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Mundo

21 de Marzo de 2013

El poder político de las armas en Estados Unidos

Pocos días después de la masacre en la escuela de Sandy Hook, en una solemne conferencia de prensa rodeada de víctimas de la violencia, policías en uniforme y un grupo de legisladores demócratas, la senadora Dianne Feinstein presentó una medida para prohibir la venta de armas de asalto, incluyendo la que se utilizó en ese tiroteo.

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La propuesta de ley buscaba vetar armas de estilo militar como rifles semiautomáticos y lanzagranadas, y contaba con el respaldo del presidente Barack Obama y una coalición nacional de organizaciones cívicas, religiosas, educativas y de salud pública.

Además, las más recientes encuestas indicaban que el 69% de la población estaba a favor de este tipo de legislación.

Sin embargo, la propuesta fue derrotada en el Senado sin un solo debate.

Aunque va en contra de lo que dicen las encuestas, lo que busca la Casa Blanca y lo que quieren un sinnúmero de organizaciones cívicas, la derrota de esta medida no es ninguna sorpresa, según Steve Billet, director del programa de estudios legislativos de la Universidad de George Washington.

Política electoral vs. Política pública

“Esto es simplemente el triunfo de la política electoral sobre la política del bien público”, dijo Billet a BBC Mundo. La mayoría de los senadores están enfocados en ganar su próxima elección y tienen miedo de llevarle la contraria a la multimillonaria industria de las armas y su principal aliada, la Asociación Nacional del Rifle (NRA), explicó Billet.

“La NRA es muy eficaz a la hora de financiar campañas políticas y movilizar votantes el día de las elecciones. Llevan mucho tiempo demostrándole a los políticos de ambos partidos que oponerse a su agenda les puede costar dólares y votos”, explicó el experto.

Hoy en día las elecciones son extremadamente reñidas y los políticos cuentan cada voto.

Y mientras que la NRA tiene cientos de miles de activistas en cada estado, casi 5 millones de miembros y el respaldo de una industria que genera más de US$11.700 millones anuales, las organizaciones a favor del control de las armas no cuentan con el dinero ni la maquinaria política para ganar elecciones.

“Ningún político que cuida su carrera quiere desafiar nuestras metas”, dijo hace varios años, Harlon Carter, quien fue ejecutivo de la NRA, una organización con un presupuesto anual de US$243,5 millones y una red de 125.000 voluntarios en todo el país.

Billet explica que la fuerza política de la NRA no es solo por dinero, sino también debido a su capacidad de crear alarma y acción política entre su membresía pregonando que “el gobierno les va a quitar las armas dejándolos indefensos”.

“Vivimos en una era de peligro. Estados Unidos ha sido infiltrada por terroristas, narcotraficantes mexicanos y otros que están al acecho, conspirando para matarnos”, dijo el director ejecutivo y principal portavoz de la NRA, Wayne LaPierre durante la convención anual de la organización.

LaPierre, con su oratoria de predicador, no desaprovecha oportunidad para enviar el mensaje de que el gobierno de Obama es una amenaza para los dueños de armas y que las nuevas propuestas para controlar su venta son un ataque encubierto a los ciudadanos de bien.

“Pueden decir que estoy loco, o lo que quieran, pero los casi cinco millones de miembros de la NRA y los 100 millones de dueños de armas en el país no se van retractar, nunca”, dijo LaPierre el mismo día que fue derrotada la iniciativa de Feinstein.

Más fácil conseguir rifle que antibiótico

Este tipo de retórica tiene amplia repercusión en un país donde es más fácil comprar un rifle que un antibiótico y dónde hay al menos 283 millones de armas de fuego, entre una población de 300 millones.

“En Estados Unidos el porte de armas es parte de la cultura, es parte de una tradición que dice que cada uno debe defenderse por sí mismo y que el gobierno es una amenaza a la libertad individual”, explica Billet, quien al igual que los niños de su comunidad rural en Pennsylvania a los 12 años obtuvo su primer rifle y su licencia para cazar, mucho antes que su licencia de conducir.

“El resto del mundo piensa que estamos locos, que somos incivilizados y a lo mejor es cierto”, concluyó Billet.

El poder político de la NRA puede parecer inquebrantable, pero ya se están viendo cambios que podrían afectar su alcance. El número de personas con armas está disminuyendo. Mientras que en 1977 el 54% de los hogares contaba con un arma de fuego, la cifra bajó al 32% en el 2010.

El aumento en la compra de armas se debe a que los que ya tienen adquieren más, pero representan un porcentaje menor de la población.

Incluso la propia membresía de la NRA puede convertirse en su talón de Aquiles.

Una encuesta realizada el año pasado encontró que tres de cada cuatro miembros de la NRA está a favor de someterse a un chequeo de antecedentes antes de comprar un arma y otras medidas de control.

Otros están dejando atrás la organización acusándola de ignorar los intereses del campesino cazador con un rifle, para convertirse en aliada de la industria armamentista, incapaz de conmoverse ante las masacres.

“Cuando yo trabajaba para la NRA, decíamos muy específicamente que no representábamos a la industria de las armas, si no a los ciudadanos dueños de armas”, dijo en una entrevista Richard Feldman exlobista del grupo.

Hoy en día la NRA es un “cínico y mercenario culto político”, opina Feldman, parte de un creciente número de dueños de armas que están a favor de
mayores controles.

Sigue la maratón

Por su parte, Dianne Feinstein y sus aliados aseguraron que no dejarán atrás su lucha por vetar las armas de asalto y aprobar otras medidas que limiten el acceso a las armas.

“No me voy a hacer la muerta”, dijo la senadora prometiendo que luchará por revivir la propuesta.

Su colega demócrata Richard Blumental de Connecticut, estado que vivió la masacre de Sandy Hook, fue más filosófico. “Como hemos sabido desde el principio, esto requiere un esfuerzo de maratón”.

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