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Opinión

6 de Abril de 2013

Kim Jong Un: ¿Marioneta o titiritero del miedo?

Editorial de La Voz Un imprevisible barco de guerra que de alguna forma inexplicable permanece a flote en aguas de la Guerra Fría. Esa es la imagen que despierta la República Popular Democrática de Corea, ese pequeño Estado que, a fuerza de una perpetua amenaza nuclear y de su estrecho vínculo con China, consigue la […]

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Editorial de La Voz

Un imprevisible barco de guerra que de alguna forma inexplicable permanece a flote en aguas de la Guerra Fría. Esa es la imagen que despierta la República Popular Democrática de Corea, ese pequeño Estado que, a fuerza de una perpetua amenaza nuclear y de su estrecho vínculo con China, consigue la comida y la asistencia que le permiten sobrevivir encerrado dentro de su infranqueable frontera.

El cuchillo de la Segunda Guerra Mundial cortó la península a lo largo del paralelo 38, partiendo el territorio que alguna vez ocupó el Imperio Coreano y que luego Japón dominó entre 1905 y 1945. Este último año ocurrió la partición: el norte fue ­ocupado por soviéticos, y el sur, por estadounidenses.

Ambas partes reclamaban toda la península, lo que desató una guerra que duró tres años (1950-1953) y dejó cientos de miles de muertos y dos países destrozados y enemistados ­para siempre. El armisticio que firmaron dio lugar a una paz vacilante que se extendió durante seis décadas y que, en estos días, parece a punto de estrellarse contra el suelo.

El nacimiento de una dinastía. Tras la partición de la península, ­Corea del Norte quedó en manos del “gran líder”, Kim Il-Sung, quien de joven formó parte de guerrillas antijaponesas y fundó la dinastía comunista que hasta hoy sigue aferrada al poder. El también llamado “presidente eterno”, que gobernó desde 1948 hasta su muerte, en 1994, impuso una ideología nacionalista, colectivista 
y de autoconfianza conocida como ­ juche . Así se convirtió en uno de los lugares más cercados del mundo, con restricciones en la entrada o salida de personas del país.

Tras su muerte, su hijo Kim 
Jong-Il, el “querido líder”, tomó la posta y profundizó más el aislamiento del país hasta el último día de su vida, el 17 de diciembre de 2011.

Entonces comenzó la era de su hijo menor, Kim Jong-Un, quien desempolvó alguna esperanza de cambio. La comunidad internacional pensó que el heredero agrietaría ese hermetismo norcoreano que oculta incluso la edad del nuevo líder: las especulaciones van entre los 28 y los 30 años.

El joven Kim, quien estudió en Suiza protegido por un seudónimo, llegó al gobierno con un sello personal. Se sabe que es amante de los videojuegos y los parques de diversiones; que sabe hablar inglés y alemán.

Antes de asumir había asistido a un espectáculo que incluía personajes de Disney. Apenas tomó el poder anunció una prórroga para el programa de misiles y de enriquecimiento de uranio a cambio de ayuda humanitaria de Washington. Pocas semanas después recibió en Pyongyang al extravagante jugador de básquet estadounidense Dennis Rodman.

Sin máscaras. Pero el verdadero rostro de Kim no tardó en salir a la superficie. El joven mandatario se abrazó al songun , política que se basa en priorizar intereses militares, y lanzó en abril de 2012 un cohete de largo alcance, aunque la prueba fracasó. En diciembre pasado, puso en órbita su primer satélite. En febrero, realizó la tercera prueba nuclear norcoreana, tras las de 2006 y 2009. A cada acción del régimen, el mundo respondió con sanciones que asfixiaron más a Pyongyang.

Ante estas medidas y tras unos ejercicios de guerra conjuntos entre Seúl y Washington que incluyeron aeronaves con capacidad para lanzar bombas nucleares, Corea del Norte desató su actual campaña de amenazas. Primero advirtió sobre posibles ataques contra Estados Unidos y su vecino de la península. Después se declaró en “estado de guerra”. Ahora moviliza misiles hacia su costa este.

Nadie puede afirmar hasta dónde piensa llevar Kim su simulacro de guerra. Tampoco se sabe si el joven es una marioneta de los viejos generales o si él mismo decidió llevar adelante este temible juego bélico. Pero lo que nadie ignora es que la supervivencia de una nación en base a amenazas no puede durar para siempre.

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#corea del norte#Kim Jong-un

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