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Opinión

25 de Abril de 2013

Andrés Allamand, precandidato RN: “Me identifico con la forma de liderazgo de Lagos”

Esta entrevista costó casi quince años. A ratos nuestras relaciones fueron pésimas. Pero la vida tiene vueltas y hoy Andrés Allamand -ex dirigente estudiantil anti UP, ex Patrulla Juvenil, ex regalón de la Concertación, ex samurái de Lavín y ex desterrado en el desierto-, hoy precandidato presidencial, habla suelta y abiertamente con nosotros.

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

Fotos: Alejandro Olivares

Andrés Allamand es el principal exponente de la derecha histórica chilena. A él le entregaron el báculo los patriarcas. “Yo me siento heredero de las mejores tradiciones de una centro derecha”, me dijo. Fue discípulo de Onofre Jarpa, de Pedro Ibáñez, de Francisco Bulnes. Cuenta que a todos los aprecia y de cada uno aprendió unas cuantas cosas importantes. Le ha dado por alabar a Aylwin y declararle su admiración. Allamand fue uno de los grandes protagonistas de la Transición. Se llenó de amigos concertacionistas. Creo que su amor por Aylwin es real, pero también le hace señas a la Democracia Cristiana cada vez que tiene ocasión. “Bachelet le ha tirado varios exocet al centro político”, dice.

Actualmente pertenece al mismo bando de Pablo Longueira, de Andrés Chadwick, de Sebastián Piñera. Para los que nos queda un soplo de memoria, tiempo atrás, esos cuatro en un barco se hubieran asesinado antes de zarpar. No hay que ser genio para deducir que además de las diferencias, de Golborne lo separa cierta dosis de menosprecio. Se cuida, sin embargo, para que no se note. La palabra que más repitió a lo largo de la entrevista fue “paradoja”: la Concertación queriendo cambiar su propia obra, y la derecha defendiendo su continuidad; gente que se declara feliz con su vida privada, pero disconforme con la pública; estudiantes que defienden la gratuidad total, cuando eso beneficia a los ricos, etc., etc.

Allamand es un político de tomo y lomo. La política es su profesión, y le gusta tanto como a un músico tocar el piano. Asegura que está a solo tres puntos de Golborne, aunque otros sostienen que su desventaja es muchísimo mayor. Ya maduró el joven liberal de los 90. Le interesa defender valores. Por momentos quise creer que los exageraba para ganar el voto de los conservadores en la primaria, pero preferí quedarme con su versión: “no tengo problemas, como otros; yo digo lo que pienso”.

Considera que, intelectualmente hablando, lo más interesante que ha sucedido en su sector últimamente fue el alineamiento que produjo el libro de Jovino Novoa, “prolongado por Golborne”, detalla. “Se trata, ni más ni menos que de una crítica muy fuerte a la gestión de este gobierno, haciendo ver que, uno, se había abandonado el ideario de la centro derecha, y dos, haciendo ver que la desigualdad era un invento de la izquierda. Para mí, ese es el punto de mayor inflexión intelectual”.

De algún modo, la queja de Jovino atravesaba a ambos partidos de derecha, ¿o no?
-Yo no vi a nadie en RN que le interesara.

¿Te sientes parte de la derecha liberal? ¿Existe esa “Nueva Derecha” de la que habló Hinzpeter?
-Mira. Yo me siento heredero de las mejores tradiciones de una centro derecha…

¿Te enorgullece?
– Sí, le prestó grandes servicios al país. Por lo pronto, la propia adhesión al sistema. Podría darte un montón de leyes que deben haber estado. Pero nadie puede decir que en Chile, la centro derecha jugó –como sí podría decirse de otros países de América Latina-, un rol antidemocrático. Y creo que esa centro derecha, con posterioridad al gobierno militar, ha jugado un rol muy destacable.

¿Fue un punto negro el gobierno militar en la historia de la centro derecha?
-No me voy a dejar encasillar en un juicio del gobierno militar que calce en una palabra, porque me parece completamente simplista tratar de encasillar en una palabra uno de los momentos más turbulentos de la historia política chilena.

