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Opinión

30 de Marzo de 2013

En defensa de Hulk

Por Ricardo Silva Romero para Soho.com.co Uno se burla mucho de Hulk: Hulk es un blanco fácil. Pero vaya usted y viva lo que el pobre señor verde tiene que vivir. Vaya a ver si es tan berraco. Sí, muy chistoso: que parece un bebé gordo bamboleándose de un lado al otro con su pañalito, […]

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Por Ricardo Silva Romero para Soho.com.co

Uno se burla mucho de Hulk: Hulk es un blanco fácil. Pero vaya usted y viva lo que el pobre señor verde tiene que vivir. Vaya a ver si es tan berraco. Sí, muy chistoso: que parece un bebé gordo bamboleándose de un lado al otro con su pañalito, que qué curioso que tiene ese pelo tan tupido, a lo Beatles, en vez de quedarse calvo de la rabia, y que se le estalla toda la ropa menos el pantalón porque dizque es stretch. Y sí, muy cierto: los demás superhéroes han venido a la Tierra a conquistar grandes cosas, los demás superhéroes se parten el alma en la defensa de la humanidad (el férreo Supermán evita que el planeta estalle por cuenta de una guerra nuclear, el trepador Hombre Araña deja limpias las fachadas de los rascacielos, el escamoso Acuamán, que esperó pacientemente su función social hasta la llegada del cambio climático, se enfrenta enérgicamente a la contaminación, a los peces espada y a los villanos de la BP) y, mientras eso, el hombre increíble hace lo mejor que puede para derrotar su mal genio. Muy cierto y muy chistoso, sí. Pero vaya y viva lo que él vive a ver si se atreve a decirlo otra vez.

Es que es muy fácil criticar desde la comodidad de un apartamento de estrato seis, en Bogotá, con la nostalgia puesta en esos superhéroes peinaditos y amujerados y complacientes con el terrorismo, sin tener ni idea de qué se está hablando ni tener la hombría suficiente para proponer nada constructivo. A la gente se le olvida que antes de la llegada de Hulk uno no podía ir a la finca. A la gente se le olvida que antes de la llegada del increíble hombre verde, antes de la aparición de ese ser humano común y corriente que se convierte en un monstruo iracundo cuando le llevan la contraria (“estoy cargado de Hulk”, les dice a sus amigos cuando le ofrecen un trago), el planeta había sido completamente sometido, arrodillado, devorado por los villanos: que la Tierra había caído en esa lógica perversa según la cual no existe el héroe sin su Némesis: no existe Batman sin Guasón ni existe Zorro sin sargento García ni existe Hulk sin esa ira que lo pone verde de la ira. Pero el hombre increíble acabó de frente con todo eso: por comparación, porque ningún niño, por ejemplo, querría ser Hulk cuando grande, les devolvió la seguridad y el optimismo y el amor propio a los lectores. Si usted puede andar por ahí burlándose de las tonterías de los semidioses de nuestros tiempos, si puede criticar a los que sí trabajan como cualquier parásito que corre a comprar SoHo apenas puede, es solo porque Hulk ha luchado para que usted sea libre de hacerlo.

Sepa usted, pues, antes de hacer sus comentarios ingeniosos, que Hulk ha sufrido mucho: que no fue siempre su propio monstruo de Frankenstein; que no siempre fue ese científico, el doctor Bruce Banner, que se aleja silbando a la vera del camino; que apareció en el cómic de 1962, cuando la aterrorizada opinión pública tenía fijada toda su atención en esos superhéroes que estimulaban la existencia de los delincuentes, hecho un engendro gris con un bajísimo reconocimiento en las encuestas. Sepa usted que si no es fácil cargar con ninguno de los colores con los que puede cargar un ser humano en la cara, si para nadie es fácil ser cabezón o albino o gordo, es prácticamente imposible andar por ahí completamente cubierto de verde e irritado: “La gente tarde o temprano me pregunta qué me pasa —dijo Hulk a la AP hace algunos años—, no existen políticas estables ni baños especiales para las comunidades verdes”. Así que, la próxima vez que vaya a hacerse un amigo a expensas del hombre increíble (haciendo los chistes ofensivos de siempre: que no le aguantan un par de calzoncillos, que las mujeres se le acercan por pura curiosidad, que cuando se pone rojo se pone café), piense justo a tiempo que a nada verde le ha ido bien en este mundo. Y si es tan macho, si todavía le quedan ganas de burlarse, después sí métase con Hulk.

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