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Cultura

8 de Mayo de 2013

Columna de Quentin Tarantino: “Vaqueros fascistas”

Quentin Tarantino cumple 20 años de carrera cinematográfica. El director y guionista de Django sin cadenas (2012), Bastardos sin gloria (2009) y Pulp Fiction (1994) reconoce la influencia de la historia del cine y cuenta cómo los spaghettis westerns inspiraron su última película.

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Vía ElMalpensante

Después de Bastardos sin gloria (2009), pasé un tiempo escribiendo, para un libro de textos críticos sobre cine, acerca del tipo de western que hacía Sergio Corbucci. Llegó un punto en que me dije: la verdad es que no sé si Corbucci pensaba en todas estas cosas que estoy escribiendo sobre sus películas, pero yo las estoy pensando, así que puedo ponerlas en una mía. Creo que estoy trabajando en un terreno casi virgen: lo más cercano que existe a Django sin cadenas (2012) son esas películas sobre el indio renegado que ya aguantó demasiado y la emprende contra sus opresores. Ese tipo de cine tuvo mucho auge en los años cincuenta, cuando la gente empezó a lidiar con el conflicto entre indios y blancos en los westerns, una manera de empezar a desarrollar conciencia social. No podían representar en el cine de esa época la situación de los negros, así que lo hicieron con los indios.

Una de las grandes características de los filmes de Corbucci es que parece que están abordando el tema del fascismo: son los villanos los que dirigen la historia. Sus héroes no pueden ser llamados héroes. En un western de otro director, los héroes para él serían los malos. A medida que pasó el tiempo, Corbucci fue restando énfasis al rol del héroe. En una de sus películas, Los despiadados (1967), no hay nadie a quién alentar: hay tipos malos y víctimas, y eso es todo. En El gran silencio (1968) –con grandes secuencias en la nieve que inspiraron las de mi película–, Klaus Kinski interpreta a un villano, un cazador de recompensas. No soy un gran fan de Kinski, pero está sorprendente en esa película. El héroe es Jean-Louis Trintignant, que hace de mudo. Al quitarle la voz al héroe, lo reduce a nada. La película tiene uno de los finales más nihilistas en la historia del género: Trintignant sale a enfrentar a los malos y es asesinado. Los malos ganan, matan a todos en el pueblo, se van cabalgando y así termina. Al día de hoy es estremecedor. Famosamente cruda, El día de los forajidos (1959), de André de Toth, parece un musical en comparación.

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