No lo encasilles en una palabra.
-Te diré lo que siento. Fui un fuerte opositor a la UP. Pero posteriormente me retiré, y no tuve cargo alguno en el gobierno militar. Me reincorporé a la política para fundar los movimientos que, finalmente, contribuyeron desde nuestro sector a la Transición. En materia de DD.HH., de valoración del sistema democrático, de respeto a las personas, realmente tuvo un desempeño… déjame buscar bien la palabra, deplorable, completamente injustificado. Nada justifica las atrocidades y brutalidades que se cometieron, y lo he dicho siempre. De otro lado, y estoy consciente que no son cosas comparables, la transformación económica de Chile -y esto lo reconocen hoy día moros y cristianos- se genera durante el gobierno militar. Al medio del gobierno militar, hay un hito poco observado, y es la manera en que se maneja la inminente guerra con Argentina. Cuando Cristina Fernández dice que los problemas que tuvimos se debieron a que nuestros militares querían la guerra, falta a la verdad. Los militares argentinos de esa época estaban empeñados en una agresión hacia Chile, y nuestros militares, junto a muchos civiles, se jugaron siempre por la paz. Además, cuando uno evalúa un gobierno militar, tiene que preguntarse por el punto de entrada y por el punto de salida. En el punto de entrada, te voy a contestar con las palabras de Patricio Aylwin y Eduardo Frei Montalva: ambos coincidieron que la intervención militar fue necesaria, inevitable y, casi en sus palabras literales, salvó a Chile de una guerra civil y del propósito de la UP de instaurar un régimen totalitario.

Yo creo que si le preguntara a Aylwin, si dadas las mismas circunstancias volvería a apoyar el golpe de Estado, me diría que no. Tú, dadas las mismas circunstancias, ¿volverías a apoyarlo?
-Yo he conversado esto con Patricio Aylwin, por quien tengo el mayor respeto y admiración. Él tiene escrito un libro sobre la UP, que ha resuelto publicar después de muerto. Le he preguntado varias veces si, desde que lo terminó, le ha cambiado una coma, y me ha dicho que no. Pero no solamente son Aylwin y Frei. También Genaro Arriagada, quien escribió, para mi gusto, el libro mejor documentado de la UP: “De la Vía Chilena a la Vía Insurreccional”. Es un gran amigo mío, y también me ha dicho que no le cambiaría ni una letra. Aquí hay mucha gente que se puede dar vuelta la chaqueta. Creo, conociendo la estatura moral de Aylwin y sin haber conocido personalmente a Frei, que ellos no cambiarían su opinión respecto del origen del golpe militar. De hecho, la carta de Frei a Mariano Rumor, es de un año después del golpe.

Ok. Pero habiendo sucedido lo que sucedió después en la dictadura, y ya sabiendo cómo funcionaron las cosas –no pregunto sobre el juicio del momento-, ¿volverías a apoyar el golpe?
-Es que ese es un juicio que no corresponde, porque las actuaciones de las personas están determinadas por el contexto. Esto es Ortega: Yo y mis circunstancias.

¿Y tú con tus circunstancias de hoy…?
-Esta es una discusión que va a ser muy contingente y para la que estoy preparado, porque este año vamos a tener que discutir los 40 años del golpe militar. Y vamos a discutir qué lo provocó. Y vamos a discutir cómo y por qué en 1967 todo el Partido Socialista se declaró partidario de la vía armada. Por qué gente tan razonable como Enrique Correa y José Antonio Viera Gallo eran partidarios de la dictadura del proletariado.

Pero si les preguntas hoy dirían que no lo son y, seguramente, que no lo volverían a ser.
-Correcto. Ellos dirían que su pensamiento ideológico ha cambiado. Pero aquí no hablamos de una ideología, sino de una circunstancia histórica. Los juicios históricos de los políticos hay que hacérselos en consideración al momento en que actúan y conociendo los antecedentes, porque de lo contrario la actuación política se parecería a esas telenovelas donde van cambiando los finales dependiendo de las circunstancias. Si a mí me preguntan si el 11 de septiembre de 1973 estaba a favor o en contra de la intervención militar, hoy diría lo mismo, porque sólo puedo contar con los antecedentes de ese minuto.

