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Nacional

9 de Julio de 2013

Ex miembros de Secta acusan: desapareció una guagua en Pirque y hay otra muerte

Una familia de Huasco acusa que el grupo liderado por Paola Olcese mantiene las rígidas prácticas que le costaron la vida a la bailarina Jocelyn Rivas en el 2007. Una de sus hermanas, acusan, no fue atendida cuando presentó trastornos bipolares. Además, denunciaron a la justicia que Paola Olcese estuvo embarazada en el 2006 y que su guagua se encuentra desaparecida.

Por

A fines de mayo, en la fiscalía de Puente Alto, Ana Fernández González se presentó a declarar. Fue suscinta: en dos páginas denunció a Paola Olcese, la líder de la secta de Pirque donde en abril del 2007 murió la bailarina Jocelyn Rivas, tras dar a luz a su hija. Fernández acusó que la secta -que hoy funciona en la V región, en la localidad de Lo Zárate, cerca de Cartagena y en Junta Valeriano, en la cordillera de la III región- realiza actividades peligrosas “para las mentes de las personas, e incluso para perder sus vidas”. Ana Fernández contó la historia de su hija, Francisca López, en el grupo, que murió de una peritonitis en Copiapó luego de que, además, se le declarara un cuadro bipolar. Fernández denunció el nulo cuidado que tuvo ella mientras estuvo en “la comunidad”.

No fue todo. Fernández agregó una denuncia que sonó allá el 2007, cuando murió Jocelyn: que hay un bebé, hijo de Paola Olcese, desaparecido y que ella -y toda la secta- fue testigo del embarazo.
The Clinic quiso conocer la historia de la mujer y viajó donde vive, en Huasco Bajo, en Atacama. Allí conversamos con ella y sus hijos durante dos días sobre una historia que por lo menos se remonta a treinta años y que ha envuelto a su familia -y a varias otras del pequeño valle del norte chico- en una seguidilla de delirios que a ratos parecen increíbles.

SIMÓN
Simón López Fernández tiene 34 años y es músico. Vive junto a su madre y hermanos en una casa en Huasco Bajo, al lado de la línea del tren que lleva el material al puerto. Cada tanto la casa tiembla. Él hace clases de música y a veces toca en un pub del puerto. Su madre, Ana, hace pan que venden. Uno de aceitunas es especialmente delicioso.
Simón López es una buena puerta de entrada para esta historia: por la vida de sus padres, se relacionó desde niño con Roberto Stack y los sucesivos grupos que éste ha estado armando desde la década de los setenta. Simón creció en lo que sería la Secta de Pirque. Explica:
-Mis papás, en 1978, se ligaron a un grupo de personas que en Puente Alto se juntaban alrededor de los temas religiosos.
El grupo era lo que había quedado de la Iglesia del Amor, una organización que existió en los sesenta. Los miembros se estructuraban alrededor del pintor Roberto Stack.

Él siempre está.
En esta parte interviene su madre, una mujer de 55 años que es la que, en rigor, llevó a su familia al círculo de Stack. Por la fe. En sus palabras -y en las de sus hijos- siempre hay un tono evangélico, como sacado de las escrituras. Ana Fernández dice:
-Él es el iniciador. Participó en esto de la Iglesia del Amor. Este grupo, después, se fue a Uruguay. Allá, Stack después tuvo problemas y fue sacado.
Simón, con 4 o 5 años, veía a sus padres ir a las reuniones del grupo. Ahí, dice, «ocurrían ciertas situaciones como fenomenológicas».

¿”Fenomenológicas”?
-La pareja de Stack, Susana, percibía ciertos contactos con seres a los que ellos llamaban Maestros, que se supone son los arcángeles de la Biblia. Ellos transmitían un mensaje y era Susana quien hacía tierra esos mensajes y los transmitía.

Una especie de médium.
-Claro.
¿Entraba en trance?
-Claro, estas voces, estos seres, ocupaban su cuerpo, su mente y empezaba a transmitir un un mensaje, todo relativo al Fin de los Tiempos, a la conversión de las personas.

¿A qué edad viviste todo esto?
-Yo tenía como cinco años. Y como niños nos juntábamos con los hijos de las otras personas que iban. Mientras ellos estaban reunidos, jugábamos.

Esta es la prehistoria de la Secta de Pirque.
-Claro. Y este grupo, después, a través de estos contactos que se interpretaban ahí, se traslada acá al interior de Vallenar, por una revelación.

¿En qué año?
-El año 85, más o menos. Ahí se tomó la decisión de salir de Puente Alto y vivir esta experiencia a la cual se estaba llamando. Empezamos a vivir juntos. En un lugar que se llama Retamo, que queda entre Alto del Carmen y San Félix.

¿Y por qué acá? ¿Esta es la Tierra Prometida?
Responde la madre:
-Claro. Aquí hay que acudir a lo que la Iglesia del Amor y todo esto que hablan… Unos escritos que se manejan como el hilo de la historia.
Según explica Ana, en cada una de las experiencias ha habido una mujer que maneja esos “contactos”. De hecho, explica, existe un libro que recoge los mensajes. Paola Olcese es la tercera en una línea que siempre parte emparejada con Roberto Stack, que maneja los textos. Partió con Teresa Alcaíno, su primera mujer.
Simón explica que el asunto, por lo que sabe “partió como una cosa bien juvenil”: el espiritismo.

¿Había menciones de extraterrestres en este culto?
-Extraterrestres no como lo que se concibe como los aliens. En el sentido que son ángeles, seres, Maestros que no están en la tierra. Se habla de naves, de esas cosas. Esto parte como una sesión de espiritismo donde la primera esposa de Roberto Stack, Teresa Alcaino, comienza a experimentar un supuesto tránsito y una supuesta comunicación. Empieza a hablar en un tono como español que se ha mencionado muchas veces y allí al tiro empiezan a anotar lo que va diciendo. Por lo que Roberto Stack había leído en la Biblia empiezan a ver, a interpretar, que eran seres que habían estado en el Antiguo Testamento. Esa es la raíz. Y después se empiezan a tejer todas las demás historias. Ocurre esta Iglesia del Amor, ellos se van a Uruguay, allá ocurren problemas, Roberto Stack se viene…
Según los López Fernández, Stack en Uruguay perdió a su esposa e hijos y lo expulsaron del grupo. Eso parece ser una constante en esta historia: cada médium que empodera Stack termina relegándolo. Él volvió a Chile y se refugió en Retamo.

