Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

2 de Julio de 2013

Su escalofrío, su tiritón, su tragada de saliva

World music es siempre una categoría compleja, una solución gruesa a eso de cultura global en la que todos somos un poco todo. Ahí cabe aquello que sea una mezcla entre el progreso occidental y cualquier música folclórica, popular o étnica de alguna parte del planeta idealmente no occidental. Parte del trabajo de Peter Gabriel […]

Por



World music es siempre una categoría compleja, una solución gruesa a eso de cultura global en la que todos somos un poco todo. Ahí cabe aquello que sea una mezcla entre el progreso occidental y cualquier música folclórica, popular o étnica de alguna parte del planeta idealmente no occidental. Parte del trabajo de Peter Gabriel con Youssun Dur cabe en esa categoría, la otra no. Si la electrónica se mezcla con la cumbia, o con un ritmo de gaitas colombianas, pasa a ser world music; si no lo hace, es solo electrónica, o cumbia, o ritmo de gaitas colombianas. Como fuere, hay quienes cupieron en esa categoría desde el comienzo de su carrera y de ahí no se han movido, por lo que no resulta una forma mañosa para referirse a ellos. Es el caso de Deep Forest. Desde el año en que sorprendieron con su primer álbum (Deep Forest, 1992) hasta su más reciente trabajo, publicado bajo el nombre de Deep África (2013), este dúo francés continúa dirigiendo su ruta sonora (fundamentalmente de soporte electrónico), con la aparición constante de voces pigmeas, percusiones, lenguas y sonidos propia o transformadamente africanos.

Es precisamente esta permanencia en la fórmula integradora: electrónica + ambient + samplers (sobre todo africanos), descubierta por uno de los dos integrantes, Michel Sánchez, la que los hace inconfundibles y los conecta -como por un túnel sin tráfico- con su primer y exitoso sencillo del año ‘92, Sweet Lullaby. Con una carrera casi ininterrumpida que acumula, con este último, trece álbumes, Deep Forest sigue manejando su sonido electro-selvático, mezclando musicalmente culturas diferentes con aciertos sensibles y clichés desafortunados, así como donando parte de las ganancias de los discos a fundaciones como la fundación Pygmy Fund, que se dedica a ayudar a las poblaciones de pigmeos en la transición de la vida nómada a la agrícola. Recomendable disco, sobre todo a quienes les sigue dando su escalofrío, su tiritón, su tragada de saliva cuando se enteran que dos culturas se mezclan, que los pueblos se juntan, que la inmigración crece, que sus hijos se casan con otros hijos de países vecinos.

Temas relevantes

#Deep Forest#World music

Notas relacionadas