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Poder

1 de Abril de 2013

El papa Francisco marca estilo propio y sencillo, estableciendo diferencias con sus antecesores

Todavía no lleva un mes de papa, pero Francisco ya ha marcado un estilo propio, sencillo, con gestos muy apreciados por los fieles y la opinión pública, que ven su llegada como un aire nuevo para la Iglesia. Ya desde su primera aparición ante los fieles tras ser elegido papa el pasado 13 de marzo […]

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Todavía no lleva un mes de papa, pero Francisco ya ha marcado un estilo propio, sencillo, con gestos muy apreciados por los fieles y la opinión pública, que ven su llegada como un aire nuevo para la Iglesia.

Ya desde su primera aparición ante los fieles tras ser elegido papa el pasado 13 de marzo se vio que el jesuita argentino con corazón francisco Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, pretende acercar la figura del Sucesor de Pedro a los fieles y liberarla de todo lo que considera accesorio.

Así, se presentó, con la sotana blanca pero sin la tradicional muceta roja y usando la estola -más sencilla que la que llevaron sus antecesores ricamente bordada en oro- solo para el momento de la bendición.

Esa misma línea la ha mantenido en todos los ritos que ha oficiado estos días y que no requerían unos paramentos precisos, y al Vía Crucis del Coliseo acudió sin la muceta roja ribeteada en armiño.

Pero no ha sido el único gesto. El nuevo papa ha rehusado ponerse los tradicionales zapatos rojos de los pontífices y sigue calzando zapatos negros.

El color rojo en el imperio de Bizancio simbolizaba el poder y de ahí lo tomaron los papas. En la Iglesia Católica simboliza también la sangre de Cristo y la de los mártires que al derramarse impregna los zapatos de ese color.

Recordando a sus antecesores más recientes, Juan Pablo II siempre llevó zapatos rojos burdeos y Benedicto XVI de un rojo más vivo.

El papa Raztinger también usó prendas antiguas, como el sombrero de ala llamado “saturno” o “galero” y el gorro rojo “camauro” ribeteado con piel de armiño. Juan XXII, el papa que convocó el Concilio Vaticano II que lanzó a la Iglesia hacia el tercer milenio, era asiduo al “saturno” y al “camauro”.

En esa línea de simplicidad, sencillez, y mantener lo que ya tenía, el papa Bergoglio sigue llevando la cruz pectoral de cuando era arzobispo de Buenos Aires, de metal, y no la ha cambiado por otra de oro u otro material más noble.

Lleva el anillo del Pescador, símbolo de poder papal, pero se lo ha confeccionado en plata, aunque bañado en oro.

Francisco lleva reloj, pero aseguran que es de plástico negro.

Junto a esos cambios, el papa ha mostrado gestos que han llamado la atención a los medios de comunicación, que los han resaltado, aunque no era la primera vez que lo hacía un pontífice.

La imagen de Francisco tendido en el suelo de la basílica de san Pedro el Viernes Santo orando con la mirada hacia abajo, que dio la vuelta al mundo no era novedad.

Sin ir muy atrás. Benedicto XVI y Juan Pablo II también lo hicieron y se quitaron, además, los zapatos, pero el gesto de Francisco fue acogido como otra señal de cambio, del aire nuevo que muchos fieles desean para la Iglesia tras los escándalos de clérigos pederastas y de enfrentamientos en la Curia, el famoso Vatileaks.

El pontífice usa el papamóvil descubierto para desplazarse por la plaza de san Pedro, el mismo que utilizaron sus antecesores. Pero su imagen sonriente, de un papa que no duda en bajar del vehículo para saludar, abrazar y besar a los fieles ha calado en la gente, que le ve más cercano.

Francisco ha decidido seguir viviendo, de momento, en la residencia de Santa Marta y no trasladarse al apartamento papal, ubicado en el palacio apostólico.

Según los observadores vaticanos, tiene una doble lectura. Por una parte, en estos primeros momentos, prefiere estar donde viven eclesiásticos que trabajan en el Vaticano y donde se alojan cardenales y obispos, así puede tomar de primera mano el pulso a la Curia romana.

La otra lectura es que el apartamento papal es más frío y le mantendría aislado en estos primeros momentos en los que tiene que tomar importantes decisiones para renovar la Iglesia.

En su estilo sencillo, no duda en sentarse a comer con los cardenales y obispos en la mesa donde haya un sitio vacío.

Otro de los gestos que más ha llamado la atención y que supone una nueva formar de comunicar es la celebración de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo en una cárcel de menores de Roma y no en la basílica de San Juan de Letrán, que es su catedral.

La imagen del papa arrodillado lavando y besando los pies de doce jóvenes reclusos, entre ellos dos mujeres y una además musulmana, ha marcado estos primeros días de pontificado.

No era la primera vez que un papa lava los pies, lo han hecho todos, pero sí el que celebra ese rito tan importante en la Iglesia en una prisión.

En ambientes tradicionalistas ha sido muy criticado, sobre todo el que fuesen dos mujeres las elegidas entre los doce. Hasta ahora se elegían hombres, ya que los doce apóstoles fueron todos varones.

El “bergoglio-style”, como ya ha sido bautizado, apenas ha desembarcado en el Vaticano y según algunos observadores es sólo el principio de un papado cuyo titular eligió el nombre de Francisco en honor del santo de Asís, el hombre de la paz, de los pobres.

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