HUASCO
Simón cuenta que sus padres le hablaban de la experiencia de Retamo y de lo que había pasado antes. Es el mismo mito, dice, que se mantiene hoy.
-Hay unos escritos que hablan de cosas que se empiezan a practicar en la Tercera Comunidad, la de Lo Zárate -explica su madre.

¿Qué cosas?
-Que habrá un tiempo en que el Cristo hará pie en alguien, por ejemplo.

¿Y ese alguien hoy es la Paola?
-Eso es.
Retamo, para los dos, es un buen recuerdo. Aunque la experiencia estuviera cimentada en algo tan confuso, dicen, era positiva.
En Retamo, Susana, la pareja-médium de Stack, también empezó a tomar distancia de su mentor, cuentan madre e hijo. Esa fue la base del quiebre. Los dos salieron; la comunidad se desarmó. Era 1988.
Susana y Stack fueron a refugiarse a la casa de los López.
-Los demás quedaron ahí y se trasladaron un poco más al interior. Después se trasladan acá, a Huasco Bajo. Nosotros nos quedamos en Copiapó; Susana y Roberto se van a Santiago. El grupo se disgrega, se cierra por harto tiempo.

PAOLA
En el año 2000, Simón dio un paso hacia la secta. No directamente, eso sí.
Los hijos de quienes habían estado en Retamo, explica, siempre se sintieron llamados a vivir una experiencia como la de sus padres. Simón en ese tiempo estaba en la universidad, en La Serena, estudiando música. Él y otros se contactaron con Susana, la ex de Stack, que vivía en el Valle del Elqui. Querían armar algo donde pudieran hacer música, pintura y otras expresiones. Querían hacer otra comunidad.
Susana les propuso que se fueran con ella a Pisco Elqui y ellos partieron. Susana arrendó un local; trabajaban ahí.
No todo era música:
-Susana guiaba en la parte terapéutica. Nos levantábamos temprano, hacíamos yoga, labores de la casa, meditación, oración. En ese tiempo, como a fines de enero, llegaron Roberto Stack y Paola. Ellos también iban a estar con nosotros, guiándonos en algún aspecto espiritual.

¿Ahí la conociste?
-No, la conocía de antes, porque cuando Roberto se volvió a relacionar con la gente de acá de Huasco, venían de visita. Ahí conocí a Paola. Cuando llegaron a Pisco Elqui, Paola tenía un rol de acompañar a Roberto Stack. Me acuerdo que hubo problemas con ellos.

¿En qué sentido?
-Había cosas que no empezaron a tolerar de nosotros, que éramos jóvenes: que salíamos por las noches, cosas así. Como trabajábamos este local comercial allí, Paola se metió y empezó como a querer guiar este asunto.

¿Dirigirlo?
-Claro. Una vez estábamos en la cocina del local y le llamó la atención a alguien y ahí se generó una discusión. Después se trató el tema en una reunión y varios dijimos que no estábamos de acuerdo en que ella opinara o se metiera, porque el proyecto era nuestro. Y ellos decidieron irse.
El verano terminó y los miembros del grupo regresaron a sus estudios, a sus trabajos. Pero la idea no era dispersarse: arrendaron otra casa, esta vez en Las Rojas, también en el Elqui. Decidieron vivir ahí. Stack, mientras, se instala en Pirque.

Pero el grupo estaba destinado a llegar a Pirque. Pasado un tiempo, cuenta Simón, Susana vio que a los jóvenes les faltaba algo, que no hacían nada concreto. Un mensaje le clarifica todo, porque en Las Rojas también los había, aunque más espaciados en el tiempo. Simón explica:
-Recibe un mensaje (que dice que) a todos los varones que estábamos ahí nos tienen que enviar a Pirque, donde Roberto Stack. Debíamos ir porque teníamos que entrar en un trabajo con Roberto, que había quedado pendiente. Debíamos retomar eso.
No solo eso. En el aire, dice Simón, también estaba la idea que debía continuarse lo que se había roto en Retamo.

¿Creías en esto de los mensajes?
-Yo creía en eso. En ese minuto estaba entregado.
Dejaron todo y partieron. Simón a esa altura ya estaba en segundo año de Música. Fue con sus dos hermanos, Ian y Moisés, y dos amigos. El mensaje, cuenta, lo tomaba como una orden. O un premio.
Cuando llegaron a Pirque, Stack les diseñó una disciplina. Rezos por la mañana, trabajo en otras horas. Tenían que sembrar, cocinar. Lo más rústicamente posible. El grupo eran ellos cinco y Roberto Stack y Paola Olcese, que a veces les conseguía algunas pegas como garzones, para que tuvieran su plata. Dormían en una casa a medio construir. O en una carpa.

¿Y Stack vivía ahí mismo?
-Stack vivía como en una parcela que estaba un poquito más lejos. Pero él vivía bien, en una casa. En esas cosas uno empezaba a advertir las diferencias y las desigualdades. Nosotros teníamos que estar dispuestos a ir a una carpa, pero los demás todos vivían bien.

La vida transcurría entre los trabajos y las reuniones en la vecina parcela La Guitarra, donde vivían Stack y Olcese. Paola, dice Simón López, los atendía, se portaba muy bien con ellos. Siempre en segundo plano.
Hasta que pasó al centro.

Ocurrió en una reunión a fines del 2003. Simón cuenta que estaban rezando cuando se generó un silencio profundo y él empezó a sentir angustia. Dice que se preguntaba por qué nunca había una señal que le dijera que la búsqueda que habían emprendido estaba bien. Quería algo sobrenatural, reconoce. Y eso fue lo que Paola les dio esa noche:
-Estábamos rezando y de repente Paola como que adopta una postura, se queda más tiempo que los demás en esta oración y empieza a hablar unas palabras.

