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Cultura

20 de Abril de 2013

El extraño viaje del pene de Andy Warhol a la luna

Fuente: www.yorokobu.es Sabías que supuestamente existe un museo en la luna con un falo pintarrajeado como obra cumbre de la modernidad? Fue un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para el arte contemporáneo. Se conoce como The Moon Museum y fue un proyecto secreto que pasó el filtro de la NASA en 1969 y […]

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Fuente: www.yorokobu.es

Sabías que supuestamente existe un museo en la luna con un falo pintarrajeado como obra cumbre de la modernidad? Fue un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para el arte contemporáneo.

Se conoce como The Moon Museum y fue un proyecto secreto que pasó el filtro de la NASA en 1969 y que consistía en dejar sobre la superficie de la luna seis obras de arte moderno de otros tantos artistas norteamericanos destacados de los años 60, que se mandarían allí junto con la misión del Apolo 12.

Entre esos artistas invitados estaba el rubio de Andy Warhol, que como buen provocador de la época no se le ocurrió nada mejor que ceñirse a algo tan terrenal como un simple ‘nabito’ para elevar el arte a las estrellas (aunque siempre defendió que se trataba de una figura caligráfica formada por las iniciales de su nombre).

El miembro viril, junto con otros cinco bocetos dibujados en miniatura (de Robert RauschenbergDavid NovrosJohn Chamberlain, Claes Oldenburg yForrest Myers) se insertaron un chip de cerámica del tamaño de un centavo que se unió a una pata del módulo de aterrizaje Intrepid, para que al posarse en el satélite pudiera depositar el arte mundano sobre la prístina arena lunar.

 

Sin embargo, es imposible saber si realmente este ‘mini-museo’ continúa allí ya que en esa misión se introdujeron muchos otros efectos personales ‘de extranjis’, escondidos en las mantas de color oro que envolvían las partes de la nave espacial, pero donde no pusieran en peligro su navegación.

La idea original fue del artista neoyorquino Forrest “Frosty” Myers, que trató de conseguir que la NASA se hiciera cargo del proyecto oficialmente; pero cuando la agencia espacial no mostró mucho interés, hizo unas gestiones para que la obra se introdujera de contrabando a bordo de la cápsula.

Durante la década de 1960, Myers fue uno de los cientos de artistas de Nueva York que trabajaron con los ingenieros de Bell Labs (inventores del transistor, el láser o la fibra óptica) en un programa llamado Experimentos en Arte y Tecnología, un grupo sin ánimo de lucro que vinculaba a los artistas con los ingenieros para crear nuevas obras de arte y tecnología.

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Myers afirma que envió los dibujos a Fred Waldhauer, un científico de los Laboratorios Bell del que se hizo amigo, que se encargó de reducirlos en el chip de cerámica y que a su vez entregó a un ingeniero de la empresa contratista principal del programa Apolo (Grumman Corporation), para que la escondiera en una de las patas del módulo de descenso Intrepid. Una vez realizada la operación, el ingeniero le envió un telegrama a Myers para decirle que todo estaba en orden.

Con el OK en la mano, Myers no tardó en revelar todo el proyecto al diario New York Times, que publicó un artículo el 22 de noviembre de 1969, dos días antes del regreso a tierra de la tripulación del Apolo 12. Para que los lectores del diario no alucinaran también con la ocurrencia, el falito de Andy Warhol fue censurado en la foto mediante la imposición de un pulgar en su lugar destinado a la eternidad.

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Pero, ¿realmente llegó esta pieza de arte moderno a la luna?

En junio de 2010, un venerable anciano que pasaba su jubilación al sur de Floridaarrojó luz sobre un misterio de más de 40 años. Se trataba de Richard Kupczyk, que por entonces era el jefe de lanzamiento de la Grumman Corporation.

Y allí mismo confirmó, ante las cámaras de televisión, que efectivamente el Museo de La Luna existe y que, incluso, otros ingenieros pusieron algunos artículos personales, como fotografías de sus hijos y esposas, escondidos debajo de la protección térmica del módulo de descenso para hacerlas llegar de contrabando a la luna y ser los primeros en dejar su marca en el satélite.

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