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Cultura

26 de Junio de 2013

Antonio Duarte, el profesor despedido por enseñar un poema de Redolés: “Me dijeron que no podían haber garabatos en una poesía”

Antonio Duarte duró apenas un mes haciendo un taller de literatura en el colegio municipal Arturo Eschazarreta, de Casablanca. Iba viento en popa, enganchando con poesía a los alumnos de octavo básico que se inscribieron en su taller hasta que se le ocurrió recomendarles que leyeran poemas de Mauricio Redolés. Acá lo explica.

Por

“No importa
hay viejos culiaos que no creen en nuestro amor…
hay viejos culiaos que no creen en nuestro amor
no importa oh..!

hay viejos culiaos que no creen en la liberación de la mujer
no importa oh..!

hay viejos culiaos que no creen en la rebelión punk
no importa oh..!

hay viejos culiaos que no creen que en un poema se pueda decir:
viejo culiao
no importa oh..!”

Ese fue el poema que repartió, entre varios otros, para motivar a sus alumnos a interesarse en el poemario nacional y terminó ganándose flor de PLR del establecimiento.

“Le llevaba cosas que les tincaran a los cabros, tratando de motivarlos en la cuestión poética. Entonces, como no cachaban mucho vimos canciones que le gustaban a ellos. Escuchaban por ejemplo a Subverso, Portavoz. Por eso traté de acercarlos un poco porque no habían leído casi nada. Y bueno, si no conocían los poemas de Redolés hay que mostrarles los poemas de Redolés”, dice este joven licenciado en arte.

Tras el reclamo de uno de los apoderados de sus alumnos, el viernes recién pasado le confirmaron el término de su taller literario, promovido por el programa Acciona del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, por considerar que no podía enseñarle groserías y garabatos a los alumnos mediante su taller.

De nada sirvió el comunicado del Consejo, que señaló que “si bien entendemos por un lado las aprehensiones de los apoderados y directivos del establecimiento, también entendemos que los textos en cuestión fueron dictados dentro de un contexto y que son de la autoría de un destacado poeta nacional, como lo es Mauricio Redolés”.

¿Qué fue lo que te dijeron en el colegio?

Me dijeron: ‘Mira lo que le estás haciendo a los alumnos’. Al final, me terminó tratando re mal la vieja. Por ejemplo, me dijeron que no podían haber garabatos en una poesía… la típica. O sea, yo entiendo que no lo entienda o que nunca lo leyó o no le interesó. Pero es lo mismo que yo hable de matemáticas sin tener idea.

¿Y cómo se enteraron de esto?

Yo creo que a uno de ellos (los alumnos) se le quedó encima de la mesa y el viejo lo leyó y se espantó.

¿ Y Por qué mostrar un poema de Redolés y no de otros autores?

Porque era lo que les gustaba. En algún momento analizamos las letras de las canciones que les gustaban y no era muy distinto a la manera en que hablaban ellos. Esto era para que se sintieran cercanos a los poemas.

¿Qué te parece que ocurra esto, de un poeta bastante conocido y respetado como Redolés?

Yo creo que esto es parte de la educación chilena nomás. No es un problema de segregación, es de metodología. Porque al final el alumno tiene una preferencia, pero nadie le da bola. Y al final vale más la opinión de uno de los apoderados. La directora estaba espantada, sorprendida, dijo que no podían haber garabatos en una poesía. Yo creo que no conocía a Redolés. Con suerte a Parra. Pero los cabros no. Y estaban embalados igual. Me decían ‘tú podrías venir a darle charlas a los profes de acá. No cachan una y nos hacen puro aburrirnos'”

¿Y así se acabó el taller y no hay más?

La gente de Acciona no me hizo mucho el aguante, pero filo si en el colegio ya no me querían más. Los cabros me decían si podía hacer clases fuera del horario, pero no pudimos ponernos bien de acuerdo. La gente no dejó que nos despidiéramos bien. Después me contaron que reclamaron de nuevo, pero no los pescaron. Pero estaban agradecidos. Me dieron las gracias por los poemas y porque estos les habían abierto la mente.

¿No dejaron que te despidieras de ellos? O sea que fue todo un show.

Más o menos. Cuando me iba, les decían que se fueran a clases y ellos reclamaron en la puerta. Fue como lo de la película de la sociedad de los poetas muertos. Los chiquillos me dieron un abrazo, la mano y todo en muy buena onda. Y mira, en verdad si me hubiera un grupo de cabros religiosos, medios cartuchos, nos les habría llevado al tiro los poemas de Redolés. Pero de hecho les gustaron, asi que me voy tranquilo porque al menos algo aprendieron.

Lee también la entrevista a Mauricio Redolés en The Clinic: “Arjona me copió una canción”

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