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Opinión

8 de Marzo de 2013

Todo esto es muy raro

Despacho telefónico Aterricé anoche en Caracas. En el aeropuerto, en una pantalla gigante de Telesur que parecía una muralla excesiva, el vicepresidente Nicolás Maduro comunicaba que el cuerpo del comandante Hugo Chávez será embalsamado y velado por siete días. ¡Siete días! Venía a un funeral y de pronto me encontré en una escala más de […]

Patricio Fernández Desde Caracas
Patricio Fernández Desde Caracas
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Despacho telefónico

Aterricé anoche en Caracas. En el aeropuerto, en una pantalla gigante de Telesur que parecía una muralla excesiva, el vicepresidente Nicolás Maduro comunicaba que el cuerpo del comandante Hugo Chávez será embalsamado y velado por siete días. ¡Siete días! Venía a un funeral y de pronto me encontré en una escala más de una ceremonia de largo aliento. Surrealista: hasta ayer hoy era el día del entierro de Chávez. Eso simplemente cambió. La historia acá está aconteciendo segundo a segundo y hasta los venezolanos mejor informados se enteran de las alteraciones del guión en el minuto en que éstas se producen.

La telenovela además tiene ecos de todos los dramas de “Fernando Alfonso” o “María Joaquina” que uno puede recordar, sin hijos perdidos, pero con una plaga de mitos: que Chávez llegó al país ya embalsamado desde Cuba; que su cuerpo hará un recorrido hasta su pueblo natal, Sabaneta, por tierra; que quedará en el panteón de Simón Bolívar.

El culto, la santería en torno a la imagen del Presidente muerto, es potente. Todo es raro acá: el pueblo venezolano está volcado a las calles, peregrina día y noche en una vigilia eterna para despedir a Chávez. Anoche estaba aterrizando el Presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad mientras se veía en TV a la presidenta de Brasil Dilma Rousseff y a Lula Da Silva abrazando y besando a la madre del caudillo, Elena Frías de Chávez.

¿Qué hizo Chávez para que los presidentes latinoamericanos elogien hasta el hartazgo su generosidad y la gente de verdad llore, porque lloran auténticamente, su muerte?

En la práctica, no mucho. No produjo un cambio radical en las condiciones de vida de los venezolanos. En el trayecto desde el aeropuerto al centro Caracás se ve nítida la pobreza: una serie de poblaciones callampas instaladas en medio de los cerros y en el corazón de la ciudad una enorme cantidad de edificios no terminados, algunos ocupados por los sin casa locales. Y la delincuencia en niveles disparados.

¿Entonces qué hizo? Siendo Venezuela un país de pobres, Chávez fue el primero que puso a los pobres al centro del Gobierno, los hizo protagonistas de su discurso, habló en nombre de ellos, y eso ya es una revolución similar a lo que pasó en Chile en la Unidad Popular. En esa dimensión, podemos compararlo con Salvador Allende quien, tal como el “comandante” puso en la base de su programa político a los eternos relegados. La retórica venezolona de hoy, 8 de marzo de 2013, es muy similar a la de principios de los ’70 en Chile, una retórica socialista que analiza la historia y la actualidad desde la perspectiva de la lucha de clases y que habla del imaginario del pueblo latinoamericano.

En contraste, la oposición es prácticamente invisible. Ayer cené con seis opositores, todos ellos de la elite. El presidente de uno de los principales bancos del país me dijo que su sector tiene para rato antes de volver al poder, nadie duda de que Maduro será el próximo Presidente y que jurará, como se estila en Venezuela, primero ante el Congreso y luego ante la Academia Militar.

A la nula posibilidad electoral, se une el que Chávez generó su propia elite. Es sabido que gran parte de su familia y sus cercanos se enriquecieron. Catorce años son suficientes para una corrupción poderosa que ayude a sustentar económicamente otro periodo en el poder de Maduro. O de Chávez, el muerto omnipresente.

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