¿Qué dice?
-Realmente no me acuerdo bien. Pero algo así como bienaventurados los que…

¿El Sermón del Monte?
-Como el Sermón de Jesús del Monte. Y a mí me ocurre una emoción, una especie de sugestión, igual. Entonces, todos los demás se empezaron a mirar. Estaba mi hermano, pero él estaba incrédulo. Algunos se arrodillaron.

¿Pero por qué te pareció sobrenatural que recitara el Sermón del Monte?
-No es que me pareciera sobrenatural. Es que es el contexto y el hecho que uno creía de corazón y buena fe que todo era verdad. Y yo no podía ponerlo en duda.

¿En ese momento creíste que era Jesús?
-Claro. Creí que se estaba manifestando Jesús. Y además Roberto Stack, nuestro guía, lo estaba avalando. Después Paola salió del trance y Roberto nos dijo: “bueno, niños, esto ha estado ocurriendo un par de veces”. Nos dice que había que guardar silencio y que después con el tiempo se iba a ir develando a los demás y que debíamos quedarnos allá.

Pero eso no se cumplió. A fines de ese año, Simón y sus amigos decidieron regresar a su casa. Stack trató de retenerlos. Les dijo que en Santiago había gente que se iba a sumar a la comunidad. Eran los Carrión, los Castillo Velasco. La base del actual grupo.

¿Por qué se fue Simón si lo que le estaban ofreciendo era la revelación de Cristo? Él reconoce que tenía sus reservas, pero sobre todo porque “había un abismo gigante entre estas experiencias llenas de emoción con la realidad”. Se queja que dormían en una casa donde se colaba el viento, que se lo caminaban todo para ir a las reuniones con Stack y Paola; que tampoco se comía bien. O cosas más pequeñas:
-En esa parcela vivía la hija de Roberto, Mariela, y una vez quisimos entrar a su casa porque necesitábamos bañarnos. Y chuta, a ella le quedó la tendalá porque entramos y nos retó y nos echó. Entonces, junto con estas experiencias sublimes, después ocurría esto. En el fondo, estábamos para alimentar un cuento de ellos.
Simón López se fue de Pirque. Pero volvería en un tiempo y estaría allí dos años.

PIRQUE
Nunca dejaron de llamarlo, dice Simón. Su madre lo corrobora. Querían que volviera porque era una suerte de fundador y, además, hijo de una pareja de Retamo. Pero él siguió su vida. Estudió, trabajó.
Los mensajes desde Pirque eran directos: tenían que volver porque al mundo le quedaba poco.

¿Daban alguna fecha para el fin del mundo?
-Nunca. Creo que también ellos tenían dudas. Siempre como que insinuaban que era pronto. “No sé, va a ser en marzo del otro año, no sé”.
En paralelo, Simón comenzó a tener crisis de ansiedad. Le venían ataques de pánico. Asumió que era por no estar en Pirque, dice. La única solución que veía era regresar con Paola y Roberto.
Lo hizo.
A esas alturas, en Pirque ya estaban los Castillo Velasco, los Carrión, Jocelyn y su pareja, Nataniel Requena. Lo recibieron de brazos abiertos.
-Me dijeron que estando ahí y llevando la vida que el Señor proponía iba a salir de mis problemas, de mis males; que no necesitaba remedios. Solo creer en él.
Pero al año Simón ya estaba con ganas de irse. Su salud no mejoraba. Al revés. Y el sistema tampoco le gustó.
-Empecé a ver que no estaba de acuerdo con muchas de las cosas que ahí se imponían. Veía que había personas a las que, partiendo por el mismo pastor Stack, se les daba un trato distinto. Y él realmente no ocupaba su rol de verdad. Este supuesto Señor le investía de poderes, lo ungía. Y a otros más, también.
Le pasó a su hermano Ian. A él le dijeron que estaba destinado a ser santo. O profeta. Por eso, dice su madre, no tiene pareja y nunca se lo ha propuesto, tampoco.
Una de las principales críticas de Simón es la conducta de Stack. Dice que solía no comportarse como se predicaba. “Se reía en la mesa, se burlaba, no llegaba a las oraciones. Es un pastor muy cómodo”. Además, dice, tenía demasiados privilegios: una casa, un televisor en la pieza, acceso a auto, no trabajaba como los demás, tampoco.
Las crisis de pánico se le agudizaron a López. Las amenazas del fin del mundo, dice, le hacían mal. Le causaban estrés, angustia.
-En el fondo, lo que necesitaba era un tratamiento médico.
Pero, se queja, nadie lo pescaba. Aunque algunas personas iban al iriólogo, a él no le permitían ir al doctor. Le decían que todo se curaba con fe. Pero a Simón López eso no le cuadraba.
-Ahí adentro no se toma en cuenta el tema de los tratamientos médicos. En ese tiempo se empieza a gestar esta idea de abandonarse al hecho que el Señor está ahí y que por lo tanto no es necesario ir al médico. Paola Olcese empieza a probarse a sí misma y a los demás con eso.

¿Ella hace curaciones?
-Claro. Empieza a hacer pequeñas curaciones en animales. Una vez trajeron un perro, que se le estaba pudriendo una mano. Y le hacen curaciones con hierbas y elementos naturales. En estas curaciones también se le hace oración. Era como para probar, demostrarse que teniendo fe se podía realizar un milagro.
Lo mismo, cuenta López, pasó con otro perro y un caballo. Él no las veía como milagros. Pero el resto sí, y empezó a discutirse si se debía ir al médico o no. El que iba al médico, decían, no creía en el Señor.
Pero no era igual para todos, dice Simón. Una vez, por ejemplo, la hija de Stack tuvo apendicitis. Ocurrió cuando estaba empezando el grupo y Stack dejó en manos de su esposa la decisión de llevarla o no al doctor. Ella no se perdió: Susana se la llevó al hospital y la operaron.

Simón López estaba deprimido, dice. Y eso repercutió en su vida dentro de la secta. Comenzó a fallar y le empezaron a anotar “faltas”.
-No eran “faltas”, era una situación personal que no se había atendido; ellos no habían dicho “Simón, vamos a ir al consultorio para que te den remedios porque estás con mucha ansiedad”. No, lo vieron como que yo era penca, flojo, malo. Y este supuesto Señor decide echarme porque no estaba cumpliendo. Allí se adopta una actitud condenatoria para los que están enfermos o más débiles. Se les culpa.

