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Opinión

18 de Marzo de 2013

Gastón Chillier: “La Iglesia argentina, a diferencia de Chile, tuvo altos niveles de complicidad con la dictadura”

A nadie en Argentina le fue indiferente la designación de Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa. Menos a las familias Elena De la Cuadra y Orlando Iorio, dos personas que se cruzaron en la vida del primer sumo pontífice americano y que denuncian al nuevo líder de la Iglesia Católica como un personaje que no […]

Ricardo Ahumada
Ricardo Ahumada
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A nadie en Argentina le fue indiferente la designación de Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa. Menos a las familias Elena De la Cuadra y Orlando Iorio, dos personas que se cruzaron en la vida del primer sumo pontífice americano y que denuncian al nuevo líder de la Iglesia Católica como un personaje que no defendió a los suyos durante la dictadura argentina.

Son esas dos historias las que levantaron, casi inmediatamente al nombramiento del nuevo Papa, las dudas sobre hechos terribles que pasaron frente a sus ojos durante la dictadura de Videla. Dos historias que parecen un universo paralelo a las notas que destacan la humildad y pobreza con la que lo definen sus cercanos.

Sin embargo, lo cierto es que el otro padre Bergoglio tuvo que testificar en esos dos juicios y que su participación en ambos casos, el del secuestro del cura jesuita Iorio y el del robo de la hija de Elena De la Cuadra, aún tiene un manto de dudas encima.

Gastón Chillier, director del Centro de Estudios Legales y Sociales, ahonda en esto. Si bien, dice desde Argentina, ninguno de los dos casos lo vincula a él directamente con la práctica, si hay al menos el ocultamiento de información en otro caso de desaparecidos.

“En el caso de una niña robada (De la Cuadra) lo que se dice es que él declaró en un juicio que él no sabía que existían este tipo de prácticas -el robo de bebés- cuando después se demostró y la hermana de Elena De la Cuadra -mujer embarazada cuando fue detenida por la dictadura argentina-, dice que se habrían hecho gestiones ante él y que él inclusive le habría dado una carta al padre para llevarlo a un sacerdote de La Plata porque la mujer estaba secuestrada ahí”, explica a The Clinic Online.

En el caso de los sacerdotes Iorio y Jalic, la denuncia que hace uno de ellos es que de alguna manera la Compañía de Jesús y Bergoglio que era su superior, los dejó sin protección. La denuncia, cuenta Chillier, es que no hicieron gestiones para prevenir que los secuestraran durante cinco meses y peor aún está probado que cinco días antes de su detención la Compañía de Jesús les había quitado sus licencias para celebrar misas.

Estos temas y un caso en el que se probó que ocultó información, son las cosas que merecen atención por el cargo que hoy ocupa: nada menos que el jefe de la Iglesia Católica de 1.200 millones de personas.

“Hubo otra cosa en la que no dijo la verdad, que en el archivo del episcopado no había documentación sobre las gestiones que se habían hecho para un caso de desaparecidos y quedó demostrado que sí había e incluso esa misma documentación fue presentada oficialmente por el sucesor de él a pedido de una jueza. Documentos que probaban reuniones entre Videla, Primatesta, Aramburu, que eran obispos de la Iglesia Católica con Videla, el dictador”, cuenta Chillier.

Iglesia y dictadura

Más allá de la real incidencia que haya tenido el nuevo Papa en estos dos casos, los vínculos de la iglesia a la que pertenece con la dictadura de Videla en Argentina es el tema que más rechazo genera, dice Chillier.

Si bien descarta la supuesta relación de amistad que habría entre Bergoglio y el Almirante miembro de la Junta Argentina, Emilio Massera, el abogado del CELS destaca la relación de ambas instituciones.

“La máxima jerarquía de la iglesia sí tuvo complicidad en el sentido que sabía lo que estaba pasando, nunca lo hizo públicamente y hasta en algunos casos algunos obispos apoyaban a la Junta. Oros no denunciaron o tenían relación directa con la junta militar. Eso lo ha dicho el mismo Videla en un libro que salió el año pasado ‘Disposición Final’ donde lo reconocía”, dice Chillier.

Por esto, más allá de lo que se pudo probar alguna vez en los casos antes mencionados, lo que genera resquemor es el no haber hecho un mea culpa mientras estuvo a la cabeza de la iglesia en Argentina. “La Iglesia argentina, a diferencia de Chile, tuvo altos niveles de complicidad con la dictadura”.

“Desde lo general y sin una mirada localista, el hecho de que haya un papa latinoamericano, jesuita después de 600 años, el primer americano que viene después de uno que venía de las juventudes hitlerianas, dos papas conservadores, se ve que van hacia un lado más de moderación. Ahora que sea un representante de la iglesia argentina, cuando ésta nunca pidió disculpas ni reconoció sus error de complicidad con la dictadura, y que Bergoglio haya sido presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante seis años y que ello no haya sucedido, es cuestionable”, dice Chillier.

Si bien, este viernes pasado se supo que uno de los sacerdotes secuestrados, Francisco Jalics dice haberse “reconciliado con los sucesos” y le deseó la mejor de las suertes al Papa, Chillier destaca que estos hechos “son algo no menor teniendo en cuenta el rol que va a cumplir liderando a 1.200 millones de católicos en el mundo. Eso sí: ahora tiene la oportunidad de hacer los movimientos necesarios para que la iglesia pida disculpas y no haya que esperar 500 años como le sucedió a Galileo Galilei”.

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