¿Y te pasa lo mismo con haber votado que SÍ?
-Digamos la verdad: los gobiernos militares terminan a las patadas, dando cuartelazos, sumidos en fenómenos de corrupción y dejando un legado de desorden y de inestabilidad. A alguna gente no le va a gustar lo que yo diga, pero me he propuesto durante esta campaña decir siempre lo que pienso. Si hablamos del gobierno militar, hablemos de cómo comienza y cómo termina, de lo que no tiene ninguna justificación y de las cosas positivas para el país, de cómo se condujeron las cosas en un momento tan crítico, porque una guerra con Argentina habría generado un escenario innombrable. Esa es mi visión. La he defendido siempre. No la he cambiado nunca.

Bien, pero ¿te sigue convenciendo haber votado que SÍ?
-Los políticos tenemos que asumir. Siento que hice mucho más por un retorno pacífico a la democracia en Chile desde mi participación en el Acuerdo Nacional, (para el plebiscito) el día 5 de octubre en la noche e impulsando las reformas constitucionales, que muchas personas que se limitan a decir hoy que votaron que NO. Porque pasa una cosa bien curiosa: el resultado fue 53% contra 44%, pero yo empiezo a sumar los que votaron que NO, y resulta que ahora son el 80%. A mí no me cuentan cuentos. Y yo asumo. Un mes después del 5 de octubre, se produjo lo que yo llamo el “plebiscito olvidado”, donde RN y la DC, en la operación política que a mí más me enorgullece, lanzamos las reformas constitucionales que se votaron en julio de 1989. Se le introdujeron 54 cambios a la Constitución.

LOS FÁCTICOS Y LOS IMPUESTOS

Hablaste alguna vez de los poderes fácticos. ¿Cómo actuaban? ¿O cómo actúan?
-Es muy simple. Son los que intervienen el proceso político generando una influencia exagerada y desde la sombra. La frase es de 1993. Yo me refería principalmente a las Fuerzas Armadas, que mantenían un poder residual, a los empresarios, en términos del financiamiento de la política, y a la influencia exagerada de ciertos medios de comunicación.

¿Sigue siendo así?
-Creo que ha cambiado. Las FF.AA. hoy no juegan ningún rol político de ninguna naturaleza. Hoy, aunque sea perfectible, hay mucha mayor diversidad y transparencia en los aportes a los procesos políticos. Digamos las cosas como son: a los candidatos de la Concertación le aportan los empresarios de la misma manera que financian a los de la centro derecha.

¿Piden mucho a cambio de la plata que ponen?
-A mí no me han pedido nunca algo a cambio. Jamás.

¿Y en general? ¿Te consta cómo funciona eso?
-No sé. Francamente, no sé.

O sea, ponen plata por amor a Chile.
-Yo creo que por distintas razones. Hablo por mí. La gente que me ha ayudado en mis campañas lo ha hecho porque tiene una coincidencia con mi pensamiento, que es conocido desde siempre. No puedo contestar por qué le dan a otras personas que no piensan como ellos.

¿Le aumentarías los impuestos a las grandes empresas?
-No soy partidario de aumentar la carga tributaria que existe en el país.

¿Las grandes riquezas no están al debe, sabiendo que en otros países donde se instalan pagan más que acá?
-Dejemos los mitos. Los países que crecen en la región, por ejemplo, Perú, Colombia, tienen una carga tributaria menor de la que existe en Chile. Hay miles de mitos sobre esto. La pregunta es: “¿los impuestos son para qué?” Son para que el Estado pueda cumplir adecuadamente sus funciones. La visión tremendamente añeja de la izquierda, es que la manera de lograr eso es a partir fundamentalmente de los aumentos tributarios.

Cosa que tú no crees para nada.
-Michelle Bachelet dice que quiere una reforma para recaudar US$ 4.500 millones. Si el país simplemente crece al 5% en los próximos 4 años, lo que se recauda son US$12.000 millones.

¿Y si deja de crecer?
-Se recauda mucho menos y, en consecuencia, es justamente ese el problema. Si no hubiera ninguna relación entre los impuestos y el crecimiento, entonces todos los países habrían subido indefinidamente los impuestos, y mantendrían su crecimiento.