¿Y el proceso de tu salida cómo empieza? ¿Paola dice este tiene que irse?
-Este supuesto Señor, a través de Paola, manda un mensaje. Como que yo tenía que salir del Pueblo. Porque ellos se consideran el pueblo de Israel.

¿Y cómo te lo comunican?
-En una reunión, me leen esas palabras. Me dicen -en su lenguaje- tendrá que abandonar el Pueblo y todo lo que eso significa, como que uno queda expuesto a Satanás, al mundo.

¿Tu hermano qué dijo?
-Mi hermano. Bueno, a estas alturas, Moisés ya se había retirado. Él estuvo dos meses y se fue porque encontró muchas contradicciones.
Moisés se peleó con el pastor. Las cosas que no le gustaban, las decía. Como que se burlaran -Olcese incluida, durante un trance- de una canción que tocaba. O que Paola se molestara porque le habían usado el auto para ir a buscar a unos niños al colegio. Él tempranamente dijo que no creía y se fue. Distinto a Ian, el otro hermano, que sigue en la secta y ahora está en Junta Valeriano. Ian no hizo nada cuando leyeron el mensaje que expulsaba a Simón.

¿Eres el único expulsado?
-Han habido otros, pero yo soy el primero. Igual estaba como un poco nervioso con todos estos temores que me habían metido: que saliendo de ahí me iba a morir, que esto, que lo otro. Hablé con el pastor, le dije que lo lamentaba, que esperaba volver. Él me aconsejó que me mantuviera acá, en Huasco, porque acá estaba parte del grupo que después se fue para allá.

No se parece a una expulsión tradicional.
-Claro. De hecho lo más loco es que mi hermano Ian y otro integrante de la comunidad me van a dejar a un lugar en Pirque, a un cruce. Para que me vaya a buscar mi hermano Moisés, que se había ido primero y el hijo de Roberto Stack, que también se había ido. Prácticamente me van a tirar.

Tu hermano corta contigo hostilmente.
-Claro, me pega la desconocida como hermano. De hecho hubo un episodio en que como que se desentendió de mí delante de toda la comunidad. Él le dice a todos que me pide que no me acerque a él con mis dudas y mi problemática.

Te van a dejar. Y te recibe el hijo de Stack.
-Que se fue antes, porque porque no aguantaba la disciplina y las reglas. No aguantaba a la Paola Olcese. Mi hermano y Roberto tenían un carácter más decidido.

¿Y cuál es la función del hijo de Roberto? ¿A él lo llaman y le dicen que están echando a alguien? ¿«Ven a recogerlo»?
-No. Yo lo llamé. De hecho ellos ni siquiera me pasaron plata para el pasaje. Nada.

Te dejaban en el cruce y chao.
-Claro, me las tenía que arreglar o tenía que llamar a mi familia para que me mandara plata. Estaba a la deriva y los llamé. Ellos estaban en La Reina, viviendo con gente que había estado aquí con Susana en el Valle del Elqui. Me sumo a una especie de bando contrario a la comunidad, que siempre los apuntan como el enemigo. Antes, Roberto Stack se esforzó en decirme que no me vaya para allá (con ellos).

¿Y los pelan en la comunidad?
-Sí. Los critican en su forma de vida. Pero igual esperan que en algún minuto lleguen allá a la comunidad, cosa que los otros jamás van a hacer. Ellos lo dijeron: nunca van a creer en Paola Olcese porque la conocieron en el Valle del Elqui; la conocieron como era y apenas les empezaron a contar esto que supuestamente en ella se presentaba el Señor, dijeron jamás vamos a creer.
Simón se pasó dos semanas en La Reina. Después, decidió regresar a Huasco Bajo con sus padres.

Que es lo que te había dicho Roberto.
-En el fondo le hice caso en esa parte. Y acá llegué mal con el tema de las crisis y todo. Y a los días voy al consultorio. Y el médico me hace una consulta con un sicólogo, me da unos remedios.

¿Qué diagnóstico te hacen?
-Crisis de ansiedad. Crisis de pánico. Me dieron remedios, ravotril, clonazepam. Él me dijo que no era algo tan grave. Me dio unas dosis, pequeñas dosis. La cosa es que la primera noche que tomo, duermo impeque. No podía ni dormir en la comunidad.
Desde entonces, dice, mejoró. Rehizo su vida. Empezó a salir con amigos, formó un grupo musical.

¿Dejaste de tener contacto con ellos?
-Recién salido, seguía en contacto. Por teléfono, con mi hermano. En el fondo, ellos esperaban que volviera. Me llamaban y decían que cuándo iba a volver.

¿Para volver qué tenías que hacer?
-Arrepentirme. En ningún caso ellos pensaban que estaba enfermo. Tenía que llegar arrepentido, como las figuras que llegan en el evangelio.

¿Cómo te pintaban el mundo fuera de la comunidad?
-Lleno de peligro, lleno de mal. Ahora, es tan contradictorio, porque ellos se valen del mundo a cada instante. Ahora estas declaraciones que sacaron en el diario, hablan una serie de cosas falsas.

¿Qué cosas son falsas?
-Este Señor que se manifiesta en Paola en el fondo los quiere sacar del mundo a todos y les va eliminando cosas. Pero contradictoriamente, a la par de eso, el mundo se usa permanentemente allá. El auto…

Todos tienen teléfono.
-Claro, prácticamente todos tenían un celular. Los dentistas, las platas para comprar esto, plata para esto otro. En el fondo no era verdad que…computadores, salidas a comer los fines de semana.

¿Todos?
-Los que eran de Santiago porque los que veníamos del norte no teníamos esas regalías porque estábamos lejos de nuestras familias, no teníamos adónde ir.

¿Y dónde iban a comer?
-Iban a restoranes ahí en Pirque, en el Cajón del Maipo. De hecho, invitaban al pastor a comer. A todo esto el pastor se separó de Paola Olcese quien se involucró con uno de los Carrión. Con Matías. Y eso fue ahí mismo, en la misma comunidad. Y esto produjo una depresión muy grande en Roberto Stack.

