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Opinión

27 de Marzo de 2013

Mátalos suavemente: Brad Pitt y la mafia corporativa

Brad Pitt podría ser sólo una cara bonita de Hollywood, pero mientras las arrugas y las ojeras le quitan la cara de mijito rico, él mismo se arriesga con roles más audaces y todos empezamos a mirar más su talento en la actuación y menos esos abdominales perfectos de Thelma and Louise. En “Mátalos Suavemente”, […]

Melissa Gutierrez
Melissa Gutierrez
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Brad Pitt podría ser sólo una cara bonita de Hollywood, pero mientras las arrugas y las ojeras le quitan la cara de mijito rico, él mismo se arriesga con roles más audaces y todos empezamos a mirar más su talento en la actuación y menos esos abdominales perfectos de Thelma and Louise. En “Mátalos Suavemente”, la última película de Andrew Dominik (Chopper, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford), Pitt interpreta a Jackie, un asesino a sueldo contratado para castigar a los responsables del robo a un casino clandestino de la mafia.

Resulta que el casino clandestino estaba a cargo de Markie Trattman (Ray Liotta), quien ya se había auto robado hace varios años, lo que había causado un cierre temporal de los juegos de poker, y por lo que la mafia lo había perdonado. Por eso, a Johnny “Squirrell” (Vincent Curatola) no se le ocurre nada mejor que robarle a Markie, pensando que la mafia inmediatamente lo volverá a culpar. Así contrata a Frankie (Scoot McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn). Pero obviamente no todo podía ser tan fácil y con la llegada de Jackie, contratado por la mafia para resolver el misterio, queda la mansaca.

La película además se desarrolla en Boston durante el 2008, en pleno estallido de la crisis económica que azotó a Estados Unidos probablemente más fuerte que a cualquier otro país; y mientras se empiezan a dibujar las campañas presidenciales, incluida la de Barack Obama. Este relato se va tejiendo por detrás de la película, anticipando algo que va quedando claro muy sutilmente en la historia: que el mundo del crimen organizado al final funciona igual que cualquier otra empresa, y se rige por las mismas reglas que cualquier otro mercado. En las palabras de Dominik, se trata de “un microcosmos de una larga historia desarrollándose en Estados Unidos en este tiempo”. Un tiempo en que cientos de familias fueron desahuciadas y tuvieron que partir con lo puesto; y un tiempo en que los mejores asesinos a sueldo, como Mickey (James Gandolfini, The Sopranos) están dispuestos a bajar su precio a la mitad por un “trabajo”.

Cuando a Jackie se le acerca el conductor (Richard Jenkins), como intermediario de la mafia, le cuenta sobre el robo y el procedimiento a seguir: nada de asesinatos por el momento, sólo palizas. Jackie, un perro viejo ya en estos asuntos, se queja de quienes están dirigiendo el negocio en estos días. El conductor le da la razón, le dice que ahora a estos pendejos hay que llevarlos de la manito. Que tienen esa mentalidad corporativa retardada. Esto lo dicen mientras escuchan en la radio a los políticos, los que dirigen un negocio mucho más grande, hablando sobre las medidas para palear la crisis. Porque la mafia se mantiene casi únicamente en base a la confianza, lo mismo que la política. Y al final la única diferencia que parece mostrar Dominik entre ambos mundos, es que en la mafia tienen autos más cool. De hecho, el mismo Dominik comenta que “siempre he sentido que los dramas de crímenes son esencialmente sobre capitalismo, ya que muestran la idea del capitalismo funcionando de su manera más básica. Es también el único género donde es totalmente aceptable que los personajes estén motivados solamente por un deseo de dinero. Nada de “valores familiar”, “sigue tus sueños”, basura moral”.

Basado en la novela Cogan’s Trade del escritor de historias policiales George V. Higgins e inspirado en Dr. Strangelove de Kubrick, Dominik busca una forma distinta de contar una historia trágica. “Kubrick nos dio una oportunidad de reírnos de nuestros miedos, y yo comencé a pensar que de repente podía proveer una manera
para que la gente se ría de la crisis económica que ha llevado al mundo al borde del desastre”, ha señalado Dominik sobre su tercer filme.

En esta tercera entrega Dominik toma varios elementos de los clásicos del crimen organizado, como Casino, Goodfellas, Pulp Fiction, e incluso de El Padrino, pero logra hacer algo nuevo y definitivamente muy interesante con eso. Los diálogos cotidianos de Russell y Frankie en el auto de camino a robarle a Markie, recuerdan inevitablemente a Samuel L. Jackson y John Travolta hablando sobre que el Cuarto de Libra se llama Royal con queso en Francia y que ahí comen las papas fritas con mayonesa en vez de kétchup. Pero de ninguna forma da la sensación de copia o plagio, sino que son de esas referencias que emocionan como pequeños homenajes, como las que Rian Johnson hiciera en Looper hacia Cowboy Bebop.

En el fondo, cuando Dominik pone a Brad Pitt con su pinta rockabilly caminando por las calles mojadas de Boston mientras Johnny Cash canta The Man Comes Around, no suena a un recurso shúper, sino que tiene sentido escuchar a Cash diciendo: “hay un hombre andando por ahí, tomando nombres. Y él decide a quién dejar libre y a quién culpar. Todos no serán tratados igual”. Y todo esto, que podría sonar como una metáfora obvia, Dominik logra hacerlo romántico. Lo mismo que los asesinatos en cámara lenta, que pueden remitir inmediatamente a efectos tipo Matrix, pero que en realidad resultan ser poéticos y recuerdan algo a Tarantino, pero como si Tarantino pasara del gore a la violencia documental.

Les recomendamos que a partir del 4 de abril corran al cine más cercano, porque esta es una película que definitivamente hay que ver en la pantalla grande.

Director: Andrew Dominik
Actores: Brad Pitt, Ray Liotta, Scoot McNairy, Ben Mendelsohn, James Gandolfini, Richard Jenkins, Vincent Curatola, Johnny Amato.
Fecha de estreno: 04 de abril
Duración: 104 minutos

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