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Poder

19 de Mayo de 2013

Carlos Peña: “que a Arturo Fontaine se le despidió por oponerse al lucro es simplemente una estupidez”

El rector de la UDP, Carlos Peña, analizó la salida de Arturo Fontaine del CEP en su clásica columna de los domingos en El Mercurio, señalando que este era un hecho político claro por el papel que ha jugado com centro de estudios de derecha. “La cultura no es sólo una suma de objetos en […]

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El rector de la UDP, Carlos Peña, analizó la salida de Arturo Fontaine del CEP en su clásica columna de los domingos en El Mercurio, señalando que este era un hecho político claro por el papel que ha jugado com centro de estudios de derecha.

“La cultura no es sólo una suma de objetos en los que se expresan los aspectos sublimes de la vida. También es un conjunto de puntos de vista, de valoraciones y de intereses, que ayudan a definir la realidad y, así, guían las decisiones de las personas. El campo cultural es un campo político: allí se decide quién tiene más prestigio y es digno de crédito; qué ideas son las que definen lo que es real, y cómo se traza la línea que divide lo posible de lo imposible”, dice Peña.

Junto con analizar los orígenes del Centro de Estudios Públicos, el académico UDP recordó que el centro tiene como presidente honorario a Hayek, que se invitó en su oportunidad a Margareth Thatcher y que desde ahí se “fraguó” la candidatura de Büchi cuando terminaba el régimen de Pinochet.

Según Peña, en esa instancia la gestión de Fontaine en el CEP “fue, en los hechos, modificando hasta cierto punto (y sólo hasta cierto punto) ese proyecto que inspiró al CEP. No dejó de expandir el proyecto neoliberal sólo que con amplia apertura y diálogo. Pero pretender (como se ha leído en la prensa por estos días) que el CEP fue un proyecto neutro e independiente y que a Arturo Fontaine se le despidió por oponerse al lucro, o escorarse a la izquierda, es simplemente una estupidez. Nada de eso le ocurrió”.

Sin embargo, el columnista dice que como escritor creativo Fontaine debió tener un difícil trabajo y que al final, al vivir “de sus ideas y de sus fantasmas”, el CEP no pudo tolerar que eso se impusiera a “dar coherencia a un puñado de intereses parciales o de clase”, que era su tarea.

“Cuando el proyecto modernizador logró ser hegemónico, la cultura pudo aparentar ser autónoma incluso en los salones del CEP. Ahora que esa hegemonía está en crisis, y cuando la discusión se pone de verdad seria, la cultura pasa a ser lo que fue en los inicios de los ochenta para el CEP: el ámbito que hay que permear para que el proyecto que se le ocurrió a la dictadura siga vigente”, señaló.

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