Pero esta separación, ¿es una cosa que ordena la Paola?
-Claro. Dios dice que ella tiene que estar con Matías, así es la cuestión. Y le queda la tendalá a Stack y como que lo tiene que asumir y ver cómo ella se pasea con otra persona y cae en depresiones y siempre le arman panoramas para que salga de estas depresiones, lo invitan a comer. Le aguantan todo porque él fue capaz de estar ahí y ver cómo su pareja se metía con otra persona.

¿Cuando Matías reemplaza a Stack, Stack sigue siendo el pastor o Matías toma el poder?
-Sigue siendo Stack. Matías tiene un rol también como cargo alto. La jerarquía es ella, el pastor y Matías. En ese tiempo, la jerarquía y la disciplina eran muy rígidas, radicales. Y el que no las hacía simplemente se le amenazaba con que se le expulsaba.

Que es lo que te pasó a ti.
-Claro. Se decía que iban a haber varios tiempos. Que ese era el Tiempo de la Disciplina pero que después iba a haber un Tiempo de la Gloria de Dios o de la Manifestación de Dios. Cosas que tampoco se cumplieron porque después pasó el Tiempo de la Disciplina, pero igual habían indisciplinas.

Como cuáles.
-Gente que un tiempo fumó marihuana. Fueron llamados a terreno. Gente que no iba a oraciones. Gente que tomaba a escondidas o que tenía algunos conflictos personales que no eran capaces de resolver. Por ejemplo había una persona que estaba enamorado de una niña más chica, de diez años, que estaba predestinada para uno de los hijos de Paola Olcese. Y eso no podía ser y lo expulsaron. Y viene para acá pero después viene Paola, se arrepiente y vuelve.

¿Pero se enamoró de una niña de diez años?
-Claro. Es que las no posibilidades de tener mujeres allá son altas, porque todas son parejas de tal o de cual y van quedando bastante pocas. Quedaba esa niñita de diez años.
En los últimos años, cuentan madre e hijo, Paola ordenó diversas uniones. Muchas de ellas, cuentan, no fructificaron. Hubo peleas que terminaron en separaciones.

EL ALUMBRAMIENTO
Los López Fernández dicen que el 3 de marzo del 2006 ocurrió algo extraordinario en Pirque. El Alumbramiento de la Conciencia, cuentan que le llaman en el interior de la secta y que desde entonces es una fecha a celebrar. Ana se enteró semanas antes, en Huasco, de lo que pasaba; Simón, en la parcela de Pirque, donde vivía.
La noticia era que Paola estaba embarazada. El padre de la guagua, dicen los dos, era Matías Carrión.
Dentro de la comunidad, cuenta Simón, se le empezó a dar otra connotación al embarazo. Le decían, que «buscara en su corazón el significado» de lo que iba a pasar, aunque para él era un embarazo normal. Se citaban lecturas bíblicas. Una, especialmente inquietante. Simón dice haber conversado con Ismael Castillo del asunto.
-Él me transmitía que yo poco menos que tenía que buscar en la Biblia, en el Apocalipsis, donde hay una lectura en que aparece la virgen está vestida del sol, tiene un niño y ese niño es arrebatado por el dragón.

Apocalipsis 12.
-Ese es el pasaje que mencionan.

¿Qué significa ese pasaje? ¿Te dijeron?
-En el fondo, era que ella iba a dar a luz pero como que este dragón iba a arrebatar supuestamente (a la guagua). No sabíamos qué connotación tenía este arrebato. Había personas que decían que este niño iba a nacer pero que iba a ser como el Cristo, una cosa así. Que iba a ser y que iba a estar ahí. Y se esperaba eso. La Paola nos hace tocar su vientre, nosotros sentimos al bebé. Estaba ahí el bebé. Hasta que ya llega su tiempo. Ella no se controla nunca, no va a la posta, no hay ningún control.

¿Tú la viste embarazada? ¿Con la guata?
-Sí, de hecho, de término. O sea, nueve meses y todo. Y llega una noche en que ella empieza con estos dolores de parto. Ella estaba recostada en un lugar y todos los integrantes de la comunidad empezaron a pasar y a tocar el bebé y a desearle suerte, porque en el fondo el bebé iba a nacer ahí. Y con la asistencia de los más cercanos de ella.

¿Quiénes son?
-Stack. El Matías. José Miguel. Que son las personas que tienen la jerarquía. La cosa es que pasa toda esa noche, ellos estaban en otra parcela, al frente de la parcela oficial donde vivíamos nosotros. Nosotros nos mantenemos esa noche en vigilia, haciendo oración, esperando lo que pasara. Esa vez, todos los que estaban acá viajaron para asistir a este evento. Al Alumbramiento de la Conciencia, como lo llamaron.

¿Cuánta gente se habrá reunido?
-Entre cincuenta y sesenta personas. Unas se mantenían con Paola y los demás nos manteníamos rezando. Obviamente se esperaba que este niño naciera y que al otro día lo íbamos a ver. La cosa es que pasa toda esa noche y estábamos en ascuas, no sabíamos qué había pasado, y esperamos aproximadamente hasta el mediodía y de repente llega Roberto Stack y nos dice que en el fondo Dios había hecho lo que tenía que hacer y que como que niño no iba a haber niño, que no íbamos a ver al niño. Chuta, entonces un desconcierto total. Como en ese tiempo estábamos todos abandonados a creer que esto era algo, no sé, de orden divino, algunos especularon con que al niño se lo habían llevado una nave, los extraterrestres. Especulaciones. Yo realmente no sabía, quedé totalmente desconcertado y jamás pensé que ellos hubieran sido capaces de matarlo, no sé.
Ana, su madre, también estuvo en Pirque. La noticia, dice, les llegó a Huasco Bajo.
Primero, les dijeron que Paola se había separado de Roberto Stack y que ahora estaba con Matías Carrión, “que esto es una cuestión divina, que Dios los unió a ella y Matías, que Roberto tiene que hacerse a un lado”. Después, el embarazo. En Paola, recuerda que le dijeron, empezaba a presentarse el Señor. Y ese Señor quería verlos a ellos, el resto de su pueblo, los padres de los jóvenes que estaban en Pirque.
Así que partió a Pirque. Y estuvo entre los que se encontraron con Roberto Stack esa mañana.