Pero para implementar políticas permanentes se necesitan ingresos permanentes, ¿o no?
-Eso es, pues.

¿Pero algunas no pueden depender enteramente de si a la economía le va o no muy bien?
-El punto es otro. Pongámoslo de forma aún más simple. Cuando uno tiene zonas deprimidas, en el extremo sur o norte, qué es lo que se plantea, ¿subir o bajar los impuestos? ¡Bajar los impuestos! Es de sentido común. Yo no he escuchado nunca que para convocar inversión, para que haya trabajo, o crecimiento, en una zona aislada, alguien diga “aumentemos los impuestos en ese lugar”. Aquí hay dos visiones ideológicas, y sobre todo, muy mal manejo de las cifras. Si uno revisa la carga tributaria de Chile respecto de los otros países con igual nivel de desarrollo, es pareja respecto del resto del mundo.

Pero en los países más desarrollados, la carga es mucho más alta.
-Lo que hay que mirar al compararse con esos países es qué carga tributaria tenían cuando estaban con el mismo ingreso per cápita que nosotros, y verás que Chile está en línea.

Se supone que Chile ha aumentado su ingreso per cápita, ¿corresponde entonces ajustar esa carga tributaria?
-Fundamentalmente a través de la trilogía virtuosa que se ha dado en este gobierno: crecimiento, emprendimiento y trabajo. Mi pregunta es una sola: si para resolver las desigualdades y allegar más recursos al fisco es tan importante este “impuestazo”, ¿por qué Michelle Bachelet, teniendo mayoría los cuatro años que estuvo, no promovió durante su gobierno ninguna reforma tributaria? Muy simple: porque otra cosa es con guitarra, y porque ella sabe, positivamente, que un “impuestazo” como el que está planteando es contraproducente para mantener el nivel del crecimiento y del emprendimiento.

¿Crees que es un valor verdaderamente importante la igualdad?
-A mí me importa, porque creo que una centro derecha moderna tiene que apartarse de esta idea dogmática de que lo único que importa es disminuir la pobreza y no las brechas de desigualdad. Por un tema de justicia. Creo en una sociedad más integrada y más cohesionada, porque una sociedad así no sólo funciona políticamente mejor, sino que también económicamente mejor. Y vamos a los números: Chile está en el umbral para ascender a la categoría de país desarrollado. Pero con una paradoja, si lo logramos, habrá sido con el doble de desigualdad que cualquier otro país en el pasado. Reducir la pobreza y acortar las brechas de desigualdad, sí son tareas, y no creo que sean opuestas. Dónde nos volvemos a topar: en los instrumentos. La receta de la izquierda y la Concertación es la que no funcionó por 20 años: impuestos, mayor intervención estatal, empresas estatales y mixtas. La receta de una centro derecha moderna es: educación temprana de calidad, mayor competencia en los mercados, gran impulso al emprendimiento. Otra paradoja: hoy las PYMES generan el 8% del producto y el 80% del empleo.

Y su dificultad para crecer es titánica.
-¿Por qué?´

Por el abuso de las grandes empresas. Por la tiranía del retail, etc.
-Por tres razones, diría yo: porque las grandes empresas no pagan con la prontitud que debieran. De esto se trató la pelea reciente entre Pablo Longueira y Paulmann. Y yo estoy 100% con Longueira. Es absurdo que Cencosud no pueda pagar a 30 o 60 días, y las PYMES tengan que recibir pagos a 150 días. Una segunda razón tiene que ver con el acceso al crédito. Para las grandes empresas el crédito es mucho más barato, y son precisamente las PYMES las que necesitan más recursos. Y hay un tercer punto que tiene que ver con la legislación laboral. Si uno la mira en su conjunto, está pensada como si todas las empresas fueran del mismo tamaño.

