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Opinión

12 de Agosto de 2013

Aborto: El legítimo derecho

El término aborto genera rechazo porque en los debates siempre hay un sector que lo demoniza. Muchos, también, hemos visto un cortometraje que muestra cómo se destruye un feto en el interior de su madre utilizando tenazas y otros instrumentos; un espectáculo horrible. No conozco a nadie que sea pro aborto. Quienes lo hicieron fue […]

Horacio Croxatto A.
Horacio Croxatto A.
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El término aborto genera rechazo porque en los debates siempre hay un sector que lo demoniza. Muchos, también, hemos visto un cortometraje que muestra cómo se destruye un feto en el interior de su madre utilizando tenazas y otros instrumentos; un espectáculo horrible. No conozco a nadie que sea pro aborto. Quienes lo hicieron fue bajo fuerte presión psicológica, contrariando sus sentimientos y por ningún motivo quisieran encontrarse nuevamente en esa situación. El aborto inducido es siempre indeseado, más por emoción que por razón.

La naturaleza no protege la vida del que está por nacer. Todos los días mueren en forma espontánea un gran número de embriones y fetos humanos sin que esto tenga ninguna consecuencia para el bienestar de la humanidad. Tampoco la tiene una interrupción voluntaria del embarazo.

El aborto provocado ocurre cuando los intereses de la madre están en conflicto con los intereses del feto. Sucede cuando bajo la percepción de la madre ese embarazo es legítimamente indeseable, o cuando la medicina le asegura que su integridad -o la sobrevivencia del feto- está en riesgo si el embarazo continúa. El problema se agrava mientras más avanzado es el embarazo.

En las etapas iniciales del desarrollo embrionario (antes de las 12 semanas), cuando aún no se ha constituido el sistema nervioso, el embrión no es una persona. Es solo un puñado de células humanas que están embarcadas en un proceso de desarrollo; puñado que no sabe de su existencia, no tiene conciencia de sí mismo, no piensa, no quiere, no tiene planes, ni siente nada. Resulta incomprensible que alguien argumente que en ese estado sus derechos priman por sobre los de su madre, que es una persona hecha y derecha, con plena conciencia de su existencia, con planes de vida y responsabilidades. En mi opinión debe ser despenalizada la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas si la medicina estima que es lo apropiado para garantizar la salud de la madre, si la madre juzga que ello es crucial para su bienestar futuro, si lo que está en desarrollo es tan anormal que no podrá subsistir fuera del útero, o si es producto de una violación.

Las personas dominadas por el dogmatismo religioso sienten a menudo que su misión en la vida es lograr que las demás personas la vivan de acuerdo a sus valores y no pocas veces, cuando tienen el poder para hacerlo, fuerzan a las otras personas a actuar según sus creencias a través de la legislación. Es una forma de dictadura moral tan aborrecible como cualquier otra dictadura.

Cuando lo que mueve a las personas es procurar el bienestar de la humanidad, más que complacer los supuestos designios de un dios intangible, defienden la despenalización del aborto bajo ciertas condiciones porque ello deja a cada uno la libertad y responsabilidad de comandar su vida de acuerdo a sus valores, a lo que conviene a sus planes de vida, a su bienestar y a su salud social, psíquica y física.

El derecho a la vida de cualquier persona pierde vigencia cuando pone en peligro la vida de otro. Matar en defensa propia es aceptado en ciertas condiciones y la inocencia del agresor no es impedimento para defender la propia vida.

Algunas personas consideran que el embrión es persona porque es ser humano, pero no todo lo humano es persona. Una semilla puede llegar a ser un árbol, pero no es un árbol, o un huevo puede llegar a ser una gallina, pero no es una gallina. Nunca le van a tirar una gallina al sartén cuando pida huevos revueltos, porque no es lo mismo.

Así como ocurre con múltiples temas, el del aborto se puede abordar racionalmente o emocionalmente y las conclusiones a que se llegue con estas dos aproximaciones pueden ser muy distintas, e incluso contradictorias, aunque ambas son legítimas. La buena noticia es que cada persona puede escoger cómo hacerlo. La mala noticia es que unas pocas personas impongan al resto como hacerlo.

Gente ignorante de la biología cree que segundos después de una relación sexual ya hay una embrión en el vientre materno. No ha sido ni nunca será así. Con la fecundación, que puede ocurrir hasta cinco días después de la relación sexual, se forma una célula que empieza a multiplicarse. Tres días después hay doce células. Para que se forme un embrión con apariencia humana con cabeza, tronco y extremidades, se necesitan millones de células y para llegar eso se requieren varias semanas de desarrollo. Por ello la interrupción temprana del embarazo es para muchos muy distinta que la interrupción tardía del embarazo. Cuando se analiza o discute sobre aborto hay que precisar primero de cuál aborto vamos a hablar.

Las medidas punitivas para prevenir o disminuir la incidencia del aborto provocado son inútiles o muy poco eficaces. Lo que hay que procurar es que no haya embarazos no deseados y la única forma de lograrlo es educando desde la niñez, a hombres y mujeres, en sexualidad y afectividad y luego asegurando el acceso a los métodos anticonceptivos que permiten disfrutar las relaciones sexuales sin riesgos. La única razón por la que no hay educación en sexualidad en el sistema público en Chile es porque sectores conservadores se han opuesto tenazmente a que se hable de la sexualidad en la falsa creencia que ello va a estimular la promiscuidad.

*Horacio Croxatto es Director del Centro de Medicina Integrativa y Ciencia Innovativa de la Universidad Andrés Bello.

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