¿Le preguntan qué pasó con el niño?
-Mi marido, que es un poco agudo para preguntar, le dijo que entonces tenemos que pensar que fue un sacrificio, y como que le da en el clavo. Y él le dice “bueno, déjalo en tu imaginación”. Si es que para él fue un sacrificio, entonces debe ser un sacrificio.
Dicen que fue la única pregunta que se hizo directamente, el único cuestionamiento.

¿Y vieron a Paola después del Alumbramiento?
-Al tiro, al otro día -dice Ana Fernández-. No dio ninguna explicación. Nunca en mi vida he visto a alguien del color blanco, su piel, su cara, porque había perdido una cantidad de sangre enorme porque imagínate, el parto lo atienden Roberto y Matías, o sea, qué saben esas personas de atender un parto.
Su hijo la interrumpe:
-Finalmente se asumió que había ocurrido esto de que el dragón supuestamente había arrebatado a ese bebé. Se le dio esa interpretación finalmente y ahora después…
Ana Fernández le responde:
-¿Pero qué dragón? ¿Qué dragón? ¿A quién le adjudicamos el dragón, quién hace el papel del dragón acá? ¿Quién? ¿Acaso ellos mismos? ¿Ellos mismos son el dragón?
¿Llegaron al lugar donde nació? ¿Había alguna señal? ¿Sábanas con sangre?
-No vimos nada de eso. Ninguna evidencia. Todo eso fue manejado entre las personas que estuvieron ahí -dice Simón.
Después, cuentan, surgió otra interpretación, más confusa que la primera: que el niño había sido arrebatado por Dios, que se había llevado el espíritu del niño y que ese espíritu, en los tiempos finales, volvería al mundo.

¿Y hoy qué crees que pasó?
Simón responde:
-Ha habido varias teorías. Una dice que, en vez de niño, nació niña. Entonces, que esto venía a desarmar todo lo que se pensaba que iba a ser y que ellos por ser niña como que Paola hubiera dicho, a través de este Dios, esta niña debe ser devuelta al padre, una cosa así. Y en ese minuto se le da muerte. También digo cómo fueron capaces de hacer esto. Lo otro que pensé es que podría haber habido un mal manejo, porque ellos no son parteros, médicos, que hubiera nacido muerto.
Su madre es más pesimista. A los dos, sin embargo, les cuesta creer en la truculencia de un sacrificio como el de la secta de Antares de la Luz en Colliguay.

¿Qué esperaban que pasara esa noche? ¿El fin del mundo?
-No. Que todos íbamos a recibir del espíritu de esa guagua. A cada uno le iba a tocar. Honestamente, no puedo decirte qué ocurrió, salvo que la imaginación y la lógica puede decirte lo que puede haber pasado. Pero fuimos testigos de haber tocado la guata de nueve meses con los pataleos de una guagua adentro. Eso lo tengo que decir porque es así -dice Ana.

¿Y Paula nunca dio una explicación de esto?
-No. Y no lo tengo solamente que decir yo. Esto lo saben todos. Lo impotencia que le causa a uno esta situación es que toda la gente que está ahí lo sabe -sigue Ana.

¿Y por qué esto no salió cuando murió Jocelyn?
-Si salió, porque las personas que declararon cuando pasó lo de la Jocelyn, que fueron Roberto Stack hijo y Rodrigo Meléndez, hablaron del embarazo de la Paola e incluso se investigó, fue la PDI con perros. No encontraron nada. Lo único que encontraron fueron unas marcas de sangre pero no encontraron restos.

FRANCISCA
El 2009, Ana y tres de sus siete hijos -Sofía, Tobías y Francisca- partieron a la secta. Pese a los cuestionamientos de sus otros hermanos, ellas se fueron luego que fueran invitadas por los dirigentes de la comunidad.

¿Y por qué aceptaron?
-Aceptamos porque de partida los niños, Sofía, Tobías, Francisca, estaban felices de poder ir a compartir con los demás, que en el fondo son sus amigos, sus iguales.
Sus hermanos Moisés y Simón explican que era fuerte también la idea de pertenecer a ese grupo de hijos de Dios. Pese a las experiencias de ellos, los niños querían también vivir la experiencia.
-Para mí también, iba a ver a mis compañeros que tenía en Retamo, la gente con la que me había ido a vivir allá -explica Ana.
Hubo algunas discusiones, reconocen. Pero su mamá estaba convencida. Además, el contexto en la casa era difícil, con una relación complicada con su marido.