LA IDEOLOGÍA Y LAS PROTESTAS

Parece que volvió el tiempo de las ideologías, entonces. En el buen sentido. ¿O en el mal sentido?
-En el buen sentido. Está bien que sea así. Esta elección presidencial será distinta que las anteriores, porque de verdad se van a discutir ideas. Habrá una alta intensidad ideológica y política. Esto tiene que ver con una gran paradoja: lo que ha ocurrido es que la Concertación, y en particular Bachelet, a quien le veo un liderazgo frágil en este terreno, está en un camino de total ambigüedad. Tiene que ver con cómo se miren los últimos 25 años de Chile. Algunos los miran mal, consideran que el país no fue por el buen camino, o, para decirlo en lenguaje de izquierda, se hizo lo que se podía y no lo que se debía. Otros, que paradojalmente estuvimos en la oposición, pensamos que estos 25 años, de los cuales 20 los gobernó la Concertación, movieron el país en el sentido correcto.

¿Los años de Piñera son muy distintos de los de la Concertación?
-Creo que son mejorados. Hay mejorías sustantivas. Si uno intenta ponerse en los ojos de un historiador, lo que ve son 25 años en los que el país transita una ruta. Yo le llamo “un proyecto de país compartido”. Hoy, esto está siendo severamente cuestionado. Y la paradoja es que lo cuestiona la Concertación, en el plano político y en el económico.

Si aceptáramos que han sido años virtuosos, ¿quiere eso decir que se debe continuar igual? ¿No será que, como sucede con las criaturas, cuando crecen ya no quieren seguir chupando teta sino tomar la leche con su propia mamadera, o un café cortado en una taza?
-Por supuesto. Lo importante es cómo damos un paso adelante y no hacia atrás. Todos podríamos coincidir en que durante estos 25 años la pobreza disminuyó del 40 al 15%. La desigualdad se mantuvo igual. Pero somos el país con el primer ingreso per cápita de América Latina, el más cerca de llegar al desarrollo, el con los niveles más bajos de corrupción, y con las instituciones más fuertes del continente. Dejémonos de leseras. ¿Hemos caminado bien estos 25 años o mal?

Bien.
-Ok, entonces que alguien me explique por qué pareciera que debiéramos partir de cero.

LA CONSTITUCIÓN

Y entonces, ¿por qué la gente ha salido a marchar? Según estudios recientes, no cunde el ánimo revolucionario. Las reformas en educación, los tributos, etc., son vistos como un progreso necesario y natural.

Consecuencia del mismo camino.
-Aquí hay dos discusiones. Si coincidimos que han sido positivos, entonces que alguien me explique la radicalidad de las propuestas de reforma que hoy plantea la Concertación.

¿Cuáles son las que te resultan radicales?
-Por ejemplo, te voy a decir lo que pienso de la Constitución que la Concertación y Michelle Bachelet quieren reemplazar: “Tenemos por fin una Constitución democrática acorde con el espíritu de Chile. Del alma permanente de Chile, hoy despunta la primavera. Es una Constitución que nos abre el paso al siglo XXI”. ¿Sabes quién lo dijo? Ricardo Lagos.

Pero la Concertación representa como a un 20% de la población. Hay demandas que no provienen de su interior, sino de su exterior.
-Ya, ¡pero resulta que esa era la opinión de Lagos hace una década y ahora resulta que quieren cambiar la Constitución!

LOS ESTUDIANTES
Allamand dice que fue la Concertación la que creó uno de los principales demandas de los estudiantes: el endeudamiento. “Ese problema tiene nombre y apellido: Concertación. Ellos lo inventaron y ellos lo implementaron.

¿Y estás por cambiar eso?
-Ya se ha corregido mucho. Se bajó el porcentaje, salieron los bancos, se terminó con la discriminación entre universidades públicas y privadas, y, para mi gusto, las dos innovaciones más importantes: que se estableció el pago contingente al ingreso, que ningún profesional egresado paga más del 10% de su sueldo, y al cabo de 12 años, se haya pagado o no, la obligación del crédito se termina.

¿Cuál es tu lectura de los movimientos sociales?
-Muy simple: son la consecuencia natural de una sociedad que avanza, que progresa, que genera inquietudes, que tiene redes sociales vibrantes, una ciudadanía mucho más activa y exigente. Me parecen la demostración de que Chile ha progresado, y por eso me preocupa que la política, en el buen sentido de la política grande, sea capaz de encauzar estos movimientos para que finalmente contribuyan.

