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Mundo

10 de Abril de 2013

Prostitución, partidos amañados y coacción, la otra cara del fútbol tailandés

Las acusaciones de corrupción ligadas al fútbol tailandés, que como el de medio mundo también mueve negocios, se han disparado desde la llegada a la presidencia de los clubes de varios caciques apartados de la política por decisión judicial. El amaño de los partidos, la coacción ejercida sobre jugadores y árbitros y las fiestas con […]

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Las acusaciones de corrupción ligadas al fútbol tailandés, que como el de medio mundo también mueve negocios, se han disparado desde la llegada a la presidencia de los clubes de varios caciques apartados de la política por decisión judicial.

El amaño de los partidos, la coacción ejercida sobre jugadores y árbitros y las fiestas con meretrices celebradas tras el resultado del encuentro son algunas de las prácticas que han enraizado en la liga tailandesa.

“He visto cómo el presidente de mi equipo entraba en el vestuario arbitral acompañado por sus guardaespaldas, armados con pistola, durante el descanso de un partido”, indicó a Efe un jugador de fútbol de la Premier tailandesa, que también denunció presiones para firmar el contrato de renovación.

El futbolista, que pidió la condición de anonimato por temor a poner en peligro su seguridad, afirmó también que conoce casos durante su estancia en el club tailandés de compra de jugadores rivales para “decantar” el marcador.

El pasado febrero, la Asociación de Fútbol de Tailandia abrió una investigación para aclarar las acusaciones de un intento de compra del árbitro durante la final de la Copa, disputada en noviembre entre los equipos Buriram y Army United.

El colegiado que dirigió esta final, el japonés Yoshida Toshimitsu, denunció en la Confederación Asiática de Fútbol que un desconocido se le acercó antes del inicio del encuentro, ofreciendo una cantidad de dinero si con sus decisiones favorecía a uno de los clubes que jugaban la final

Esta denuncia estuvo precedida por el escándalo que sacudió al mundo del balompié al conocerse la existencia de un sindicato del crimen con sede en Singapur, involucrado en el arreglo de partidos de fútbol en todo el mundo.

Las acusaciones de corrupción son casi una tradición en el fútbol tailandés, en el que presidentes de equipos o familiares de estos han sido imputados y, en algunos casos, sentenciados por estafa, fraude o apropiación indebida.

En mayo 2007 el Tribunal Supremo dictó la disolución del partido político Thai Rak Thai, liderado por el exprimer ministro Thaksin Shinawatra, y ese dictamen supuso la inhabilitación de un total de 111 políticos para ocupar cargos públicos durante un lustro.

A raíz de este veto, muchos de estos políticos apartados se abrieron paso por medio del dinero y su influencia, hasta la presidencia de equipos de fútbol de la Thai Premier League a fin de ganar dinero y retener, además, su popularidad entre la población de las provincias que dominan.

Entre ellos figuran Newin Chidchob, presidente del Buriram, uno de los equipos punteros, Anucha Nakasia, dueño del club de fútbol Chainat, o Sontaya Kunplome, mayor accionista del Pattaya United, todos ellos pertenecientes a poderosos clanes familiares.

El que fuera delantero del Liverpool durante 11 temporadas, Robbie Fowler, o el técnico sueco Sven Goran Eriksson, que entrenó a la selección inglesa, han pasado por el torneo tailandés tras la gran campaña de publicidad iniciada hace 5 años para incorporar patrocinadores y televisiones al campeonato.

La abundancia de dinero en la que ahora nada el fútbol tailandés también propició una decena de operaciones inmobiliarias que navegan en el filo de la legalidad para la construcción de una decena de estadios y la remodelación de los ya existentes, a pesar de la pobre asistencia registrada en 2012 de 4.500 espectadores por partido, un 33 por ciento de la capacidad total.

Este flujo de dinero ha permitido también a clubes tailandeses fichar a jugadores de las mejores competiciones europeas, entre ellos a al menos una decena de ingleses, españoles, alemanes y franceses.

“Antes de la disputa de un partido importante, uno de los directivos se dirigió a toda la plantilla para prometernos que si lográbamos la victoria nos arreglaría una fiesta en uno de los locales más exclusivos de Bangkok con alcohol y mujeres de pago”, relata otro jugador de esta competición.

En mayo de 2011, el actual presidente de la liga tailandesa de fútbol y directivo de la FIFA, Worawi Makudi, sorteó las acusaciones de corrupción que contra él hizo el entonces presidente de la Asociación de Fútbol Inglesa, David Triesman.

Según el británico, Worawi cobró de los derechos de televisión de un amistoso que iban a disputar Tailandia e Inglaterra, a cambio de respaldar a la candidatura inglesa para el Mundial de 2018.

La presunta evasión de impuestos sobre los beneficios adquiridos por la venta de los derechos televisivos de la Thai Premier League, llevó, en septiembre del 2012, a un comité anticorrupción a abrir una nueva investigación contra la Asociación de Fútbol de Tailandia.

El propio Worawi, quien se ha postulado como candidato a la presidencia de la Confederación Asiática de Fútbol, denunció una campaña contra su nombre al negar los hechos e indicó que adoptará “acciones legales” contra todo aquel que intente mancharle.

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