Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

18 de Abril de 2013

Guillermo Calderón: “Cada vez queda más claro que la dictadura nunca fue derrotada”

El reconocido director chileno se encuentra presentando dos obras en el ciclo Teatro Hoy. A casi 40 años del Golpe de Estado, Calderón presenta Villa+Discurso y su último trabajo: Escuela, que busca recuperar y darles un espacio en la historia a quienes hicieron de la lucha armada la única vía de recuperación de la democracia a fines de los '80.

Melissa Gutierrez
Melissa Gutierrez
Por


Foto: FITAM

En Escuela hay cinco personas de distintos lugares de Santiago y clases sociales. Encapuchados, cada uno enseña sobre un aspecto de la resistencia armada de la dictadura: uso de armas, guerra psicológica, explosivos y comunicación clandestina. El rumor de un plebiscito ronda el ambiente y con eso la decepción y la resignación: “Sí, No, la misma hueá los dos”, gritan todos al final. La obra de Guillermo Calderón ya ha triunfado en Estados Unidos y hasta el primero de junio estará en las salas del Teatro de la Universidad Católica, pero también se está desarrollando su obra Villa+Discurso. Villa sobre Villa Grimaldi y Discurso sobre la elección de Bachelet el 2006.

El director que estudió en Italia y Nueva York dice que crea obras acerca de la dictadura porque lo marcó: “yo terminé el colegio junto con la dictadura. Me marcó para siempre. Además que sigo enojado yo creo y es una forma de seguir derrocándola en el teatro”. Porque para Calderón, igual que para los personajes de Escuela, la dictadura nunca se terminó. Se hizo un pacto, una negociación que más bien terminó por consolidarla.

Por eso Escuela es tan importante para él. Porque rescata una historia que la transición silenció y negó, que es la de la lucha armada. Entre lo más emocional que le tocó vivir para la creación de esta obra está el haber actuado en ella en enero cuando se estrenó: “fue súper personal. El hecho de haber actuado y haber estado ahí me conectó con toda la emoción de esa época. Pero me pasó que me acerqué a muchos amigos de ese tiempo, eso fue lo más emocionante, volver a encontrarme con las caras de la gente que había estado activamente contra la dictadura”.

¿Por qué hay que rescatar la historia de la lucha armada durante la dictadura?
Yo creo que es importante recordar este lado porque ha sido un poco silenciado y ha sido intencionalmente postergado. Entonces me parece que es fundamental a la hora de recordar la dictadura. Ahora, a partir de las manifestaciones estudiantiles en mucha gente ha existido el consenso de que la transisión fue injusta, decepcionante y me parece importante al recordar la dictadura, recordar justamente el momento en donde existe la posibilidad de votar o no en el plebiscito. Y la historia oficial que es la historia de que el gobierno de la dictadura cae por un plebiscito donde gana el No, se dice que derrotamos la dictadura con un lápiz. Y cada vez queda más claro que en realidad la dictadura nunca fue derrotada.

Claro. La alegría que nunca llegó.
Y menos con un lápiz. Por lo tanto nos interesaba rescatar la visión de personas que ya en este época decían “este plebiscito nos lleva por un camino equivocado”. No porque la dictadura no iba a reconocer un eventual triunfo del No, sino porque un eventual triunfo del No significa consolidar una negociación que va a significar no lograr hacer juicio a los culpables de violaciones a los derecho humanos y establecer las instituciones de la dictadura.