¿Cuánto se debe escuchar a lo que grita la calle?
-Escuchar, siempre. Pero no arrodillarse frente a la calle.

¿Está muy arrodillada la política frente a la calle?
-Durante la acusación constitucional, vi a varios de mis colegas en el Senado completamente de rodillas. Los políticos tenemos que saber escuchar a la calle, pero tenemos que saber también escuchar a la gente que no sale a la calle. Porque por mucho que las manifestaciones sean muy grandes, hay eso que se llama la mayoría silenciosa, y atenderla es el mérito del político.

¿Es absurdo lo que están pidiendo los estudiantes?
-Algunas cosas son razonables; otras cosas son equivocadas y otras cosas, eslogan. Así de simple
.
¿Consideras que la educación requiere una transformación profunda?
-Requiere avanzar en calidad. Que el movimiento estudiantil plantee que tiene que haber becas para los que no pueden pagar, tiene toda la razón. En mi programa voy a establecer que las becas realmente cubran el total del gasto que los universitarios deben hacer, en ese 60% que hoy día con razón merece las becas.

¿Qué de lo que piden te parece absurdo?
-Déjame decir primero qué más me parece bien. Me parece perfectamente razonable que si la ley dice que las universidades privadas no deben lucrar, haya una superintendencia con dientes para que no lucren, así como me parece que es absurdo que planteen la educación universitaria gratuita universal, y verdaderamente decepcionante la vuelta de carnero de Michelle Bachelet en una semana. Digamos las cosas como son: hay un 10% en las universidades, cuyos padres y cuyas familias tienen ingresos suficientes para pagar la universidad. Darle a ese porcentaje la universidad gratis es hacer que los que tienen menos financien a los que tienen más. ¿Qué me gustaría que el movimiento estudiantil planteara por delante? Que hablara de la necesidad que las carreras de pregrado sean más cortas y flexibles, porque hoy día la rigidez del sistema universitario chileno es inmensa. Y es un tema que no he visto mencionado en ninguna de estas manifestaciones.

¿Si hubieras sido dirigente estudiantil hoy, como lo fuiste alguna vez, habrías marchado?
-Habría marchado por algunas cosas y por otras no. No habría marchado jamás para que los pobres le financien la educación universitaria a los ricos.

Pero nadie ha marchado para que los pobres le financien la educación a los ricos…
-¿Cómo no? Cuando el eslogan es “gratuidad universitaria universal”, están marchando por eso. Otra cosa es que no lo reconozcan.

Al mismo tiempo están pidiendo que los ricos pongan más para pagar esa educación universal.
-Bueno, está bien, pero al final del día los impuestos los terminan pagando todos.

¿Te gusta la educación pública?
-Me gusta la educación pública, y creo que Chile debe fortalecerla, pero sin terminar con la educación particular subvencionada.

¿Por qué te gusta?
-La educación pública posee una impronta que tiene que ver con una educación laica, republicana, que de alguna manera refleja cierta secuencia de lo que es el Estado, cierta idea del país, y por lo tanto, no creo en un sistema sin educación pública. Pero sí en lo que Chile ha tenido desde el siglo pasado, desde la ley de educación primaria: una libertad de enseñanza que se denomina de provisión mixta. Siempre va a existir un porcentaje que no llega al 10% de educación particular pagada, un 38% de educación municipal y otro porcentaje de particular subvencionada. Yo voy a defender la educación particular subvencionada porque es la que permite, entre otras cosas, que el pluralismo de la sociedad chilena se exprese; es la que permite que legítimamente haya educación de congregaciones religiosas, evangélicas, y también abre posibilidades de pluralismo a la sociedad. Terminemos con los mitos: un porcentaje muy alto de la educación particular subvencionada es gratuita para los alumnos y garantiza el derecho de elegir de los padres.

¿Qué valor te parece más relevante? ¿La libertad de elegir un colegio o la obligatoriedad del Estado de conceder una educación lo más igualitaria posible a todos?
-Es un falso dilema, porque lo que quiero es que la educación sea de calidad, que haya una educación pública fuerte, una particular subvencionada fuerte, y que los padres puedan escoger.

