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Mundo

25 de Abril de 2013

¿Es el nuevo periodista una mezcla de hacker, DJ y guionista de series?

Vía Yorokobu Hablar de periodismo crítico es como hablar de agua mojada. “Es una redundancia. El periodismo o es crítico y es un contrapoder, o está al servicio de una institución o una empresa y no tiene sentido”. Pero la actualidad no solo pide un periodismo crítico. Es imprescindible un “periodismo autocrítico”. Pero Víctor Sampedro, […]

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Vía Yorokobu

Hablar de periodismo crítico es como hablar de agua mojada. “Es una redundancia. El periodismo o es crítico y es un contrapoder, o está al servicio de una institución o una empresa y no tiene sentido”. Pero la actualidad no solo pide un periodismo crítico. Es imprescindible un “periodismo autocrítico”.

Pero Víctor Sampedro, catedrático de opinión pública y comunicación política de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) de Madrid, no diría esto si no pensara que “hemos llegado a una situación en la que muchas personas han dado claramente la espalda a los medios de comunicación. El periodismo se ha vuelto complaciente con los poderes y por eso la sociedad le da la espalda (…). La prensa convencional no está en el horizonte de consumo. Ha dejado de interesar. Y, en su lugar, el P2P (intercambio entre iguales) está creciendo porque permite que las personas intercambien lo que quieran”.

Sampedro piensa que la prensa esquiva el espejo que le devuelve una imagen crítica y eso lo ha llevado a su actual descrédito. Ha dejado de someterse a una de las reglas fundamentales del trabajo intelectual: “revisar constantemente lo que haces”.

Los últimos años han supuesto el naufragio de los medios tradicionales y Sampedro, que participó ayer en el Congreso de periodismo crítico de la URJC, ve claro el motivo. “¿A qué se ha dedicado gran parte de la prensa durante muchos años? A hacer consumidores. Los medios no han cumplido con su labor. Por ejemplo, no nos han enseñado a votar (…). ¿Alguien ha pensado que vender el corazón de la democracia como un producto es destruir literalmente la democracia? Han convertido la prensa en un producto de consumo”.

El doctor en ciencias de la información considera que la prensa, en general, “ha olvidado a la comunidad por unos favores políticos que les proporcionaban contratos publicitarios” y “ha dejado de decir la verdad porque estaba pendiente de concesiones para sacar su TV”. Y después ocurrió algo más. “Muchos medios introdujeron en puestos de decisión a banqueros de rapiña. Era una apuesta por unas políticas determinadas. Lo dice [Yochai] Benkler en The Wealth of Networks (La riqueza de las redes)”.

Pero frente a un periodismo que sucumbe se debería alzar un nuevo modelo que repudia al anterior. Una prensa que Sampedro define como “del bien común, libre y de código abierto”. “El periodismo, desde el punto de vista económico, es un bien público. O, mejor, un bien común. Es un bien que no puedes limitar, por definición”.

Aunque sí ha tenido, a lo largo de su historia, algunos límites monetarios. “El periódico en papel era más difícil de compartir pero no ocurre lo mismo con el digital. Se han acabado los mercaderes de la información”. Existen frenos, como las “leyes antidescargas”, pero, según Sampedro, “no pueden vetar el intercambio de archivos. No pueden parar esto. Cuanto más se intercambie, más bien común se va crear”.

Y en este nuevo escenario, “el periodista es un igual dentro de las comunidades y su función es aportar valor común. Si dice lo mismo que los demás medios, nadie va a pagar por ello”.

Wikileaks
El paradigma del periodismo libre y de código abierto es, para Sampedro, Wikileaks, aunque, según dice, el establishment ha conseguido destrozar la imagen de esta organización. “Los medios han puesto a la opinión pública en contra de Wikileaks. Assange no ha sido reconocido como periodista por nadie. Si no, estaría protegido por el secreto profesional. ¿Y Manning [Bradley Manning, el soldado arrestado por pasar información a Wikileaks]? Ha estado 8 meses desnudo en un espacio como una plaza de garaje”.

Esta organización mediática tiene, para Sampedro, “una potencia brutal”. “Wikileaks es la historia de los de abajo”, asegura. “Ellos ofrecen datos. No son testimonios. Son registros casi objetivos. Informaron sobre muchos acontecimientos que ocurrieron en Fallujah (Irak), sobre personas que murieron en Irak…. ¿Cuántos periodistas se metían en los cables de Wikileaks para investigar qué hacían las tropas españolas?”.

El catedrático de opinión pública dice que “no se ha querido entender a Wikileaks”. “Les han utilizado y ahora, medios como El País les acusa de vulnerar los derechos humanos. ¿Cuánto ganaron El País, The Guardian, Le Monde… con esas informaciones?”. Aún así, Wikileaks “no se callará”. “Hace unas semanas sacaron unos papeles críticos de la transición española. Está publicado en Público”.

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