¿Qué te pasa con el típico discurso de “no estamos de acuerdo con ningún tipo de violencia” que está de moda ahora?
Ah, es interesante. Partiendo por los estudiantes, para mí y para mucha gente es muy importante ver las semejanzas que hay con el conflicto estudiantil. Los estudiantes se vieron forzados a pensar en la dictadura, porque obviamente mirando lo que pasa con la educación se dan cuenta de que el orgien de la comercialización de la educación es la dictadura. Entonces es natural para ellos exponer esa historia y también ver que la transición fue incapaz de cambiar la institucionaliad y la base económica. Y ellos hacen una cosa que es juzgar a la generación anterior y la juzgan injustamente, porque hay una historia, para mi gusto, que está oculta. Que es la historia de la gente que nunca estuvo de acuerdo con la transición en estos términos. Y de alguna forma me gusta que esta obra le hable a esa generación, para decirles que lo que ustedes están haciendo cuando dicen “yo no presto el voto”, tiene una continuidad histórica que lamentablemente fue silenciada y postergada, pero sí estaba presente esa misma energía mientras se estaba planteando la idea del plebiscito.

Como lo que pasó con el ataque a Teillier por decir que autorizó el atentado contra Pinochet
Lo que pasa es que una de las miserias de la transición de la Concertacion fue haber pactado, negociado y perdido una gran batalla cultural que es haber establecido la derrota política y moral de la gente que apoyó la dictadura. Y eso no se logró, porque si fuera así, nadie se atrevería a discutir la idea de un Museo de la Memoria y Teillier podría ser perfectamente considerado un legítimo héroe en la lucha contra la dictadura.

En la obra hay cosas bien específicas, como los saludos y cómo se comunicaban las células. ¿Cómo hiciste toda esa investigación?
Para mí era súper importante recordar esta época pero a partir de una especie de lenguaje, por eso hice una clase, una escuela, porque me interesaba mucho el conocimiento que se transmitía pero se fue perdiendo, como una lengua que ya no se habla. Por eso me interesaba rescatar el detalle de cómo se trabajaba, cómo se vivía, cómo se hablaba. Y para eso hay un monton de documentos que vi, además de simplemente recordar personalmente. También trabajamos con gente que tuvo entrenamiento militar y ellos nos enseñaron básicamente lo mismo que uno ve en el escenario. Nosotros nos sometimos a lo mismo, a una clase. Fue súper interesante porque la gente que nos viene a enseñar son cosas que no hablan o no las han vuelto a usar por muchos años, entonces es una forma de recordar y volver a experimentar la emoción. También uno conoce también la de una lucha, de una derrota, emocionalmente es bien complejo.

Fue un proceso para ellos también entonces
Sí porque imagínate que esta gente se jugó todo, dejó familia, carrera, todo y después su sueño sufre una derrota enorme y el país los traiciona, los aisla, los sigue matando durante la democracia y además los borra. Por lo tanto ellos están interesados en decir que todavía están presentes. Por ejemplo, hay un momento en que una persona habla de un cabro que estaba poniendo una bomba y le explota. Entonces una persona que nos ayudó nos contó esa historia, es real. Le pasó a alguien. Es una historia conmovedora. Esa persona fue a ver la obra y dijo qué bueno que lo usamos en la obra, porque es una historia que nadie sabe. Ya el sólo hecho que la historia se cuente mas allá de lo privado eso le da un significado más profundo a la vida de esa persona que murió tan joven.

Los actores están encapuchados toda la obra. ¿Fue eso un desafío a la hora de generar emocionalidad?
Sí, para mí era súper importante hacer eso. Porque justamente esta gente está invisible y como esas personas nunca fueron considerados como luchadores por la democracia, sino que fueron considerados como terroristas o extremistas, ellos viven en una situación actual de secreto porque tú eres combatiente para toda la vida. A pesar de los años esto sigue siendo un secreto, la identidad todavía no se revela porque de alguna forma la dictadura sigue impuesta. Y también porque me parece que es un tema doloroso, incómodo y la obra tiene que enfatizar eso. Por último las escuelas político-militares eran así, encapuchados. Por lo tanto hay un tema con la identidad. Porque la identidad desaparece como persona y te transformas en un combatiente más de una causa. Y eso es muy bonito, porque se convierte en un colectivo donde la identidad desaparece para ser algo mucho mas grande que él.

Notas relacionadas