VALORES
¿Has fumado marihuana?
-Nunca.

¿Jalado coca?
-Jamás.

¿Emborrachado como tagua?
-Alguna vez una copita de más, pero tanto como tagua, no.

Pero cuando Francisco Javier Cuadra salió con la acusación de que había droga en el Congreso, todos decían que pensaba en ti, entre otros.

-Bueno, los versos finalmente fueron contra mí, contra el Presidente Piñera, contra Alberto Espina.

La patrulla.
-Exactamente. Pero todo eso quedó en una bajeza no propia de la política.

No te voy a preguntar si estás a favor de legalizar la marihuana.
-No. No estoy a favor de legalizar la marihuana.

Sinceramente, ¿te parece inaceptable el aborto en todas sus formas?
-Absolutamente.

O sea, una niña violada que se hace un aborto, merece ser condenada por la justicia.
-Creo que en esto los candidatos presidenciales lo que tenemos que hacer es decir con franqueza cuál es nuestro punto de vista. Aquí hay también un debate donde no se transparentan las posiciones. En muchos países del mundo el aborto es legal y hay gente que explícitamente es partidaria del aborto. Hay otros, que no somos partidarios del aborto, por una cosa de concepción valórica. Lo que creo es simplemente que no hay razón para terminar con una vida, aún en casos particularmente extremos. La persona existe desde el momento de la concepción.

¿Cómo va a existir la persona desde el momento de la concepción?
-Es que ahí está, hay quienes consideran que no hay un ser desde la concepción y en consecuencia tienen un problema, ¿desde cuándo existe ese ser? Unos dicen una fecha y otros dicen otra. Considero que hay un ser desde el momento de la concepción y que ese ser tiene derecho a ser protegido en su vida, porque es un ser que vive. Esa es mi concepción. Los que tienen otra, que la defiendan.

Falta, efectivamente, que los que creen en el aborto lo defiendan. Hay, supongo, una cobardía electoral. ¿Cuál es el gobierno que más te gustó de la Concertación?
-Tengo una gran admiración por Aylwin. Creo que hizo un gobierno extraordinario. Era particularmente difícil manejar una transición. Es cosa de mirar a Argentina. Alfonsín, que fue el primer presidente democrático, ni siquiera fue capaz de terminar su período. Y le tengo gran admiración también a Lagos. Creo mucho en las actitudes en política. Las actitudes, las reacciones, cómo se conduce a la gente en momentos críticos, etc., valen mucho más que libros de programas. Para mí, Lagos, en el ámbito internacional, tuvo dos actuaciones sobresalientes, y en el interno una extraordinaria, muy marcadora de lo que es un Presidente con liderazgo republicano. Primero, en el ámbito internacional, cuando paró en seco la presión norteamericana para que a cambio del Tratado de Libre Comercio nos embarcáramos en la guerra contra Irak, y creo que estuvo particularmente bien cuando fue agredido por un presidente boliviano, y también lo paró en seco. Y cuando un conjunto de micreros se coludieron para frenar la ciudad, y no trepidó en aplicar la Ley de Seguridad Interior de Estado, demostró lo que tiene que tener un Presidente: autoridad. Yo me identifico con la forma de liderazgo de Lagos.

De los candidatos de oposición ¿cual te parece más atractivo?¿O más próximo?
-Es obvio, Claudio Orrego. Compartimos una visión del servicio público, hemos dedicado una vida a esto. Pero la verdad es que tengo mucho respeto por todos. Le tengo una simpatía natural a José Antonio Gómez, trabajé con él muchas veces en el Senado, y siempre le digo, aunque no me tira la menor pelota, que comete un error cuando cree que el perfilamiento del Partido Radical se produce izquierdizándose, en circunstancias que yo siempre he pensado que el Partido Radical crece cuando se instala en el centro, el que, entre paréntesis, Bachelet se está encargando de abandonar. Creo que negar los méritos académicos de Andrés Velasco sería absurdo. Y bueno, con Bachelet yo espero competir, así que me reservo las opiniones. Siento, eso sí, que en esta semana ha expresado un liderazgo muy frágil, con una sarta de contradicciones.

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