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Nacional

23 de Abril de 2013

Los miedos y las dudas de la derecha sobre el manejo político de la nueva ministra de Educación

La nominación de Carolina Schmidt como nueva ministra de Educación, en reemplazo del destituido Harald Beyer, fue una decisión que el Presidente Sebastián Piñera adoptó de forma inconsulta de los partidos que recién ayer en la mañana, a una hora y media antes del juramento en La Moneda, fueron notificados de la resolución por el […]

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La nominación de Carolina Schmidt como nueva ministra de Educación, en reemplazo del destituido Harald Beyer, fue una decisión que el Presidente Sebastián Piñera adoptó de forma inconsulta de los partidos que recién ayer en la mañana, a una hora y media antes del juramento en La Moneda, fueron notificados de la resolución por el titular de Interior, Andrés Chadwick.

Tanto en RN como en la UDI hubo malestar y sorpresa. Si bien se había adelantado que el nombre de la ex titular del Servicio Nacional de la Mujer sonaba como sucesora del otrora consejero del CEP, en los hechos no era considerada como una carta viable en ninguna de las colectividades aliancistas donde se le considera como una “figura débil, sin nexos con los partidos y sin capacidad de negociación”.

“Se la van a comer viva” fue lo más suave que comentaron ayer los dirigentes de RN al conocer la resolución mientras que en la UDI hubo mayor cautela, pero el temor fue el mismo. “No va a poder manejar a la Concertación y los estudiantes. Si cayó Beyer es evidente que ella también va a caer”, sostuvo un alto dirigente gremialismo.

LAS RAZONES DE PIÑERA
Los reparos de los partidos, sostienen fuentes de La Moneda, eran esperables porque efectivamente la nominación de Schmidt fue a contrapelo de las cúpulas que buscaban a alguien con mayor manejo político como Pablo Longueira. Sin embargo, uno de los primeros nombres que propuso Beyer, apenas se concretó su destitución el pasado miércoles, fue el de Schmidt y Piñera tiene una alta consideración por su opinión.

Cuando recién se le ofreció el cargo, Schmidt lo rechazó por razones personales. Sin embargo, la insistencia del Mandatario, y el compromiso de Beyer de continuar colaborando ad honorem en el ministerio, la hicieron cambiar de opinión y aceptar jurar en la cartera más complicada para el Gobierno que ya ha visto caer a tres secretarios de Estado.

En Palacio sostienen, además, que Schmidt logró crear buenos lazos en el Congreso con personeros como los senadores Ignacio y Patricio Walker, Ximena Rincón y su tío Andrés Zaldívar y en la Cámara Baja logró mantener una relación cordial con Alejandra Sepúlveda. Además, agregan, tiene a su favor, el ser mujer y la campaña “maricón es…” aplicable a cualquiera que la salga a agredir en la esfera política.

A ese se suma, agregan autoridades de Gobierno, que todo el trabajo técnico que requería la cartera de Educación quedó avanzado por Beyer –que continuará colaborando- y será desplegado por el subsecretario Fernando Rojas, quien se mantiene en el cargo. De ahí que el trabajo de Schmidt se reduzca a buscar los consensos políticos y a la vez traspasar su capital político -71% de respaldo según la última encuesta Adimark- a la alicaída agenda de Educación del Gobierno. Otra de sus misiones será “desatanizar” el lucro que para el Ejecutivo es legítimo en Educación si se acompaña de calidad en la enseñanza, algo que dejó claro Piñera en su discurso de ayer.

Con todo, en Palacio admiten que la designación de Schmidt fue una solución parche ya que el secretario de Estado que a la administración de Piñera le acomodaba para terminar su mandato era Beyer, pero luego de la acusación constitucional tampoco sobraban candidatos para elegir. Y aunque ministros consultados confían en las capacidades de la ingeniero comercial nadie se arriesga a jugársela porque permanecerá en el cargo hasta marzo del próximo año, porque, reconocen, esa era la apuesta con Beyer. Y falló.

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