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Poder

17 de Mayo de 2013

Rafael Videla, el represor sin remordimientos

Símbolo de la última dictadura militar argentina, Jorge Rafael Videla ha muerto sin dar una sola señal de arrepentimiento y alentando a un nuevo golpe de Estado para tumbar la democracia incluso después de haber sido condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad. De acuerdo con el parte médico oficial, Videla, de 87 […]

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Símbolo de la última dictadura militar argentina, Jorge Rafael Videla ha muerto sin dar una sola señal de arrepentimiento y alentando a un nuevo golpe de Estado para tumbar la democracia incluso después de haber sido condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad.

De acuerdo con el parte médico oficial, Videla, de 87 años, falleció hoy a las 8.25 hora local (11:25 GMT) de muerte natural, en su celda de la prisión de la ciudad bonaerense de Marcos Paz, donde se encontraba recluido desde junio pasado.

“No tiene entidad. No está muerto ni vivo, está desaparecido”, respondió en plena dictadura el entonces presidente de facto a un periodista que le preguntó sobre las víctimas del terrorismo de Estado.

Considerado el máximo responsable de la “guerra sucia”, bajo su mandato, de 1976 a 1981, fue asesinada una monja francesa que había cuidado a uno de sus hijos que padecía una minusvalía, recordaba hoy la periodista Miriam Lewin, quien estuvo secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), el mayor centro de detención clandestina de Argentina.

Ambas anécdotas definen el carácter de un dictador que escuchó sin pestañear las sucesivas condenas que le impusieron los tribunales por los crímenes de los llamados “años de plomo”: secuestros, torturas, asesinatos y robos de bebes.

Durante sus cinco años de gestión, organizó el Mundial de fútbol de 1978, con el que pretendió limpiar la imagen internacional de la Junta Militar mientras se multiplicaban las denuncias por violaciones de derechos humanos.

También estuvo a punto de declarar la guerra a Chile por un conflicto limítrofe que se superó gracias a la mediación del Papa Juan Pablo II.

Con José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía, Videla instrumentó una política basada en la apertura de los mercados, la liberalización de la legislación laboral y una apertura que acabó por destrozar la industria nacional.

Con la economía en recesión, inflación y la moneda devaluada, Videla fue sucedido por Roberto Viola, el 29 de marzo de 1981.

Sentado por primera vez en el banquillo durante el histórico Juicio a las Juntas que encabezó el fiscal Julio César Strassera, en 1985 fue condenado por primera vez a cadena perpetua.

Amnistiado en 1990 por el gobierno de Carlos Menem, años después el juez español Baltasar Garzón le incluyó en una nómina de militares y civiles argentinos con orden de captura internacional por crímenes cometidos durante la dictadura.

En 1998, volvió a comparecer ante la Justicia por crímenes de lesa humanidad y fue condenado a cadena perpetua en 2010.

Como acusado, un octogenario Videla arengó a la rebelión militar hasta el último momento y defendió el papel del Ejército en lo que consideraba una guerra contra la insurrección.

Lanzó su última provocación el pasado marzo, cuando, desde la cárcel, llamó a los militares a “combatir” para tumbar al Gobierno de Cristina Fernández.

Hace apenas un par de años, recordaba en una entrevista cómo había sido la jornada previa al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 cuando la entonces presidenta Isabel Martínez de Perón pidió apoyo a los militares.

Según Videla, en una reunión con la presidenta, los comandantes de las Fuerzas Armadas se convencieron de la “falta de poder” de la mandataria y decidieron actuar en un clima de inestabilidad política y económica.

Nombrado por Isabel Perón comandante en jefe del Ejército, lideró, junto a Emilio Massera y Orlando Agosti, el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que abrió la etapa más negra de la historia reciente argentina y que, según organizaciones de Derechos Humanos, dejó más de 30.000 desaparecidos.

El primero de los cuatro presidentes del régimen de facto compareció por última vez ante los tribunales el pasado día 14 y se negó a declarar en un juicio por el Plan Cóndor.

Como en ocasiones anteriores, el dictador se declaró “preso político” y dijo haber sufrido una “crisis de memoria”.

Con sus silencios ante la Justicia, Videla se lleva a la tumba mucha información que habría ayudado a recuperar la identidad a hijos y nietos de desaparecidos.

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