalmente, ese momento tan esperado de […]

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¿Cómo podría reaccionar un hombre si la conchita de su mujer fue vista internacionalmente a través de un video casero? Difícil respuesta. Pero la pregunta es: ¿cómo reaccionas tú al grabarte y después mirar tu pornográfica grabación? No puedes creer que en esa posición te ves así de mal. Finalmente, ese momento tan esperado de dos personas que se aman intensamente por una hora, se vuelve trágico y no es nada más que una preocupación de hacer bien las poses para luego mirar la grabación y que, a pesar de la mala cámara, puedas decir: “oh, qué bien me veo ahí, oh, ese rollito tengo que bajarlo”. No hay nada de malo en eso. Personalmente, creo que prefiero darlo todo en esa hora, sobre todo transmitir el amor que siento por la otra persona. Lo difícil es cuando eres un personaje público. Uno es tan vulnerable y libre, en el fondo de nuestro corazón, que en el rubro en el que trabajes quieres ser parte de la vida y no tener que limitarte a nada. Pero aquí la cosa es distinta. Hace aproximadamente un mes atrás nos desayunamos con lo que Mariana Merino desayunó hace 4 años, junto a Ronny Dance “el tieso”, nos dimos cuenta que ser un personaje público es algo tremendamente difícil. Si bien todos sabemos que los personajes públicos – me incluyo- tenemos un dejo de locura y rebeldía que nos da la personalidad para pararnos cada día frente a una cámara de televisión, con esto nos damos cuenta que no tenemos cuatro dedos de frente al momento de hacer esas locuras. Por ejemplo, las maravillosas y rebeldes fotografías y videos de Valentina Roth. Esa foto tan peluda de Alejandra Valle o aquellas repugnantes fotos de la ex mujer de Calderón vestida de cabaret. También la fotito de Gonzalo Valenzuela, al desnudo, después de una ducha con su mujer Juanita Viale; tremendas fotos esas porque, más encima, era Gonzalo Valenzuela y su minúsculo aparato reproductor. O ese fome video de la Kel Calderón agarrando con la mismísima Valentina Roth.

Tampoco podemos dejar de lado la mía, una horripilante foto paparazeada desde abajo de una tarima por un imbécil aburrido. Lo que sí no puedo negar que esa foto no es lo que parece (risas). En fin, suma y sigue, creo que ser personaje público es algo tremendamente difícil, sobre todo tener que dar la cara y explicarle a todo Chile por qué decidiste instalar una cámara al momento de tener sexo con tu pareja, como en el caso de Mariana Merino y el poco hombre de Ronny Dance o lo chistoso de ver a Kel Calderón explicándole a todo Chile que ella es estudiante de derecho, una niña buena y educada -falsa imagen creada por su madre farandulera y su padre, una persona que intenta ser abogado-, que no supo lo que pasó, que sólo recuerda que se había mandado dos ravotril y una cuantas piscolas (debió haber estado súper bien sicológicamente la futura abogada de la farándula). Pero, finalmente, las personas comunes y corrientes hacen las mismas tonteras y a veces peores. La ventaja es que a nadie le interesa ver un video de dos NN, no tiene ese gustito sabroso al ver ese video de dos personas públicas que ves y sigues en diferentes programas. Si finalmente nosotros somos los temas de conversación en cada hora del té, donde se sienta la familia completa y empiezan a pelar el mundo del espectáculo cuando estas cosas suceden, pero la madre que se sienta al frente de su hija no tiene idea que aquella niña tiene unas fotitos con su pololo bien subiditas de tono (hay de todo en realidad). Pero, no, la gente de espectáculo es lo peor que existe.

Les mando un consejo a todas mis compañeros y compañeras de trabajo: grábense todo lo que quieran, sean libres, pero después de ver la cochinada borren el video, así evitamos que nos vean aquí e internacionalmente nuestras partes íntimas y evitamos que los poco hombres se las den de ganadores.
Ta.Varela

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