Y usted cuando partió, ¿creía en Paola Olcese?
-Tenía la esperanza que fuera verdad. Lo que pasa es que me la juego un poco por la aventura que significa irme en una experiencia que yo, hasta ese momento, creía que era verdad. Y que era buena. Iba a llegar a un lugar donde primero que nada iba a estar nada menos que con el Señor al lado. Los niños me siguieron. No es que me haya llevado a Francisca a la fuerza, la familia nunca ha sido así.
También, agregan sus hijos, Ana se encontraba presionada por todas las familias de Huasco que partieron. Cuatro o cinco familias de ex miembros de Retamo dejaron todo, cargaron un container y se fueron a Lo Zárate.
Igual que su hijo Simón años atrás, Ana dice que se encontró con cosas que no le gustaban, pese a que Paola -la Presencia, como la llama ella- le prometió que tendría descanso porque el Señor quería que así fuera.
Pero algunas exigencias le hicieron ruido, como que el dinero que recibían de sus familiares se le entregara a Paola. Todo. “Mi marido me mandaba a veces plata para las colaciones de los niños y muchas veces se me llamó a terreno”, recuerda. Lo hacían en las reuniones, delante de todos. Al mismo tiempo, dice, veía cómo las personas con las que compartía casa -ella vivía separada de sus hijas- se guardaban pasteles para comer. O salían y llegaban «con cosas ricas».
En esta parte, el relato de la familia es duro. Dicen que muchas veces a ellos los usaban como ejemplo, que la justicia dentro de la comunidad se especializaba en encontrarles faltas a ellos y usarlos como ejemplos. Los López Fernández lo atribuyen a su condición económica y al hecho de estar tan lejos de su hogar.
La crisis se desató por el lado de Francisca. Madre e hija se habían estado dedicando al jardín infantil de la comunidad y todo estaba bien hasta que, de a poco, empezaron a cortarse las comunicaciones con su familia. A Moisés y Simón, disidentes, no les era fácil visitar Lo Zárate o simplemente llamar, dicen. Luego vino un incidente en una fogata en que, mientras todos hablaban, el pastor Stack y otros empezaron a recordar cuando Simón se levantaba sin bañarse y les servía comida. Un recuerdo que era precisamente de la peor época de la depresión de Simón. Francisca, cuenta Ana, empezó a llorar. Las dos se fueron, dolidas.
Al día siguiente Ana fue con Paola a denunciar lo que había pasado. Ella les dijo que convocaran a una reunión para llamarle la atención a Stack. Pero eso fue peor: en la reunión, Stack tomó la palabra y les respondió.
-Dijo que a él le daba pena ver cómo éramos de tontas, de pavas, que venir a sentirnos mal por eso, que él estaba echando la talla, que éramos graves. Y la Francisca le dijo “tío, para usted a lo mejor es así pero para nosotros es doloroso y él es nuestro hermano”. Cuando él escuchó, le dijo “mocosa, cómo te atreves”, delante de todos.
Al otro día, las dos perdieron el saludo de Stack. Aunque las cosas se arreglaron, al tiempo Francisca conoció a un joven mientras andaba en bicicleta: Sebastián, que vivía en Puente Alto. De a poco empezaron una relación. Tardó en contarlo en Lo Zárate, y cuando lo hizo Stack le dijo que no quería conocerlo, que nunca lo llevara allá.
Pero faltaba lo peor. A Francisca, cuenta Ana, le impusieron una pareja. O trataron. Ana dice que se dieron cuenta de eso cuando Francisca pidió permiso para llevar a Sebastián a la comunidad.

¿Quién era la pareja designada?
-Era un cabro que es Gálvez, Claudio Ochoa Gálvez. Todo esto estaba tejido por detrás, a escondidas. Ya se sabía que este cabro era la pareja de la Francisca, pero la que no sabía era la Francisca. Ni yo.
¿Quién le dijo exactamente que la Francisca estaba destinada a este Ochoa?

-Esta Presencia. En una celebración de un cumpleaños, llamó a todos y dijo que quería decir algo, que se acercaran tres niñas, jóvenes de 17, 16, 15 y les dijo que se alegrará el Padre porque tú tengas a este por pareja, se alegrará porque tengas a este otro por pareja. Y así. Y le dijo a la Francisca como que Claudio era su pareja y que ojalá el mal no se metiera. El mal iba a ser el pololo, lo que pudiera separarlos. Y la Francisca se fue llorando y yo también. En el fondo esa era una orden, no era un podría ser. Aunque le dijo «no es obligación».
Ochoa, sigue Ana, intentó generar situaciones con ella. Incluso le metió conversa a los hermanos, una vez que los dejaron entrar. Francisca, en tanto, le intentaba decir a Ochoa que lo quería como un hermano. Pero nada más.

¿Y usted?
-No, yo nada. Yo le decía hija, si no quieres esto, no puedes aceptarlo.

¿Pensaron en irse?
-No. Como había dicho que tampoco era obligación. Pero ella tenía presiones, tenía que responder ante este Señor. Más encima se empezó a ver una relación muy estrecha con Matías Carrión, que en ese tiempo se separó de la Paola. Yo le decía «hija, por qué esta relación con Matías, trata de no tenerla porque tengo toda la sensación que la Paola igual tiene celos». Y me di cuenta que la gente le llevaba cuentos a la Paola sobre ellos.
Empezaron a darse cambios. Paola ordenó que Francisca trabajara con Claudio en el jardín infantil. También le cambió la ropa, le impuso su look: de blanco, con las falditas que ella usa.
Según la madre, Paola se reunió con Francisca. “Le empezó a contar que ellas eran muy parecidas. Hasta lloraba con ella, me decía Francisca. Le decía no me quites al Matías, llorando”.
A Francisca le quitaron acceso a Facebook, celular y hasta un diario de vida. La presión, dicen sus familiares, era tremenda. Tampoco pudo volver a salir. Cayó en depresión.
El 13 de diciembre, el día en que se celebra La Presencia en la comunidad, Ana dice que encontró a su hija extraña. Era una fiesta y Francisca en un momento salió a bailar y se veía eufórica, como loca. La desconoció. Luego, cuando la vio llorando, se desesperó.
A partir de entonces, Francisca empezó a pasar de la euforia a la pena profunda. Tampoco podía organizarse, andaba dispersa. Su comportamiento se trastocó: un día la vieron sacando su ropa para meterla en una camioneta porque se iba. Otro, desordenando los clóset ajenos. Golpeaba la mesa, gritaba, manipulaba. Parecía ir a mil kilómetros por hora. Hablaba sin filtro. No dormía. Un par de veces trató de escapar de la comunidad y tuvieron que pararla. Llegaron a tenerla encerrada.
Ana se preocupó. Recordó que su marido, años atrás, había sido diagnosticado como maníaco depresivo. Recurrió a Internet y empezó a temer que su hija tuviera algún tipo de trastorno bipolar.

Con esa información, ¿qué hizo?
-Me fui donde el famoso pastor y le dije que tenía que llevarla a un siquiatra en Santiago. Y se buscó a un siquiatra, amigo de la Marcela Yentzen.
Eso fue el 31 de diciembre de 2011. El doctor, cuenta Ana Gómez, dijo que Francisca debía ser internada. Pero, dada la fecha, les dijo que se la trajeran la semana siguiente. Francisca salió de ahí con remedios, que la calmaron.
Antes, cuenta su hermano, habían intentado hacerle un exorcismo. Su madre no lo vio, porque dice que estaba aterrada. En la comunidad estaban convencidos que lo que ella tenía era el “Mal”.
La víspera del día en que debía llevar a su hija a internarse, Ana se reunió con Stack y Olcese. Ellos, acusa, le negaron los medios para llevar a la joven a Santiago. Le dijeron, además, que Francisca no estaba enferma, que todo era un show. Lo único que consiguió fue permiso para ir a comprar remedios a San Antonio. Estaba confundida, dice: por un lado, el tratamiento inconcluso y por otro La Presencia le decía que su hija no estaba enferma.
De ahí en adelante, Francisca se derrumbó.
El cierre de su experiencia en Lo Zárate ocurrió una noche, en la que casualmente había llegado el padre de Francisca de visita. Paola Olcese convocó a una reunión.
-Y en esta reunión, esta Presencia llama a mi hija. Dice “que se acerque la que anda mal”. Y ella le dice “tú, que has profanado tu cuerpo, tú que tendrás que volver a la miseria de donde te saqué”. Fue la condena.

