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LA CARNE

8 de Febrero de 2013

El fin de la masturbación casera

¿Por qué ocupar a jóvenes para mostrar las piernas y darse a conocer como ignorantes en un set de televisión? Finalmente, lo que provoca un programa juvenil, es nada más que la morbosidad del ser humano. A tal punto funciona así que un director de televisión terminó privado de libertad por una degeneración enferma. La […]

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¿Por qué ocupar a jóvenes para mostrar las piernas y darse a conocer como ignorantes en un set de televisión? Finalmente, lo que provoca un programa juvenil, es nada más que la morbosidad del ser humano. A tal punto funciona así que un director de televisión terminó privado de libertad por una degeneración enferma.

La gente se queja al ver nuestra programación televisiva. Su opinión es “la televisión chilena es muy mala, no hay nada bueno, prefiero ver Discovery Channel”. Es cierto que la TV es un referente para muchos jóvenes y gran cantidad de quinceañeros se quedaron pegados viendo la cultura chupística, ese pseudo juego intelectual donde los competidores tienen un tiempo limitado para responder una pregunta cultural, y si no es respondida, el globo de tiempo explota en sus manos.Y, claro, el set terminaba con todos los globos reventados en el suelo, lo que generaba un momento de cultura de mierda en sus cabezas.

Está bueno de darle el espacio a programas como Yingo, que no es referente para nadie. El ver a seis cabras ignorantes con las faldas al borde de la distorsión, no aporta en nada. No quiero ser discriminadora, por ningún motivo, pero para muchos es poco agradable ver tele basura. Si hablamos de un programa farandulero no podemos negar que también lo es pero, mirándole el lado positivo, es un programa más gracioso, donde un panel entrega diversas opiniones y hay un trabajo periodístico detrás. Pero algo muy distinto es exponer a niñitas, que no saben responder nada sobre cultura, cuando a esa hora millones de jóvenes miran la mierda de programa después del colegio. Lo que no dejan de hacer bien estos pollos ilusos es ponerse harto brillo, la falda más corta que tengan, y salir a bailar al escenario. Olvídate lo que debe ser el switch donde se sienta el director a controlar cada imagen que muestra la cámara. Con razón el pobre Román se nos calentó.

No se trata de que me las dé de culta, ni mucho menos, pero sería más curioso ver un debate de personas con las mismas edades de las chicas Yingo, entre 17 y 23 años, sobre temas de actualidad. Esa cosa fresca que tienen los jóvenes de gritar al viento la opinión que poseen acerca del mundo. Sería algo lúdico y divertido escuchar esas verdades y que las personas que las digan se transformen en referentes.

De este semillero de adolescentes, donde pasaron el casting cientos de imberbes ganosos, sólo se destacó uno. Lo hizo gracias a su opinión y su facilidad de expresión, dejando de lado los cahuines y bailes erotizantes -el principal contenido de este programa-, como bien lo describió Felipe Avello, una mezcla entre un murciélago y Rafa Araneda: Karol Jesús Lucero Venegas. Bueno, chiquillos, para la desgracia de algunos y la suerte de otros, estamos viviendo el fin de la era de la masturbación casera. Y bueno, como diría Arenita, ha terminado la orgía juvenil.

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