¿Ahí la echaron?
-Le dicen primero que si se ha arrepentido. Y ella, turbada, porque está enferma, no sabe de qué se tiene que arrepentir. Llora, y la Presencia le empieza a repetir sus culpas y le dice que solo va a volver el día que se arrepienta. Luego, dice “dile a esa mujer que está ahí que tú no estás enferma”. Y ella me grita “¡no estoy enferma, mamá!”. Entonces, la Presencia le pregunta si ha sentido placer con el mal que está haciendo con la gente en la comunidad.

¿Y qué dice ella?
-Ella está callada. No puede responder nada.

¿Y usted no dijo nada?
-Es que qué iba a decir yo. Ella me grita desde allá “no estoy enferma, mamá”.

¿Y Ian no dice nada, tampoco?
-Tampoco. Mudos.
El diálogo, dice Ana, quedó registrado en el libro en que se anota todo lo que dice la Presencia. Ahí, cuenta, está también el momento en que Francisca le dice a Paola que no cree en ella. Ahí fue que la echaron, dice Ana.
Francisca se fue esa noche con su padre. Ana se quedó.

¿Y por qué?
-Porque entiende que ella me dice que no está enferma y tengo que creerle que no está enferma. ¿Cachai? Porque ella lo dice delante de todo el mundo. Eso es lo que me dice, ¿me entiende?
Francisca llegó a Huasco Bajo mal. En el camino le contó todo a su padre. La cuidaron sus hermanos, Moisés y Simón. Vieron cómo su hermana caía en crisis y se intentaba escapar. Repetía su comportamiento en Lo Zárate. Llamaban a su madre pidiendo ayuda.

-Y a mí allá me seguían diciendo “pero tienes que confiar en el Señor”, “cómo dudas que Él te diga que no está enferma”. Y llega un momento en que no aguanté más, cuando me dicen que ella trató de arrancarse a La Serena, y me vine. Me definí, porque significaba que creía más en la enfermedad de la Francisca que en el Señor.
En Huasco, llevaron a Francisca al doctor. La dejaron internada en Vallenar. Entremedio, Ana recibía llamadas de la comunidad. Dice que le pedían que no mencionara al grupo.

Francisca pasó ocho días hasta que le dieron el alta. El siquiatra que la trató dijo que se le había declarado la bipolaridad. El 1 de febrero le dieron el alta y la recibieron en casa con una comida pero esa noche colapsó. Se la pasó vomitando y con dolores de estómago. Creyeron que estaba intoxicada, y en el consultorio de Huasco le dieron remedios para gastroenteritis, pero no sanó. Volvieron al doctor; le dieron suero porque estaba deshidratada. Pero el dolor seguía. Ella, además gritaba que eso le pasaba por mala. Pero el doctor que la examinó dictaminó que era apendicitis. La mandaron de urgencia a Vallenar, en ambulancia.
Lo que siguió fue peor: en Vallenar un médico -contra quien hay una querella- la devolvió a Huasco. Gastroenteritis, dijo.

Francisca se pasó la noche vomitando. Al otro día, volvieron a Vallenar. Otro doctor la vio deshidratada y decidió internarla. Esa noche, Ana se quedó con ella. La veía agonizar. Le tomó la presión y fue en busca de una enfermera. Cundió la alarma en el hospital. Decidieron operarla.
De la operación, Francisca salió con coma inducido. La trasladaron a Copiapó. Se pasaría ocho días así antes de morir.

Roberto y Paola Olcese aparecieron en el hospital. Ana les había avisado de lo que pasaba. Les pidió que rezaran.

¿A qué llegaron?
-Supuestamente venían a verla, a despertarla, a hacer un milagro. A levantarla -dice Ana.
Luego, acusa Moisés, partieron a Caldera. A mochilear, dice. Estaban, dicen los López, seguros que Francisca iba a despertar.
El día que Francisca murió, Paola y Roberto Stack estaban en el hospital. Ana salió de la pieza en que desconectaron a su hija y se los topó. No le ofrecieron ayuda, dice. Para ella eran casi unos desconocidos.

¿Ahí dice usted que Paola le dijo que iba a resucitarla?
-Sí. Me dijo que ella iba a despertar y que yo iba a ver. La gente de la comunidad me llamaba y me decían “no te aflijas, Ana, porque el Señor ha dicho que ella va a despertar”. Eso me lo decía Enrique Carrión, que es un hombre que trabaja y que no podemos decir que es un ignorante.

Usted no culpa a la secta de la muerte de su hija.
-Yo creo que hay dos negligencias súper fuertes en su muerte. Una en la comunidad y otra en el hospital. Creo que estas dos cosas se suman y es la muerte de mi hija.

Usted siempre habla de la Comunidad y de la Presencia. ¿Por qué no hablan de secta?
-Por una situación que… Esa esperanza de la que hablé cuando conté cuando me fui para allá, siempre me mantuve en la sensación que ese lugar no era una secta. En este momento sí sé que es una secta. Creo que esto fue muy lejos, que Paola, con toda su ansia de poder, ha hecho todo esto. ¿Me entiende? Por la imitación de las otras parejas de Roberto Stack. Creo que ella quiso ir mucho más lejos.

Yo le preguntaba a su hijo ayer si veía maldad acá o un delirio, una locura. ¿Qué ve usted?
-Por la gravedad, por lo que vi que hicieron con la Francisca, puedo decir que es gente mala. ¿Porque quién puede hacer algo así? Alguien que es bueno no puede hacer algo así.

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